Los nicaragüenses que residen en España viven momentos de incertidumbre, angustia e impotencia. La segunda ola de coronavirus que azota a España ha dejado a la comunidad exiliada sin trabajo y con la sensación de haber perdido un año entero.
La esperanza de empezar una nueva vida, lejos de la represión que mantiene la dictadura de Daniel Ortega, se desvaneció con la pandemia. “Ha sido una pesadilla”, admiten. Lo poco que ganaron, insertarse social y laboralmente, se vino abajo. El Gobierno de Pedro Sánchez impuso, desde marzo, tres meses de confinamiento domiciliario que provocó desempleo.
Algunos nicaragüenses quedaron en la calle y otros son víctimas de extensas jornadas laborales, principalmente las mujeres que trabajan en hogares españoles. Lo peor se espera para el próximo año cuando se sienta con fuerza la contracción de más de 10% de la economía española.
El año pasado el Ministerio del Interior de España otorgó asilo político a 167 nacionales. En 2019 se recibió un total de 5,931 demandantes de asilo de origen nicaragüense, un promedio de 494 por mes. Las estadísticas reflejan que los principales demandantes son ciudadanos de entre 35 y 64 años.
LEA EL ESPECIAL: EXILIADOS EN ESPAÑA
Erick García, activista nicaragüense que organizó protestas y tranques en Carazo, es uno de ellos y dice que sus planes se truncaron con la pandemia.
Siete meses después del primer confinamiento, el presidente Sánchez, declara nuevamente un estado de alarma, aunque menos restrictivo que el anterior, para frenar la segunda ola del coronavirus, que ubica a España entre los países con mayor contagios en Europa.
Para García, el 2020 ha sido prácticamente un año perdido, porque se esfumaron sus proyectos de estudio y laborales.
¿Vos cómo estás viviendo esta segunda ola de la pandemia en España ?
Muy difícil porque cuando pensábamos que este país y prácticamente el mundo se estaba recuperando, o al menos había controlado la curva de ascenso de número de víctimas mortales y contagiados, cuando pensábamos que todo eso ya había pasado, aparecen nuevamente brotes a gran escala, lo que lógicamente deriva en medidas más estrictas que implementa el Gobierno para tratar de volver a controlarlo. Es una incertidumbre constante porque aunque cada día que pase es una victoria por no habernos contagiado, mientras no se encuentre la cura se siente un ambiente de impotencia, de vulnerabilidad, es la inseguridad a nivel de salud que la experimenta cada ciudadano, por algo que aunque no se ve, sabés que está ahí y puede matarte a vos o a tus seres queridos.
¿Qué afectaciones ha significado para vos esta época de pandemia?
A todos nos modificó nuestros hábitos de conducta, nos cambió nuestros planes y metas que teníamos para el 2020. En mi caso en julio terminaba estudios de cocina profesional y a partir de marzo absolutamente todo se detuvo, la prioridad como es lógico ante la gran amenaza que representa este virus fue resguardarse, el empleo, los estudios, la formación, el ocio pasaron a segundo plano y es hasta hace un par de meses que se recuperó una relativa normalidad eso sí, sin dejar a un lado la mascarilla, el alcohol gel, el distanciamiento, lo que se volvió algo cotidiano en nuestra vida diaria.
Justamente hasta este mes luego de siete meses me han llamado para continuar los estudios y se me ha hecho difícil encontrar trabajo de medio tiempo, la economía fue uno de los sectores que más sufrió. Para mí el 2020 prácticamente fue un año perdido, esperemos que estos últimos dos meses no regresemos a como inició, pues sería triste pasar los últimos días del año encerrados, prácticamente presos en nuestros hogares.
Ricardo Ramírez, es otro joven nicaragüense que se vio obligado a salir de Nicaragua, por la situación sociopolítica del país, tras haberse involucrado en la Rebelión de Abril. Cuenta que no todo ha sido fácil en esta faceta de su vida como exiliado y, usando un término coloquial muy nicaragüense, dice que “ha mordido el leño” en España, desde que vino hace 25 meses.
Ramirez tiene un talento artístico para la música y desde Madrid le escribió varias canciones contra la dictadura con un contenido muy social y crítico al estilo rap.
A partir de este año, con la pandemia de la Covid-19, su forma de vida dio un giro inesperado y le ha tocado con esta nueva “normalidad” vivir con mucha cautela, debido a las precauciones.
REPORTAJE: El país que pierde a sus profesionales
¿Cómo estás afrontando esta nueva ola de la pandemia y otro estado de alarma decretado por el presidente de Gobierno ?
Es un golpe fuerte a la economía pero a la vez me hace tener presente las palabras de Nayib Bukele quien mencionó “ que en Italia se decidieron por la economía y hoy por hoy no tienen ni salud ni economía»
¿Qué afectaciones ha provocado para vos esta segunda ola de la pandemia ?
En mi caso, creo que aparte de afectaciones económicas también deja impactos sicológicos con múltiples generadores de estrés como el miedo a la infección del virus, sentimientos de frustración y aburrimiento, la pérdida de hábitos y rutinas y la adopción de otros poco saludables, por ejemplo malos hábitos alimenticios, pérdida de sueño y mayor uso de dispositivos móviles que pueden conllevar a problemas físicos.
A diferencia del estado de alarma de marzo pasado, ¿qué experiencia diferente estás pasando ahora ?
Se podría decir con más experiencia, pues el estado de alarma de marzo nos tomó por sorpresa, fue una pesadilla, algo que no logramos asimilar, con mucha ansiedad. En cambio ahora soy parte del servicio a la comunidad trabajando para un restaurante en el reparto a domicilio que juega una parte muy importante en este estado de alarma tanto para los clientes o dueños de locales.
Ambos solo quieren que esta pesadilla termine pronto.
