Después de ver como los feligreses llegaban donde los sacerdotes de Matagalpa a exponer los atropellos del régimen Ortega Murillo, tras las protestas de abril de 2018, el obispo de esa diócesis, monseñor Rolando Álvarez, decidió abrir una oficina de derechos humanos para atender a estas personas y denunciar sus casos.
Así lo reveló el padre Uriel Vallejos, exiliado y acusado en el mismo proceso judicial que el régimen lleva contra monseñor Álvarez, en entrevista con los periodistas José Calderero y el nicaragüense Israel González, para el medio Alfa & Omega.
Vallejos relató que los fieles se quejaban de que a sus hijos se los habían encarcelado, asesinado o se tuvieron que ir a exilio, por lo que monseñor reunió a sus sacerdotes y les informó de que iba a abrir una oficina clandestina de derechos humanos.
«En aquella reunión preguntó quién quería, libremente, participar y advirtió de que quien lo hiciera podría acabar en la cárcel o exiliado», reveló el sacerdote, quien agrega que así ha sido, porque todos los voluntarios de esa oficina, incluido él, están hoy en prisión o fuera del país.
SECUESTRADO Y ENJUICIADO
Monseñor Álvarez fue secuestrado por la Policía Orteguista el viernes 19 de agosto del pasado año 2022, junto a otros ocho sacerdotes y colaboradores, cuando ya tenían 15 días de estar bajo el acoso de los policías.
Los acompañantes secuestrados junto a Álvarez ya fueron declarados culpables, por la justicia orteguista, de los supuestos delitos de conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas.
Los declarados culpables son los sacerdotes Ramiro Tijerino, Sadiel Eugarrios Cano, José Luis Díaz y Raúl Vega González, así como los seminaristas Darvin Leiva Mendoza y Melkin Antonio Centeno y el camarógrafo Sergio Cárdenas.
En cuanto a monseñor Álvarez, fue acusado en diciembre y enviado a juicio oral y público.
EL ASEDIO AL PADRE VALLEJOS
Vallejos estuvo asignado a la parroquia Divina Misericordia, en Sébaco, Matagalpa, y adeptos al régimen Ortega Murillo solían grabar sin permiso sus homilías para poder utilizarlas en su contra. Según cuenta, a la parroquia llegaban incluso militares vestidos de civiles a los que reconocía por las botas.
“Varias fuentes me habían dicho que iban por mí, así que cuando el régimen cerró dos emisoras católicas en un extremo del país pensé que los siguientes íbamos a ser nosotros”, relató Vallejos a Alfa & Omega, porque en su parroquia hay un colegio y también funcionaban una televisión y una radio.
Las autoridades del régimen se presentaron en la parroquia el día primero de agosto de 2022.
“Venían cuatro personas para clausurar la radio. Querían entrar en el lugar donde estaban los equipos, pero me negué y, antes de irse, me advirtieron: Aténgase a las consecuencias”, explicó el sacerdote, quien añadió que un cuarto de hora después se aparecieron seis policías con unas tenazas para abrir la puerta.
“Nosotros habíamos tomado la precaución de cerrar todo con doble llave y nos recluimos en una sala”, recuerda el religioso.
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VIO LLEGAR A AVELLÁN
A través de las cámaras de seguridad, vio cuando el comisionado Ramón Avellán ingresó al edificio con 200 agentes policiales. “Ahí me di cuenta de que no venían por la radio, sino también por mí”, reveló el padre Vallejos.
La toma del local, con ellos dentro, duró tres días. Les cortaron la energía y tampoco tenía comida.
El asedio terminó gracias a la intervención de los obispos. “El presidente de la Conferencia Episcopal (monseñor Carlos Herrera) me dijo que el Gobierno me quería en la cárcel, pero Rolando Álvarez comenzó a negociar y consiguió que aceptaran que me fuera al seminario de Managua a cambio de mi silencio”, siguió contando Vallejos.
Vallejos fue trasladado como si fuera un terrorista, custodiado por los 200 policías que habían llegado con el comisionado Avellán.
AL EXILIO
En la puerta del seminario de Managua fueron colocados dos furgones policiales para que Vallejos no pudiera salir del edificio y el sacerdote decidió exiliarse.
“Pagué a un coyote, que me sacó del seminario en coche aprovechando el cambio de guardia”, narró el cura. La frontera la pasó a pie. “Iba medio muerto. Llevaba varios días sin ver el sol, comiendo mal, y tuve que andar durante horas por el barro. Incluso me tuve que lanzar al río cuando nos sorprendió una patrulla del Ejército”, indicó Vallejos.
La Iglesia de Costa Rica refugió a Vallejos hasta que este decidió irse más lejos. “No puedo callar la verdad, aunque tengo miedo de que por esta entrevista puedan torturar a los sacerdotes que están en la cárcel”, manifestó.
LA ORDEN DE CAPTURA
Tras ser acusado en ausencia, el régimen Ortega Murillo informó que se giró orden de captura internacional contra el padre Vallejos, pero él supo por fuentes extraoficiales que es una mentira.
«No te lo vas a creer, pero fue un bulo del Gobierno. Dijeron que habían pedido a la Interpol mi captura, pero un contacto dentro de la ONU me confirmó que el régimen de Ortega no había girado oficialmente ningún requerimiento contra mí», aseguró el sacerdote al medio Alfa & Omega.
