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Reporte 505

Nicaragua, el país donde la solidaridad se convirtió en delito

Daniel Ortega ha convertido la solidaridad en un delito, en Nicaragua quienes se atreven a ayudar a sus semejantes se arriesgan a sufrir represión o cárcel.

Daniel Ortega
Daniel Ortega junto a Rosario Murillo.

Daniel Ortega retomó el poder en 2007 y desde entonces lo ha retenido mediante cuestionados procesos electorales y un férreo control que ha derivado en la progresiva privación de derechos civiles y libertades a los ciudadanos. La solidaridad, por ejemplo, desde el año 2015 es «por su ley» un delito en Nicaragua, y aquellos que se atreven a ayudar a otros se arriesgan a sufrir agresión o cárcel.

Esta realidad choca con el discurso de Rosario Murillo, la sancionada mujer de Ortega quien, también por imposición, ejerce como vicepresidenta y vocera. Murillo lleva años pregonando que Ortega gobierna Nicaragua bajo un modelo cristiano, socialista y solidario, pero defensores de derechos humanos, la comunidad internacional y opositores lo que identifican es la construcción de un régimen autoritario mediante el control de la fuerza. Algo que fue más evidente a partir de 2018, cuando la Policía y los grupos de choque afines al orteguismo desmantelaron mediante ataques armados las protestas ciudadanas en demanda de sus derechos y del restablecimiento de la democracia, según consta en los informes sobre esos sucesos que elaboró la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), así como el seguimiento que ha dado la Oficina del Alto Comisionado de Nacional Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh).

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Cada iniciativa ciudadana o de organismos para prestar asistencia humanitaria en momentos de desastre, Ortega la «aplasta» y es la Policía el brazo que utiliza para intimidar a la población y así apagar la llama de la solidaridad.

Entre los innumerables casos, destaca el decomiso de 800 quintales de alimentos que el Movimiento Campesino de Nicaragua llevó a las familias del llamado Corredor Seco afectados por la sequía en octubre de 2015.

ENTRE LA PERVERSIDAD Y EL MIEDO

La doctora Vilma Núñez, del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), dice que las acciones de Ortega son parte de su comportamiento “perverso” para tratar de mantener dispersa la unidad de la población.  “Aquí está prohibido la solidaridad, las donaciones”, critica.

La defensora señala que cada vez que nace una iniciativa de solidaridad Ortega la va a aplastar. Deduce que es por temor a que la población se organice y ejerza presión sobre él, como ocurrió en 2018 cuando miles de ciudadanos protestaron en las calles, en principio contra las reformas a la Seguridad Social que afectaba a los adultos mayores. “Es una mezcla de perversidad, una mezcla de miedo, de autoritarismo; o sea todas las acciones características de un régimen dictatorial y opresivo”, sostiene Núñez.   

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Hay otras acciones contra la solidaridad ejecutada por la Policía, como cuando un grupo de jóvenes intentó llevar agua al padre Edwin Román y familiares de presos políticos, que hacían huelga de hambre dentro de la parroquia en Masaya, y terminaron encarcelados y llevados a juicio.

La más reciente fue hace unos días, cuando pobladores y medios de comunicación de distintas ciudades se dieron a la tarea de recaudar víveres para llevarles a los damnificados del huracán Eta, y sufrieron asedio policial. Tras el impacto de los dos huracanes -Eta e Iota- muchos ciudadanos y organizaciones optar por realizar colectas de manera silenciosa, casi a escondidas para evitar el acoso policial.

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Para Gonzalo Carrión del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca+, el Estado debe ser un facilitador en lugar de perseguir a la gente que quiere ayudar. “Perseguir, poner obstáculos, para que la población exprese solidaridad es criminal”, indica Carrión.

Para el defensor de los derechos humanos, Ortega está acostumbrado en estos 13 años que lleva en el poder a que todo se haga a través de ellos para crear entre la población cierta dependencia y agradecimiento.

“Mira la gran contradicción, castigan la solidaridad del pueblo hacia la gente que lo necesita y que es de derecho expresar cariño y solidaridad, la castigan a lo interno, la persiguen, la bloquean, pero hacia afuera estirando la mano, buscando plata de los mecanismos internacionales a los cuales permanentemente viven cuestionando”, cuestiona Carrión.

DERECHOS HUMANOS

Álvaro Leiva, de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH), dice que régimen de Ortega no muestra una voluntad para mejorar el tema de la promoción y protección de los derechos humanos en Nicaragua, al contrario, está concentrado en seguir reprimiendo al pueblo y acrecentar la crisis sociopolítica, la cual se agravó con el paso de dos poderosos huracanes en menos de 15 días y el impacto del coronavirus.  

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“Hoy por hoy lo que él (Daniel Ortega) ha promovido es dolor, luto derramamiento de sangre y una profunda crisis que es permanente en esa dirección sin posibilidad de que exista una mejoría en los derechos fundamentales de los nicaragüenses”, expuso Leiva.

Pero los pobladores afectados por los dos huracanes sienten otra forma de opresión de parte de Ortega y es cuando le piden el carné del partido Sandinista para recibir zinc y así reparar el techo de sus casas. Vilma Núñez, dice que este punto ya lo ha denunciado con fotos y videos para demostrar la veracidad de la información.

“Lanzó (Daniel Ortega) su campaña reeleccionista para el 2021, la montó en la tragedia de la gente de los huracanes”, expuso.

CONTRIBUCIONES CLANDESTINAS O TRAVÉS DE ORGANISMOS

Miembros de la Cruz Roja nicaragüense empacan víveres que serán entregados a las personas afectadas por los huracanes Iota y Eta hoy, 24 de noviembre de 2020, en Managua (Nicaragua). EFE/Jorge Torres

Tras el impacto de los huracanes, diversos organismos no gubernamentales y de asistencia humanitaria como Cruz Roja recaudan fondos y víveres para los afectados, pero esa labor es negada a organizaciones o colectivos con disposición para colaborar. Ante el riesgo de que decomisen las ayudas, algunos la entregan de forma clandestina, incluso la Iglesia católica, que es una de las instituciones en la que más confían los nicaragüenses. El domingo en las parroquias se copió ayuda para los damnificados de los huracanes Iota y Eta, pero fue entregada “en secreto” por los donantes, por recomendación del cardenal Leopoldo Brenes, y por prudencia, aparentemente para evitar represalias por parte de la Policía.

Los fieles católicos acudieron a sus parroquias en medio de la pandemia de covid-19 para brindar su ayuda a los necesitados, luego de un llamado para apoyar, emitido por el cardenal Leopoldo Brenes

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