El preso político Walter Gómez está encerrado en tinieblas y ha perdido 60 libras de peso

En tinieblas, aislado, sin acceso a material de lectura y durmiendo en una “cama” de concreto, así estaría recluido en las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial, en Managua el preso político Walter Gómez.  

Su familia presentó este miércoles un retrato hablado que evidencia un “deteriorado estado de salud”, una excesiva pérdida de peso y advierte sobre los posibles daños que las condiciones de su encierro pueden provocarle.  

“Walter pesaba 210 libras al momento de su captura y hoy pesa aproximadamente 150 libras. Está en una celda en donde permanece en total oscuridad todo el día, solo lo sacan a tomar sol 10 minutos una vez a la semana”, denunció su esposa María Consuelo Céspedes. 

Walter Gómez, quien se desempeñaba como administrador financiero de la extinta Fundación Violeta Barrios de Chamorro, fue detenido el día 28 de mayo del 2021, sin una orden de arresto y condenado a 13 años de prisión por supuesto lavado de dinero.  

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A su familia le preocupan las condiciones de detención en los que permanece en El Chipote y el bloqueo de la Policía Orteguista al acceso de material de lectura y de higiene personal.  

“A Walter solo le permiten que le llevemos tres botellas de agua y tres jugos los siete días a la semana. Como familia nos sentimos sumamente preocupados por su acelerada pérdida de peso y extrema delgadez. Nos preocupa los posibles daños físicos y psicológicos que estas condiciones pueden acarrear”, insisten.  

DEMANDAS  

La esposa del preso político demandó a la dictadura de Daniel Ortega el cese de incomunicación y el aislamiento entre Walter Gómez y sus familiares. 

Que se les permitan llevarle una vez a la semana paquetería con galletas, granolas, frutas, entre otros productos.  

También solicitan el acceso a colchonetas nuevas y sábanas, ya los presos políticos “duermen en una cama de concreto, en celdas insalubres y húmedas”. 

Finalmente, exigen tener un calendario regular de visitas, “ya que los vemos cada 40 o 50 días y que nos permitan que los hijos menores puedan verlos y escribirles”.