Mermado por la edad y con una extraña enfermedad a cuesta, el dictador Daniel Ortega, de 76 años, es la sombrea el icónico líder de la revolución sandinista que festejaba sus triunfos electorales rodeado de centenares de miles de simpatizantes.
El Ortega de ahora, “con miedo, deteriorado físicamente y dominado por el estrés», lucha por mantenerse en pie, incluso, tiene que asirse de sus escoltas para no caer, tal como ocurrió este 8 de noviembre durante el acto del 45 aniversario de la muerte del fundador del FSLN, Carlos Fonseca Amador.
Consultamos a una experta en lenguaje corporal, quien accedió hablar con DESPACHO 505 bajo la condición de anonimato por temor a represalia, para analizar la postura de Ortega este 8 de noviembre, quien en lugar de festejar su imposición como presidente se dedicó a insultar a sus opositores.
“Vimos a un hombre venido a menos físicamente, pero con un discurso cargado de odio y resentimiento. La actitud de un hombre que acaba de ganar unas elecciones no se hizo presente en la tarima, el que estaba ahí era un señor al que los años ya le pasaron factura y cuyo rostro, destemplado la mayor parte del tiempo, solo lo delata como consciente de que el pueblo ya no lo quiere”, dijo la experta.
La experta en lenguaje corporal es el desgaste físico de Ortega que en todo momento estuvo sostenido de la mesa o de su asiento mientras permanecía de pie.
“Cuando estaba de pie y mientras su consorte (Rosario Murillo) bailaba alegremente, él (Ortega) se sostenía de la mesa y solo espetaba una leve sonrisa», aseguró.
DESGASTE FÍSICO
Ortega que en el 2009 durante una entrevista con el periodista británico David Frost había asegurado que esperaba vivir los 97 años de su madre Lidia Saavedra para contribuir a la revolución, ahora se muestra enclenque y carente de articulación motora.
«Cada paso que da es lerdo, bailaba junto al cantante del grupo mariachi agarrado del artista, nunca se soltó y sus movimientos eran los de un señor con pocas fuerzas y ni qué decir de cómo sus escoltas lo tuvieron que detener”, reiteró.
La feminista Ana Quiroz coincide con la experta en lenguaje corporal sobre el estado de salud del dictador, y añade que esta vez dejó entrever «las dificultades aún para hilar las ideas y para expresar argumentos”.
“Lo que escuchamos y presenciamos fue a un par de seres decrépitos aterrados, tratando de disfrazarse de furiosos, pero que en realidad lo que demostraban era un enorme miedo», sostiene Quiroz.
Quiroz, quien fue expulsada de Nicaragua por el régimen de Ortega y ahora reside en Costa Rica, asegura que tanto Ortega como Murillo se quedaron solos y sin el respaldo de sus bases.
DISCURSO VIRULENTO
Sobre su discurso furibundo, Quiroz señala que Ortega tuvo que recurrir a los insultos y bajezas porque se quedó sin argumentos.
«Sin ningún tipo de argumentos, sin siquiera poder recurrir a su clásica retórica y teniendo que recurrir a los insultos, las bajezas, a amenazar a quienes ellos tienen francamente secuestrados, desde hace ya más de 160 días», expresó.
El analista político Eliseo Núñez asegura que Ortega es vulnerable al estrés y prueba de ello es que su rostro y su semblante no es el mismo que mostró en abril del 2018 cuando ordenó la operación limpieza en Nicaragua y que dejó un saldo mortal de al menos 350 víctimas.
«Si ustedes se fijan, el Ortega que habla el 22 de abril del 2018 es muy diferente del que habla el 13 de julio del mismo año en el repliegue de Masaya, me refiero muy diferente físicamente, se ve muy deteriorado después de las protestas y ahora con este tema de las elecciones, de querer simular una elección, igual él tiene ya una afección física por hecho, pero tiene una gran necesidad de generar una arenga política que los haga sentir como que están triunfando en algo”, aportó Núñez.
Además, Núñez considera que el discurso de Ortega obedece a que “independientemente de las cifras que el Consejo Supremo Electoral, la gente vio lo que pasó, y vio que no había gente».
«Se dieron cuenta que para poder llegar a los números que les pedían tuvieron que inventarlos, entonces lo que tenemos ahí es una desesperación de Ortega para arengar a su gente, levantarles el ánimo, porque su moral está baja”, afirma.
NO GOBERNARÁ LOS 5 AÑOS
El economista y analista político Enrique Sáenz asegura que la «pantomima electoral» montada por Ortega, caerá antes que culmine su cuarto mandato presidencial consecutivo.
Sáenz asegura que la caída se producirá debido a que se ahondará aún más la crisis social, política, económica e internacional en la que está sumido el país, desde las protestas antigubernamentales de 2018.
«Lo que hace Ortega con esta pantomima es alargar su permanencia en el poder por un tiempo, no por los 5 años del período presidencial, pero no resuelve la crisis política. Tampoco resuelve el aislamiento internacional», explicó.
Sáenz asegura que los nicaragüenses serán los afectados porque se profundizará la crisis económica producto del desempleo, subempleo y carestía de la vida y que a estos males se suma la represión que se vive en el país.
«¿Qué pueblo aguanta eso?”, se preguntó y al instante respondió: “no hay pueblo que aguante eso y el pueblo de Nicaragua ha demostrado que más tarde o más temprano termina reventando el mecate», afirmó.
Para Sáenz, Ortega «escribió el guion, el libreto y hasta seleccionó a sus personajes. Definió el desenlace de esta pantomima, es decir, Ortega puso a sirvientes para que hicieran la pantomima y pusieran cualquier número, pero las actas ya estaban listas desde hace semanas en el Consejo Supremo Electoral».
“Si políticamente se hubiese sentido con suficiente apoyo popular, pues hubiera abierto espacios para la participación electoral, pero más bien cerró todos los espacios, porque sabía perfectamente que la inmensa mayoría de nicaragüenses rechaza su régimen”, manifestó.
