El arzobispo de Managua, monseñor Silvio Báez, reflexionó este domingo sobre el servicio del sacerdocio, el cual no se limita con ser «simplemente miembros de una organización religiosa, ni personas instruidas en profundas ideas filosóficas, ni tampoco gente que se esfuerza por vivir unos altísimos valores éticos».
La homilía del arzobispo de Managua podría interpretarse como un llamado de atención a sus pares nicaragüenses que enfrentan en silencio la presión de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, llegando al extremo de apresar y enjuiciar al obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez y a una decena de religiosos.
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En su sermón, Báez recordó que el servicio sacerdotal exige «dejar todo aquello que vuelve mediocre y oscura nuestra vida», incluyendo «los miedos que nos paralizan».
Además, enfatizó en la necesaria renuncia a las maniobras de la corrupción, «a las ambiciones irracionales que se sirven del poder para oprimir y a la cómoda complicidad que calla ante la injusticia», dijo.
Ysin hacer alusión directa a la situación de la Iglesia católica de Nicaragua, durante la celebración eucarística rogó desde Miami por los pueblos oprimidos que sufren por falta de libertades.
LUCHA CONTRA LO QUE OPRIME Y HUMILLA
El jararca, que desde 2019 fue forzado al exilio por su postura crítica ante las violaciones de los derechos humanos en el país y que ahora predica desde la iglesia Santa Agatha de Miami, remarcó que el sentido de la labor cristiana es involucrarse en los procesos de la historia y aportar a preservar la vida y la libertad.
Sus exhortaciones estuvieron inspiradas en el evangelio que narra cuando Jesús vio a cuatro pescadores a orillas del lago Galilea, los llamó para que lo siguieran y se convirtieron en sus primeros discípulos reiteró que «ser ‘pescadores de hombres’ es ser liberadores de hombres, es decir, personas que defiendan la libertad y la dignidad de las personas, luchando contra todo lo que oprime y humilla al ser humano».
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CRISIS EN NICARAGUA
Desde 2018 Nicaragua está sumida en una espiral represiva que en el año 2022 alcanzó a la Iglesia Católica y que escaló del asedio y ataques verbales a la censura, restricción de libertades, expulsión y destierro de religiosos y, lo más grave, el encarcelamiento del obispo Álvares y siete religiosos entre otros colaboradores de la Diócesis de Matagalpa.
El obispo, de 56 años y quien también es administrador apostólico de la Diócesis de Estelí, ha permanecido en arresto domiciliario, acusado de presuntos delitos de conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional y propagación de noticias falsas en perjuicio del Estado y la sociedad nicaragüense.
La Policía lo acusó de supuestamente liderar a grupos violentos para promover «actos de odio» con el fin de «desestabilizar al Estado».
El arresto de monseñor Álvarez fue ordenado en la madrugada del viernes 19 de agosto de 2022, tras pasar 15 días sitiado por la Policía en el palacio episcopal de Matagalpa junto con cuatro sacerdotes, dos seminaristas y un camarógrafo.
