Irma Yaritza Huete Iglesias (25 años) decidió migrar a Estados Unidos desde Ocotal, Nueva Segovia, el pasado 10 de mayo. Ese día tomó a su hija de casi cuatro años y salió en busca del sueño de trabajar en ese país para ahorrar dinero con el que pudiera comprar un terreno y construir su casa. No lo logró.
La noche del martes las corrientes del río Bravo, en la frontera entre México y Estados Unidos, frustraron su deseo de alcanzar suelo estadounidense. Se ahogó y al día de hoy el cuerpo de su hija permanece desaparecido. Su historia retrata un drama que registran los medios de comunicación en las últimas semanas.
Como nunca antes, decenas de nicaragüenses están huyendo de la pobreza y la represión que se vive bajo el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Irma, se vio obligada a huir de Nicaragua por la falta de empleo, según cuenta su papá, Luis Adolfo Huete Herrera, un pastor evangélico de una pequeña iglesia rural en Jalapa.
Se dedicaba a trabajar como asistente del hogar cuando conseguía algún trabajo, pero desde hacía tiempo no lograba encontrar quien la empleara. «Papá, aquí no hago nada, no hay trabajo, yo tengo ganas de irme para Estados Unidos», le dijo Yaritza a su papá a inicios de este año. Fue así que empezó el plan de ahorrar dinero para pagarse el viaje que terminó en tragedia.
Su esposo ya estaba en Estados Unidos y le mandaba algo de dinero. Fue por eso que logró ahorrar aproximadamente 6,000 dólares con los que emprendió el viaje con su hija y su hermano Nolvin Rodolfo Huete, de 22 años.
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Originaria de Quilalí, se mudó a Ocotal porque su esposo era de ese municipio norteño. No tenían casa propia y por ello soñaban con comprar un terreno para construir su vivienda.
El pasado martes 17 de mayo, a eso de las 7:00 p.m., llamó a sus padres para decirles que ya estaban en las fronteras, en Piedras Negras, en el Estado mexicano de Coahuila. “Hoy nos van a cruzar el río, esta noche nos pasan y en cuanto estemos al otro lado los llamamos”, le dijo a su papá. La llamada nunca se realizó.
Según reportes de medios mexicanos, el grupo de nicaragüenses se lanzó a las aguas del río Bravo a eso de las 10 de la noche. Empezaron a caminar en el lecho del río, ella se resbaló, cayó y fue arrastrada. No logró ganarle a las corrientes y se ahogó. No está claro si ella llevaba en sus brazos a su hija, lo que sí se sabe es que la niña está desaparecida.
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La pequeña Sofía Abigail cumpliría cuatro años en julio y con su mamá ya hacían planes para celebrarlos junto a su papá en EE.UU. donde las estaba esperando.
Nolvin, el hermano que iba con ella, caminaba adelante y logró atravesar el Bravo y al estar al otro lado se dio cuenta que su hermana y su sobrina ya no iban en el grupo. Empezaron a buscarlas pero no la encontraron, por lo que llamó a su otra hermana en EE.UU. para darle la dolorosa noticia.
“Fijate que no encontramos a la Yaritza y a la niña”, le dijo. Luego se entregó a la patrulla fronteriza. El cadáver de Yaritza fue recuperado por autoridades mexicanas la mañana del miércoles. Fue identificada gracias a que en uno de los bolsillos de su pantalón le encontraron documentos personales incluyendo certificados de nacimiento de ella y de su hijas.
La joven nicaragüense se convierte en la migrante número 26 que pierde la vida en México, intentando alcanzar el sueño americano. Si se confirma que su hija también se ahogó, serían 27, de los cuales 16 se ahogaron en las aguas del Bravo.
“Ella solo quería comprar un solarcito para tener su propia casita y mire lo que pasó. Mi pobre hija cómo fue a terminar. Y no sabemos si la niña también está fallecida”, dijo el padre, adolorido por la noticia.
Don Luis Adolfo fue notificado del fallecimiento de su hija por la ONG Comunidad Nicaragüense en Texas (TNC, por sus siglas en inglés), quien a su vez recibió la notificación oficial por parte del Ministerio Público mexicano.
Lo que sigue ahora es repatriar el cadáver pero la familia no tiene recursos. “Nosotros somos pobres, no tenemos nada, no sabemos cómo vamos a hacer”, dice don Luis Adolfo. La repatriación del cadáver desde México puede costar hasta 3,500 dólares.
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El papá es un pastor de una iglesia muy pequeña, en la zona rural de Jalapa. “Todos mis hijos son evangélicos, buenas personas ,y trabajadores, ahora me falta una que se iba del país para trabajar”, narra el padre de la joven migrante nicaragüense fallecida. El sueño americano de Irma sucumbió junto con el sueño de construir su casa en su tierra.
