Carlos Mejía Godoy: “El régimen está compitiendo para ser peor que el somocismo”
El cantautor nicaragüense cuenta cómo ha vivido el primer año de exilio. “Jamás me imaginé retomar el camino del exilio, sobre todo ya con 76 años”, dice.
- September 16, 2019
- 11:24 AM
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El cantautor nicaragüense cuenta cómo ha vivido el primer año de exilio. “Jamás me imaginé retomar el camino del exilio, sobre todo ya con 76 años”, dice.
Cuando era joven, Carlos Mejía Godoy solía contemplar las luces de los pueblos fronterizos de Costa Rica desde el Archipiélago de Solentiname, en el lago Cocibolca. Ahora, en pleno exilio y con 76 años encima, le tocó ver las luces de los pueblos fronterizos de Nicaragua desde Upala, al norte del país del vecino. “Fue muy duro estar a pocos pasos de Nicaragua y no poder entrar, no poder ir a comerte un pescado con espinas o un sopa de mariscos al otro lado de ese lago”, lamenta.
Mejía Godoy salió de Nicaragua en agosto de 2018 por recomendaciones de organizaciones defensoras de derechos humanos. Se exilió en Costa Rica y desde ahí ha enviado al dictador Daniel Ortega dos cartas en las que, entre otras cosas, le pide que reflexione y detenga la masacre que ha desatado en contra de los ciudadanis. El célebre artista, que compuso canciones para la Revolución y el Frente Sandinista, participó activamente en las manifestaciones ciudadanas que exigían justicia, democracia y libertad.
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Incluso, ha escrito y musicalizados temas para la “revolución de abril”, que inició en 2018, por lo que el Frente Sandinista lo ha calificado como un traidor. Por estos días de septiembre ha llegado a España a realizar una gira por varias ciudades para cantarle a la diáspora. Después de un viaje de cinco horas desde Toledo, ha parado en Murcia, exactamente en un bar-restaurante nicaragüense, donde ha degustado sopa de mondongo y tortillas de maíz. Al finalizar, Mejía, vestido con buzo y camiseta, y con canas pronunciadas, concede una breve entrevista.
¿Cómo ha vivido este segundo exilio, con otra dictadura?
El exilio ha sido una experiencia muy dura. Yo jamás, después del exilio que viví con Somoza que fueron tres años sin poder volver a mi querida Nicaragua, me acostumbro a vivir fuera de este país que amo tanto. Jamás me imaginé retomar el camino del exilio, sobre todo ya con 76 años encima. No es fácil abandonar la familia, abandonar esa tierra que amo tanto, a la que le he cantado con toda la fuerza de mi corazón durante 50 años de mi vida artística. Fue muy duro, pero nosotros -digo nosotros porque mi hermano también está en el exilio al igual que miles de nicaragüenses- lo hemos asumido como una pequeña cuota de un inmenso sacrificio que tiene que dar un pueblo por su liberación.
¿En su caso, qué ha sido lo más tortuoso, lo más duro?
El exilio es duro estés donde estés, ya sea en Estados Unidos o Europa, a pesar del cariño de la gente. La gente te mima, la gente hace que el exilio sea menos duro, porque por donde vas te ofrecen comidita popular, cariño, todo tipo de atenciones, pero obviamente mientras más lejos de Nicaragua estás, más se siente.
¿Y ha llorado?
Yo he llorado, no tengo vergüenza de llorar. El llanto no es cuestión de género ni de clases sociales, creo que el hombre debe de llorar cuando el alma necesita expandir esa gama de sentimientos, porque uno no solo llora por dolor, también he llorado por satisfacción cuando he escuchado Nicaragua, nicaragüita con la Orquesta Sinfónica de Costa Rica, interpretada por cuatro tenores costarricenses, he llorado cuando he oído la Nicaragua, nicaragüita desde un edificio de New York. Son cosas que uno aprecia y no las puede sintetizar en un verso o en una canción.
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Carlos Mejía Godoy es un referente musical de la Revolución sandinista. Compuso el himno del Frente Sandinista, La consigna, y es autor de la misa campesina. A raíz de la represión orteguista, ha inmortalizado otra vez canciones en honor a lo que él llama la “revolución de abril”. En su último disco, titulado Héroes de Abril, le canta a los estudiantes, a Monimbó y a los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN).
Este año se cumplieron 40 años de la Revolución, ¿usted que participó en este proceso histórico qué siente al ver que el país está en otra dictadura?
Yo no comparto que la Revolución sandinista cumplió 40 años porque la revolución se truncó, yo fui testigo y parte de ese momento en que la revolución tomó un camino equivocado, cuando a raíz del triunfo de doña Violeta Barrios de Chamorro vino esa rapiña como zopilote – y de la que fui parte- y nos encargamos de echar por la borda todos esos principios y valores.
Era como un campo de exterminio, y me dio mucha tristeza y dije: Este no es mi Frente Sandinista, esta no es la herencia de Augusto C. Sandino, de Carlos Fonseca, de Arlen Siu, de tantos hermanos que derramaron su sangre, ahí la revolución se detuvo. ¿Que algún día se va a retomar, y como la saga de las películas podemos iniciar un nuevo capítulo? No lo sé, pero estos muchachos que entregaron su vida por la libertad de Nicaragua en plena dictadura Ortega-Murillo son los forjadores de una nueva revolución, yo le llamo la revolución de abril.
Y aunque sea un suceso que no tenga la magnificencia de una Revolución como la sandinista, la mexicana u otras tantas, fue una metamorfosis que Nicaragua vivió y yo fui testigo de eso, de ese volver a sentir el hálito de la vida, el hálito de la libertad.
¿Y qué piensa cuando Ortega dice que su Gobierno es una continuidad de la Revolución?
El papel aguanta todo, ellos pueden decir lo que les dé la gana, y para empezar no son capaces de aceptar los mínimos, ni los medianos, ni los inmensos errores que han cometido. No admiten un solo crimen de lesa humanidad, uno solo como la muerte de Álvaro Conrado, la inmolación de la familia que murió quemada en el barrio Carlos Marx, la operación limpieza en Monimbó, ellos nunca van a aceptar nada, ellos todo lo asumen como parte de su defensa de un proceso revolucionario en el que creen.
En su última carta a Ortega le pedía que detuviera la masacre, y más bien ha desatado más represión… ¿Cómo ve la situación del país?
Esos corazones están tan duros que no los penetra nada, ni las oraciones del Papa, ni todo un pueblo, ni las lágrimas de las madres, que forman una inmensa cortina de dolor, nada de eso va a penetrar el corazón de esa gente, lo han demostrado en la práctica. Ojalá no haya necesidad de una nueva guerra en Nicaragua, ojalá no haya más enfrentamientos, ojalá se detengan los crímenes, la persecución, y el terror.
La historia demuestra que los dictadores siempre terminan mal...
Todos, no hay un solo tirano en la historia, uno solo, que haya perdurado durante toda la vida, por la ley de la historia la injusticia, el crimen y la impunidad tienen que desaparecer, y esa es la esperanza que tenemos.
¿Qué piensa del Frente Sandinista y qué futuro le ve?
Yo creo que en toda organización queda gente honesta, yo no puedo con el mismo racero ver a los dirigentes, a los llamados cabecillas de esta situación, como el pueblo mismo. Tiene que haber muchas personas que, honradamente, creen que esa es una revolución y la defiende, yo ahí no me meto. Yo no juzgo, yo solo denuncio lo que yo veo, de lo que soy testigo.
¿Usted vivió la dictadura somocista, comparte que Ortega se está igualando a Somoza?
No me gusta comparar porque de repente se le quita valor a las otras experiencias, yo diría más bien que parece una competencia, parece que esta gente está compitiendo para ser peor que el somocismo, porque no solo comenten los mismos errores sino que los engrandecen, y se hunden en su propia mierda.
¿Y qué responde cuando el régimen lo acusa de traidor?
Eso no me interesa, ni me hace mella, nunca voy a estar a la altura de lo que los demás esperan de mí, es más ni siquiera pretendo estar a la altura de la gente que está de nuestro lado. No tengo que darle cuenta a nadie, sino a mi conciencia y a mi Dios. Lo que yo hago no lo considero heroico, lo considero como algo cotidiano.
¿Cómo valora las negociaciones que se han dado entre la Alianza Cívica y el régimen?
No estoy al tanto, y es un error para un artista que está alejado de Nicaragua y de ese hervidero de ideas, lo único que puedo aportar en ese terreno es un llamado a la unidad. Sin la unidad granítica, sin la unidad a fondo, sin fisuras, nosotros no vamos a alcanzar nuestro sueño. Cada vez que un grupo se divide, el enemigo hace una fiesta, por eso hago un llamado a todos los hermanos que depongamos los personalismos, nadie es dueño de la verdad, solo Dios, y que cada uno aporte. Busquemos un consenso para poder coincidir en valores y principios.
¿Por ahora no piensa volver al país?
No.