Crónica de una mañana en el café de las despedidas, en Diriamba

En un sitio modesto y acogedor en Diriamba, conocido como el café de las despedidas, las familias se reúnen para despedirse, antes de tomar los autobuses que los llevan a Costa Rica

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  • January 06, 2023
  • 01:56 AM

Una taza de café recién molido que solo cuesta diez córdobas matiza el trago amargo de una despedida sin fecha de retorno. El aroma del grano se funde con las salobres lágrimas de quienes entre sorbo y sorbo esperan el autobús que los llevará hacia Costa Rica.

El sitio es modesto y acogedor. Tiene una ubicación privilegiada, pues está a la orilla de la Carretera Panamericana Sur, a pocos metros de la torre del reloj de Diriamba, donde a diario muchos diriambinos se reúnen para esperar las unidades de transporte de las diferentes compañías que viajan hacia el vecino país del Sur.

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El local abre casi al amanecer, pero es a partir de las 8 de la mañana cuando empiezan a congregarse los viajeros. Algunos llegan solos, a otros les acompañan sus parejas o hijos, y los más jóvenes llegan con sus padres.

Entre los viajeros de este primer jueves de 2023 hay quienes viajan por primera vez para probar suerte en busca de empleo. También hay veteranos de las despedidas que suelen visitar a los suyos solo para pasar el fin de año.

Mientras endulzo la taza de café que está humeante, ideal para combatir el frío diriambino en esta época, es inevitable escuchar los lamentos de una mujer de unos 40 años que está en la mesa de al lado.

“Ojalá me pueda acostumbrar, solo porque tenemos esa deuda estoy haciendo este sacrificio. Esto es duro, dejar a mi hijo, pero si no pago podemos perder la casa”, le decía al hombre que la acompañaba mientras se limpiaba las lágrimas.

“Vos parecés loca, si vas conmigo, además, te dije que no te enjaranaras para hacer fiesta, pero no hiciste caso. Tu mama va a cuidar bien al chavalo”, fue el "consuelo" que recibió del hombre.

VIAJO SOLA POR PRIMERA VEZ

-“¿Usted viaja sin maletas?”, preguntó una mujer para romper el hielo.

Se llama Daysi, tiene 60 años, viajaba por primera vez, iba a Costa Rica y llegó al café sin compañía.

“Yo hasta ahora vengo. Es rico el café, pero entré para pasar el tiempo mientras viene el bus. Estoy un poco nerviosa, es la primera vez que viajo y me da miedo ir sola. Nunca he puesto un pie fuera de mi país, pero mi hija va a tener niño y por eso me voy, para ayudarle”, empezó a decir la señora sin hacerle preguntas.

En San José a Daysi la esperaba la hija que adoptó a sus 35 años, pues no pudo embarazarse. La joven estudió marketing y publicidad, pero al graduarse no encontró trabajo y decidió emigrar a Costa Rica para trabajar en el servicio doméstico.

Tiene tres años en ese país y "tuvo la suerte" -dice su madre- de "hallar a un buen muchacho (como pareja)", un hijo de una patrona que tuvo”, confió la señora, frente al lugar un niño de unos 8 años rompía en llanto mientras abrazaba a su madre.

“Es su único hijo y se va porque no ha hallado trabajo y el marido se le murió hace tres meses”, contó doña Daysi quien reconoció a la mujer, una vecina de su cuadra de la que no tenía idea que viajaría ese día.

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Cerca de las 9:30 de la mañana, la madre que partía dejando a su hijo, gritó: “ya viene el bus, ya viene el bus”. De prisa, casi todos los que estaban en la cafetería dejaron sus asientos, tomaron sus maletas y salieron.

El bus enorme, con un volcán azul pintado en su carrocería, se detuvo a escasos metros y ahí empezaron a abordar los diriambinos que se iban, dejando atrás el café de las despedidas para formar parte de las frías cifras de los migrantes que eligen como destino Costa Rica, el lugar donde encuentran consuelo para las diversas problemáticas que viven en Nicaragua y que parecen imposibles de solucionar.

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