Impotentes y frustrados. Así se sienten unas 400 familias de las 600 que habitan en la comunidad Molino Norte, de Matagalpa, donde hasta este sábado funcionó la oenegé Fundación María Cavalleri. El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, asaltó sus instalaciones con policías y civiles y se adueñó de ella.
Margarita es una estudiante de Veterinaria que iba cada fin de semana a hacer sus “horas sociales” a la finca de la Fundación. Dice que desde que tiene memoria conoce sus instalaciones. Su familia recibió por años beneficios de la oenegé y desde comienzos de este 2023 asistía a hacer sus prácticas profesionales en cuido y crianza de animales de la finca. “La fundación es como la vida de esta comunidad”, dice apesarada.
Estela vive de hacer y vender tortilla y café. Eso era algo que sabia hacer desde que era adolescente. Lo aprendió de su madre y su madre de su abuela, cuando trabajaban como cocineras en las fincas grandes de Matagalpa. Pero para Estela, la vida dejó de ser la misma hace siete años, cuando asistió a una capacitación en la Fundación María Cavalleri. Le enseñaron números y estrategias para convertir su oficio en una empresa.
Para esta mujer rural, las largas jornadas de trabajo frente a los interminables fogones de las fincas, ya son cosas de un mal pasado. Ahora no solo trabajaba menos, lo hace un su negocio propio y hasta con una vecina y su hija como su personal. El emprendimiento que aprendió en la Fundación María Cavalleri le cambió la vida para siempre, a ella y a su familia.
“ESTOCADA A LA COMUNIDAD”
Para Estela, la confiscación de la organización “es una estocada a la comunidad”. “Es triste”, agrega. Recuerda que fue la Fundación, la que instaló el molino que sirve a la comunidad y adónde familias como la de ella, llegan para procesar sus semillas, unos para sus negocios y otros para el consumo de alimentos en casa.
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La Fundación María Cavalleri funcionaba en Matagalpa desde hace un poco más de 20 años, en el kilómetro 135 de la carretera Matagalpa-Jinotega. Cuando obtuvieron oficialmente su personería jurídica para operar como una organización sin fines de lucro, declararon en sus documentos que funcionaban en una propiedad de 30 manzanas de tierra, de las que hoy la dictadura se apropia.
En el lugar, funciona un Centro de Capacitación para el liderazgo y la promoción de la salud comunitaria; un Colectivo de Mujeres Tejedoras, una venta, el molino para granos secos y húmedos y una biblioteca para niños de primaria y preescolar, además de huertos de hortalizas y criaderos de aves y otros animales domésticos como conejos y pelibuey.
Sobre la biblioteca, tiene la capacidad de atender a unos 70 niños de primaria y secundaria de escuelas cercanas a la Fundación que llegan hasta cuatro días a la semana y los corrales de animales de crianza, además de ser un área autosostenible, sirve para que estudiantes de Veterinaria y Ciencias Agrícolas de la zona hagan sus prácticas profesionales como lo hacía Margarita.
Uno de los grupos de beneficio con más incertidumbre después de la ocupación este fin de semana, es el colectivo de tejedoras. La oenegé cuenta con cuatro capacitadoras en este rubro que atendían el trabajo de una 20 tejedoras que cada año preparaban sus productos para la feria de tejidos que la fundación organizaba para el consumo de la misma población.
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Las tejedoras mantienen vivo los telares artesanales típicos de esta parte del país. “Es sobrevivencia, pero también es cultura”, señala conmocionada con la noticia de la ocupación, una de las capacitadoras.
¿QUE DIRÍA LA DOCTORA CAVALLERI?
Al comenzar junio del año pasado, la Asamblea Nacional que sirve a Daniel Ortega sin ninguna objeción aniquiló a 96 organizaciones sin fines de lucro de más de 3,000 anuladas que ya acumula este año. En la lista, la más larga de una embestida que la dictadura inició en 2018 contra las organizaciones civiles, la número 24 fue la Fundación María Cavalleri.
Once meses más tarde, este viernes, llegaron con engaños funcionarios de la Procuraduría General de la República, (PGR) y al día siguiente, este sábado, policías y civiles armados como si llegaran a asaltar “un cuartel militar enemigo”, un lugar que siempre es ocupado por mujeres y niños.
“La doctora Cavalleri se revolvería en su tumba con todo esto”, dice una directiva que pide hablar bajo anonimato. Esta ocupación es para la comunidad matagalpina una ironía. Los de mayor edad recuerdan a la doctora María Cavalleri, una ginecobstetra italiana que llegó al país en los 80 con las intenciones de servir a la comunidad.
Eran años en que mucha gente en el exterior pensaba en que el país — en ruinas después de una sangrienta guerra civil que terminó con la caída del dictador Anastasio Somoza — necesitaba de apoyo y mucha solidaridad. Cavalleri simpatizó con esa causa en una época en que el sandinismo conquistó simpatías por liderar una lucha armada contra aquel régimen que gobernó Nicaragua por casi 40 años.
Pero la historia cambió totalmente. Ahora el dictador es un sandinista: Daniel Ortega y su régimen, es el responsable de la represión de los ciudadano y es señalado de cometer 355 asesinatos, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y el robo de millones en bienes de oenegés como los de la Fundación María Cavalleri, para citar algunos males.
En los años 80, Cavalleri fue una de las fundadoras del Colectivo de Mujeres de Matagalpa. Ahí forjaron a varias mujeres que después desarrollaron proyectos comunitarios importantes como el de la fundación que llevaría su nombre. Cavalleri murió en 1994 a sus 37 años, tras un tumor de vasos linfáticos.
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En 2005, las mujeres que ayudó a formar crearon la «Fundación María Cavalleri» en su nombre y trabajaron arduamente hasta lograr su personería jurídica. Con donativos y mucho trabajo propio, lograron construir los espacios para favorecer a unos 5 mil comunitarios con beneficios directos e indirectos.
“Hay gente que ha crecido sin saber como era la vida en Molino Norte antes de la confiscación de la oenegé, pero ahora tristemente van a saber…no creo que vengan días buenos con todo esto”, se lamenta Estela.
