La vida del ciudadano serbio Horislav Jaso cambió radicalmente en 1992, cuando a sus 18 años tuvo que huir junto a sus padres y hermana de la guerra civil que estalló en la extinta República de Yugoslavia, de la cual formó parte su país natal.
En su difícil camino hacia una nueva vida nunca figuró Nicaragua. Ni siquiera sabía que existía. Su primer refugio fue Austria, pero al cabo de seis meses se trasladó a Canadá con su familia, en busca de mejores oportunidades, y fue ese cambio lo que terminó poniendo en su destino el país donde ahora quiere terminar su vida.
«Trabajando en Canadá conocí a un amigo de la ciudad de Jinotega que me comenzó hablar de las maravillas de Nicaragua y me invitó a que viniera a conocer y fue así fue como llegué en 1997, como turista», rememora.
Jaso dice que esa visita le bastó para «enamorarse» y visualizar el resto de su vida a orillas del mar Pacífico, en Popoyo, playa localizada en el municipio de Tola, en Rivas. Esa decisión lo llevó en 2015 a iniciar la construcción de un hotel que nombró Jardines del Paraíso sin tener experiencia en el mundo del turismo. Simplemente «quedé encantado y regresé para quedarme», afirma el europeo.
DOBLEMENTE ENAMORADO

Cuenta que la fascinación que le causó visitar las playas del Pacífico nicaragüenses, lo hizo regresar dos años después para comprar una propiedad en San Juan del Sur, con los ahorros que obtuvo durante sus 10 años de trabajo en Canadá como técnico en metalúrgica industrial.
«En esos años no había explotado el boom del turismo en Nicaragua y aproveché que los precios estaban favorables para comprar una propiedad de seis manzanas, con la idea de construir una casa y cultivar la tierra», relata.
Fue entonces que conoció a una nicaragüense de la que se enamoró y que hoy es su esposa. Fue lo que lo hizo reafirmar su deseoo de intalarse definitivamente en el país. Era el añño 2002 y desde entonces mantiene fija su mirada en el turismo.
» Yo he vivido en Nicaragua más de la mitad de vida y mis planes son vivir el resto de mis días aquí, con mi esposa y nuestro cuatro hijos», reafirma el serbio de 49 años.
LA INVERSIÓN
El proyecto turístico que impulsa Horislav Jaso se localiza en una franja costera que pertenece a la comunidad indígena de Las Salinas de Nagualapa. «Me dieron en arriendo cinco manzanas para construir el hotel que ha sufrido retrasos por inconvenientes como el Covid-19, pero ya hay un avance de un 60 por ciento y estamos ofreciendo el servicio de alojamiento en 5 habitaciones, servicio de restaurante y piscina», explica.
Una vez que culminen las obras, el hotel contará con 15 habitaciones, piscina con toboganes, área de restaurante, jacuzzi, parqueo, entre otras comodidades. Es una inversión que ronda el medio millón de dólares.
«Cuando salí de Serbia en mi planes no estaba construir un hotel o dedicarme al turismo, pero estando en Nicaragua el proyecto se convirtió en mi sueño», dice el europeo al recordar que de joven su prioridad y la de sus padres era evitar se alcanzados por las balas de la guerra civil que terminó con la declaratoria de independencia de las seis repúblicas constituyentes que conformaban Yugoslavia. Al repasar ese oscuro episodio, ahora lo ve como el punto de partida hacia al encuentro con el destino de su vida: Nicaragua.
