Así fue la “Operación Guardabarranco” para recibir a los 222 presos políticos desterrados en Estados Unidos
Integrantes del Instituto Raza e Igualdad cuentan su experiencia en la operación que recibió a los presos políticos de Nicaragua en Estados Unidos. Aunque estén libres, la crisis continúa, advierten.


- February 22, 2023
- 08:27 AM
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En un tiempo récord de 72 horas toda la oficina del Instituto Raza e Igualdad en Washington trabajó sin descanso en una misión que recibió su nombre tres días después de iniciada. El Departamento de Estado de Estados Unidos les había pedido preparar todo para la llegada de 222 personas que habían sufrido torturas y violaciones de derechos humanos sin decirles que se trataba de los presos políticos de Nicaragua. Así comenzó un trabajo logístico inmenso que el 9 de febrero recibió el nombre de “Operación Guardabarranco”.
La selección del Instituto Raza e Igualdad para recibir a los excarcelados políticos no fue casualidad. Desde el 2018, con el inicio de la crisis sociopolítica desatada por la represión orteguista, esta organización internacional tuvo que reestructurar todo su trabajo en Nicaragua para colaborar en iniciativas para la promoción y defensa de los derechos humanos en el país.
El año pasado, había liderado dentro de un grupo de organizaciones de la sociedad civil la petición para la creación del Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Desde el inicio de la crisis también asumió con destacada participación las labores de denuncia y demanda de liberación de los presos políticos a nivel internacional.
Cuando el avión despegó de Managua, Carlos Quesada, director ejecutivo del Instituto, fue notificado de que se trataba de las personas presas políticas de Nicaragua.
“Como centroamericano, costarricense, he vivido muy de cerca la historia de Nicaragua. Para mí trabajar Nicaragua es muy personal. Fue uno de los días más felices de mi vida a mis 53 años. Fue una mezcla de emociones: llorar, celebrar, fue una cosa que nunca voy a olvidar”, recuerda.
En los últimos cinco años, Christina Fetterhoff, la directora de programas del Instituto Raza e Igualdad había leído los nombres y expedientes de varios presos políticos. La organización los había representado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que posteriormente elevó los casos a la Corte Interamericana con sede en San José, Costa Rica. Haberse podido encontrar por primera vez cara a cara con ellos el 9 de febrero, cuando fueron desterrados a Estados Unidos por la dictadura de Daniel Ortega, lo recuerda con una “inmensa alegría”.
“Los conocía por los hechos en el papel desde hace varios años y mirar a los ojos a esas personas fue una alegría inmensa. Fue una semana muy intensa, pero me siento muy honrada por haber tenido la oportunidad de formar parte de esta operación para recibir a estas 222 personas desde Nicaragua”, comparte.

EL RECIBIMIENTO
Cuando el avión aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Washington-Dulles ya estaba todo listo. Dos hoteles habían sido reservados para acogerlos. Ahí se les entregó abrigos, teléfonos, ropa, calzado, productos de aseo personal, alimentación y un viático. Las jornadas de trabajo para prepararlo todo en esa semana se extendieron hasta las tres de la mañana.
Zuelika Rivera, Oficial del Programa LGBTI para América Latina de Raza e Igualdad, había recorrido Washington, Maryland y Virginia en busca de los teléfonos, planes de internet, calzado, ropa y todo lo solicitado.
Con la llegada de los excarcelados políticos la “Operación Guardabarranco” no había terminado. Muchas de las personas desterradas salían de Nicaragua por primera vez y no hablaban inglés. Requerían ayuda para conectarse a internet, para llenar formularios o información básica para desplazarse.
“Fue un gran alivio y un gran sentimiento de poder ayudar y haber hecho algo. Fueron días de ser intérprete, buscar vuelos, enseñar cómo usar un teléfono. El primer día fue de tanta alegría, daban las gracias, estaban felices de estar libres y tristes porque estaban desterrados y preocupados de qué iba a pasar con sus familiares”, comenta Rivera.

David Álvarez, coordinador del Consorcio de Derechos Humanos del Instituto Raza e Igualdad, dice que lo obtenido fue una operación inédita y requirió de un esfuerzo grande.
Desde el momento en que llegaron la participación fue en tres cosas puntuales: “por trivial que suene les ayudamos a configurar sus teléfonos y pudieron tener comunicación con sus familias apenas llegaron a Estados Unidos; pasajes para que pudieran trasladarse a los estados donde se iban a estar quedando; ayudarlos a la contención”.
“Profesionalmente ha sido uno de los momentos más relevantes de mi carrera. Pocas veces puedes ver de forma tan directa el resultado de tu trabajo”, explica con orgullo.

LA CRISIS CONTINÚA
Para la organización, la excarcelación de 222 presos políticos en Nicaragua fue importante desde el punto de vista de garantizar la libertad de las personas que estaban en prisión: gente que estaba torturada, aislada y en condiciones de detención arbitraria.
“Pero no podemos celebrar el contexto en el que se enmarca esta realidad. Es un gobierno autoritario, se continúan violando los derechos humanos en el país, no hay oportunidad para disentir, hay cero libertades de expresión y de asociación”, señala Carlos Quesada, el director ejecutivo del Instituto Raza e Igualdad.
La organización asegura que seguirá monitoreando y denunciando la situación en el país donde quedan al menos 35 presos políticos.
“No podemos olvidar que el régimen Ortega Murillo es una dictadura y en las dictaduras, de izquierda o derecha, se violan todo tipo de derechos humanos”, concluye.