Roger Reyes: “Estar preso en El Chipote es como una muerte en vida” 

El excarcelado político y abogado cuenta su experiencia en prisión, la tortura de no poder ver a sus hijas durante más de un año y señala las irregularidades del proceso judicial en su contra.

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  • May 08, 2023
  • 02:36 AM

Después de incontables peticiones a la Policía Orteguista, 47 días de huelga de hambre y 16 meses de aislamiento, el preso político Roger Reyes pudo reencontrarse con sus dos hijas, de 3 y 5 años, en El Chipote. Fue un momento memorable, pero también duro. Cuando acabó la visita una de ellas le preguntó si podía quedarse a dormir con él: “No supe qué responderle, me dolió muchísimo”, recuerda.  

Roger Reyes fue detenido el 20 de agosto de 2021 cuando se desempeñaba como miembro del Consejo Político de la opositora Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB). Fue acusado de “traición a la patria” por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. La primera visita con sus hijas se dio hasta el 7 de diciembre de 2022.

Fue sentenciado a una pena de 10 años de cárcel en un proceso judicial donde se le negó el derecho a la efectiva defensa y con una acusación basada en publicaciones en sus redes sociales. Tras 538 días de encierro, fue desterrado a Estados Unidos el pasado 9 de febrero donde aún lucha por adaptarse.  

“Yo no me siento plenamente libre, no me voy a sentir así hasta no estar con mi familia”, admite en esta entrevista con DESPACHO 505

¿Cómo llevas el proceso de adaptación en Estados Unidos tres meses después de tu excarcelación y aun si poder ver a tu familia? 

Llegamos con un parole humanitario y estamos en proceso de ver todo lo relacionado con el asilo. Tengo que hacer este proceso, pero estoy claro de que en cualquier momento yo regreso a Nicaragua. Yo quiero regresar a mi país. No hay un solo día en que no tenga ese sentir de querer volver a estar en mi patria, con mi familia, con mis amigos, en ese país en el que sueño quedarme. 

Yo no me siento plenamente libre, no me voy a sentir así hasta no estar con mi familia. Yo no me conformo solamente con mirar en una videollamada a mis hijas, sino que quiero estar con ellas, abrazarlas, estar cerca. Quiero ser ese padre que esté directamente dándoles consejos, enseñándoles cómo sobrevivir en esta vida.  

El sistema de Ortega durante casi un año no permitió tener ese contacto físico con mis hijas. En mi caso tuve que hacer huelga de hambre durante 47 días para que se me permitiera ese derecho constitucional de ver a mis hijas.  

Un reciente informe del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más da cuenta de casos de tortura contra los presos políticos en El Chipote. ¿Qué nos podés contar sobre eso? 

La tortura que más se aplicó fue la tortura psicológica y el aislamiento. El aislamiento en cualquier parte del mundo es una tortura contra cualquier reo, es un delito. No poder hablar con los demás presos, con tus familiares, pasamos hasta 90 días sin visita. Se nos violentaba el derecho a la salud porque cuando tenías algún dolor tenías que pedir permiso a la Policía para poder pasar ante el médico. Había una policía que era la encargada de decidir quién pasaba. Los médicos no podían tomar decisiones, era esa funcionaria el filtro para decidir quién va al médico y a quién se le da medicina. En mi caso pasé dos meses pidiendo una atención psicológica y se me fue denegada. 

https://youtu.be/0HbVqahdXQI

¿Cómo podrías describir tus días en El Chipote? 

Sobrevivir. Mi misión estando en la celda era sobrevivir, tratar de matar el minuto, el día a día. Me despertaba y trataba de caminar dentro de la celda, hacer ejercicio. Estar preso en El Chipote es como una muerte en vida, querés que el día se termine, a veces te sentís sin esperanza. Sin embargo, la fortaleza llegaba a mi vida porque el motor de resistencia era mi familia, mis dos hijas que me estaban esperando fuera. También está la zozobra de no saber cuándo vas a ver a tu familia porque no había una calendarización de las visitas. El día a día se vivía en la cárcel buscando qué hacer para matar el segundo. Era una muerte en vida.  

¿Ese impedimento de recibir la visita de tus hijas en qué se basaba, según el régimen? ¿Cómo hacer para que dos niñas entiendan lo que estaba pasando con su padre? 

El sistema de Ortega no tiene justificación, argumentos y carece de todo asidero legal. En el sistema carcelario no había ninguna justificación, no podían inventar algo para decir por qué no podíamos ver a nuestros hijos. La relación de hijos con padres, aun estando presos, es un derecho tanto del niño como del reo y se nos quitó. 

Muchas veces pedí por lo menos ver una fotografía de mis hijas y no se me permitió ese derecho fue hasta después de un año que se nos permitió ver a nuestros hijos.  

Manejar eso con dos niñas de 3 y 5 años. Cuando pude verlas ellas dentro de su mundo imaginario no sabían dónde estaba, porqué tenían una visita con su padre ni mucho menos por qué estaba preso. Una de mis hijas me preguntó si podía quedarse a dormir conmigo y eso me dolió bastante. No supe qué responderle. La penúltima visita que tuve salí muy mal porque mi hija menor comenzó a llorar cuando nos despedimos. Yo iba por el pasillo oyendo ese llanto y fue muy duro. 

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Roger Reyes participa activamente desde el exilio en la denuncia por las violaciones de derechos humanos de la dictadura en Nicaragua. Foto cortesía.

Hablemos del proceso judicial en tu contra. Fuiste condenado a 10 años de prisión por supuesto “menoscabo a la integridad nacional” o “traición a la patria”. Como abogado de profesión, ¿cómo describirías ese proceso? 

Fue una violación absoluta al debido proceso. En Nicaragua todo procesado tiene el derecho de poder ser asistido por su abogado de confianza en todos los interrogatorios. El Código Procesal Penal establece que las acusaciones deben ser claras, precisas y circunstanciada a los hechos punibles. En este caso los supuestos hechos en ninguno de los casos se ajustaban a la realidad. Se presentaron pruebas impertinentes, inútiles.  

Yo solamente pude estar con un abogado en la primera audiencia menos de tres minutos. Hubo interrogatorios durante casi un año y tenía el derecho a estar con un abogado, aunque yo fuera abogado.  

Mi abogada defensora, en su momento, trataba de interponer incidentes, reclamar, pero el juez la callaba. Lo que decía el Ministerio Público era lo que se hacía. En ninguno de los casos de los presos políticos se logró demostrar una participación en un delito. No se cumplió el debido proceso, las garantías constitucionales, los convenios internacionales, nada.  

¿Cuáles fueron las supuestas pruebas que usó la Fiscalía para sustentar la acusación en tu contra? 

Publicaciones de redes sociales. Hubo una publicación en la que yo hablé del derecho de otro preso y mencionaron que en esa publicación yo estaba llamando a la alteración del orden público, conspirando. De ese tipo de pruebas, publicaciones donde se exigía el cumplimiento de los derechos. Si estuviéramos en un estado de derecho podríamos ir a la Casa Presidencial a protestar y por eso no te deberían llevar preso. 

¿Y en los interrogatorios qué te preguntaban, cómo eran, te torturaban? 

El primer mes hubo interrogatorios durante todo el día, la noche o la madrugada. Eran interrogatorios insistentes preguntando cómo era el financiamiento, cuánto me pagaba la CIA, cuánto me daba el imperio. Me preguntaba “por qué quería destruir el país”, quiénes eran los demás miembros de la organización. No te dejaban dormir. Si vos te negabas a alguna respuesta o refutabas, podrías ser sacado a más interrogatorios.  

Para finalizar, ¿qué valoración haces de la situación en Nicaragua? ¿Ves una salida pronto? 

Estamos luchando para eso. Yo salí con el deber y la responsabilidad de alzar la voz. Tenemos más de 50 presos políticos que deben estar en libertad. Estamos luchando para que Nicaragua logre recuperar su democracia, ser un país libre donde se pueda convivir con todos. Ese un deber de todos, no solo de quienes fuimos presos, de quienes están en organizaciones o de los medios de comunicación; es un deber de toda la ciudadanía hablar de las violaciones y resolver esta situación. Esperamos en Dios que sea pronto porque ya no aguantamos.  

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