Las elecciones primarias en Honduras suponen un nuevo rumbo de su débil democracia
La novedad de los comicios es que se celebran bajo medidas de bioseguridad en los puestos de votación por la pandemia de Covid-19 que desde marzo de 2020 sufre Honduras y que ha dejado más de 177.000 contagios, mientras que los muertos se acercan a los 5.000.
- March 14, 2021
- 10:13 AM
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Las elecciones primarias que este domingo celebran tres partidos de Honduras, previo a las generales del 28 de noviembre, suponen el inicio de un cambio para un pueblo pobre al que la clase política lleva cuatro décadas mintiéndole al no cumplirle las promesas de campaña de cada cuatro años.
En los comicios, para los que han sido convocados 4,8 millones de hondureños, participan el gobernante Partido Nacional, Liberal, ambos conservadores, y Libertad y Refundación (Libre, que se define de izquierda).
Una tercera fuerza de oposición es el Partido Salvador de Honduras, de reciente creación, que dirige el excandidato presidencial Salvador Nasralla, que elegirá sus autoridades internas en mayo.
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La novedad de los comicios es que se celebran bajo medidas de bioseguridad en los puestos de votación por la pandemia de Covid-19 que desde marzo de 2020 sufre Honduras y que ha dejado más de 177.000 contagios, mientras que los muertos se acercan a los 5.000.
La principal apuesta de los partidos Libre y Liberal es que las elecciones de hoy marquen el inicio de la salida del poder del Partido Nacional, lo que será definido en las generales de noviembre.
HONDURAS NO HA PODIDO CONSOLIDAR SU DEMOCRACIA EN 40 AÑOS
El país centroamericano retornó al orden constitucional en 1980 después de varios años de regímenes militares, pero su democracia no ha podido ser consolidada.
El golpe de Estado del 28 de junio de 2009 al entonces presidente hondureño, Manuel Zelaya, cuando promovía reformas que la ley no le permitía, derivó en una crisis política y social que además dividió a los hondureños entre "golpistas" y "golpeados".
Además, resquebrajó al Partido Liberal, fundado hace 130 años, que durante un siglo ha alternado el poder con el Nacional.
La crisis surgida en 2009 se agudizó luego de la reelección del actual presidente, Juan Orlando Hernández, aunque la Constitución no lo permite bajo ninguna modalidad.
Una interpretación del poder judicial, en 2015, le dio vía libre a Hernández para que se reeligiera, lo que sigue repercutiendo en el país, por el rechazo de toda la oposición y otros sectores que llevan tres años exigiendo su renuncia.
Debido al marcado bipartidismo y el estancamiento de partidos como la Democracia Cristiana y el Innovación y Unidad-Social Demócrata, fundados hace medio siglo, por ejemplo, los últimos 40 años han sido gobernados por el Liberal y Nacional.
Ambos partidos han ganado cinco elecciones generales cada uno, pero eso no ha representado ni la consolidación de la democracia, ni bienestar para los 9,5 millones de habitantes que ahora tiene Honduras, de los que más del 60 % son pobres y cuya situación empeoró con la pandemia de covid-19 y los daños que, en noviembre, dejaron las tormentas tropicales Eta e Iota.
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Analistas consideran que el país no ha tenido democracia en los últimos 40 años sino votaciones cada cuatro.
"Lo paradójico de estas elecciones es que son más de lo mismo que hemos tenido en los últimos 40 años", dijo a Efe el analista Filadelfo Martínez, de la Fundación Democracia sin Fronteras (FDsF).
Agregó que la importancia de los comicios primarios de hoy es que se acaba un poco la idea de una reelección, que ha sido un "capítulo triste" para el país.
En ese sentido, Martínez considera que con las elecciones primarias "se abre una ventana para recuperar en alguna medida la normalidad de los procesos electorales porque la fuerza electoral es la misma, probablemente más pobre que en procesos anteriores".
Algo que se ha visto en la reciente vida democrática del país es la cada vez menor asistencia de la población a las urnas, lo que se ha traducido en Gobiernos débiles, que llegaron al poder con menos del 50 % de la población apta para votar.
LA POBLACIÓN SALE A VOTAR PESE A LAS FRUSTRACIONES SUFRIDAS CON LOS POLÍTICOS
Martínez señaló que los líderes de los partidos "han sido los que han provocado todas las incertidumbres y las crisis políticas" que ha vivido el país, y que lo que ahora se divisa es "el agotamiento del modelo de democracia electoral que tiene Honduras, basado en el clientelismo político, con una visión patrimonialista del Estado por parte de la dirigencia de todos los partidos políticos".
El país también carece de verdaderos líderes políticos y cada vez son más los hondureños que los rechazan porque no han sido la solución a los múltiples problemas que enfrenta Honduras, como altos índices de pobreza, desempleo, violencia criminal, narcotráfico, corrupción, deficientes sistemas de salud y educación, discriminación e injusticia, entre otros.
En opinión de Martínez, "a pesar de las frustraciones que ha vivido, el hondureño sigue asistiendo a las urnas y vota con la esperanza de que haya un cambio, aunque los partidos políticos han defraudado al país".
"La democracia que se inició en 1980 nunca llegó ni siquiera a la democracia electoral, porque los partidos están controlados por unas élites avorazadas, corruptas y con una vocación antidemocrática muy fuerte", enfatizó el analista.
Cualquiera de los tres candidatos que saldrán hoy de las elecciones primarias tendrá el reto de ganar en noviembre para sacar al Partido Nacional del poder, para lo que con anticipación las principales fuerzas de oposición han venido planteando la importancia de una alianza.
El que gane en noviembre tendrá el reto de enfrentar los graves problemas del país, cuya frágil economía empeoró por la pandemia de covid-19 y los daños que dejaron las tormentas Eta e Iota.
Nada fácil para un país que, además tiene una deuda externa que supera los 10.000 millones de dólares y que en parte se mantiene en pie por los 5.000 millones de dólares que al año están enviando más de un millón de migrantes, que en su mayoría vive en Estados Unidos.
Las remesas familiares representan al menos el 20 % del Producto Interno Bruto (PIB) del país.