El maratonista Alex Vanegas fue encarcelado 15 veces por correr con una bandera azul y blanco y demandar la libertad de los presos políticos del régimen de Daniel Ortega. Las autoridades lo despojaron ilegalmente de tres propiedades. Hace 19 meses se exilió en Costa Rica desde donde se muestra molesto y decepcionado con la oposición nicaragüense por no lograr, dice, una verdadera unidad para acabar con la dictadura en Nicaragua.
Vanegas, de 63 años, considera que a falta de reformas electorales en Nicaragua y la división que observa en la oposición, no habrá verdaderas elecciones en noviembre de 2021, sino un “circo electoral”.
“En las circunstancias actuales los verdaderos opositores solo tenemos tres caminos: la muerte, la cárcel o el exilio, porque los demás para mi obedecen a pactos o son falsos opositores. Para mí todos los que hablan de elecciones sin unidad son cómplices de Daniel Ortega”, valora.
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El maratonista habla como ciudadano y exiliado. “Yo no soy nadie, solamente protesté para que no hubiera asesinatos, pero Ortega tiene 200 leyes a su favor y no se ve una oposición, me siento engañado”, afirma.
En febrero de este año las fuerzas opositoras de Nicaragua anunciaron la creación de una Coalición Nacional para enfrentar al régimen. Cuatro meses después, el 25 de junio, siete organizaciones constituyeron la Coalición, pero hasta ahora no se ha visto una unidad fortalecida. La Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia se apartó de la Coalición y, mientras el régimen sigue aprobando leyes a su favor, “los políticos siguen haciendo oposición a punta de comunicados”, lamenta el maratonista. https://www.instagram.com/p/CJdhFe2KGeK/?utm_source=ig_web_copy_link
“ESTOY DECIDIDO A MORIR EN COSTA RICA”
En marzo de 2019, tras salir de uno de un encierro de tres meses en el Sistema Penitenciario Nacional de Tipitapa, Alex Vanegas se exilió en Costa Rica.
En el vecino país sobrevive de la venta ambulante de arroz con leche, pulseras, pinturas, banderas y camisetas alusivas a la Rebelión de Abril y de vez, en cuando, también vende comida.
En Nicaragua vivía de la renta de 18 habitaciones que tenía en tres propiedades en Managua. Además, tenía un pequeño negocio de productos de filtración y purificación de agua. El régimen, dice, le quitó todo.
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El opositor pensó que su exilio sería corto, tenía expectativas sobre un proceso electoral competitivo que acabara con el régimen, lo que ahora no avizora.
“Estoy decidido morir en Costa Rica porque regresar a Nicaragua bajo esas condiciones con ese gobierno es como darme por vencido, es como dar mi brazo a torcer o que me haya doblegado. Considero que el exilio es una trinchera y al sobrevivir demostramos resistencia contra la dictadura y contra todos esos vampiros políticos chupa sangre del pueblo”, concluye.
