Automedicación: Los nicaragüenses consultan primero a Google que al doctor

Recurren primero al internet que al doctor para buscar remedio a sus enfermedades. Las búsquedas son más marcadas en zonas rurales como Río San Juan, Boaco, el Caribe Norte, Chontales y el Caribe Sur.

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  • February 27, 2023
  • 02:32 AM

Hace más de un año que a “Fernanda”, de 35 años, comenzó a “atormentarla” un dolor fuerte en la parte baja de la espalda. Los primeros síntomas los asoció con las ocho horas que a diario pasa sentada en la oficina financiera para la que trabaja, pero con el tiempo el dolor se volvió más intenso y detectó que se le agudizaba al orinar. “Pedí cita en mi clínica previsional, me mandaron exámenes y me programaron con el especialista, todo bien hasta que me mandaron a esperar cuatro meses para la consulta. No iba a pasar aguantando todo ese tiempo, tampoco se me ocurría ir a un privado, así que coloqué en internet lo que sentía y encontré la solución”, alardea.

El caso de “Fernanda” no es aislado. Cada vez son más los nicaragüenses que confían su salud a la información que les arroja una búsqueda en internet y que prácticamente convierten a Google en su doctor de cabecera.

En este popular buscador la consulta más común es “para qué sirve” un determinado fármaco. También hay quienes, al igual que Fernanda, cual si de un médico se tratara, detallan síntomas y averiguan un tratamiento.

En los últimos 12 meses, según los datos de Google Trends analizados por DESPACHO 505, en Nicaragua las búsquedas como “para qué sirve…” la loratadina, metamizol, difenhidramina, prednisona o el orégano han tenido un crecimiento exponencial.

Las búsquedas son aún más marcadas en zonas rurales como Río San Juan, Boaco, el Caribe Norte, Chontales y el Caribe Sur.

En el último año Google ha registrado al menos 3.937 búsquedas en estos departamentos sobre medicamentos que, en otros países, solo podrían obtenerse en las farmacias con receta médica.

También predominan consultas sobre los efectos en la salud del consumo de diclofenac, naproxeno, ketorolaco, amoxicilina y el alprazolam.

LA MAYORÍA COMPRA MEDICINAS SIN RECETA

Darwin es propietario de una farmacia y asegura que, durante las 12 horas que su establecimiento permanece abierto al menos el 80% de los clientes que atiende buscan fármacos que ellos mismos se han recetado, o en el mejor de los casos le comentan sus síntomas para que él les sugiera.

“Son pocos los pacientes que vienen con recetas médicas. Aquí la gente viene y me pregunta: ‘¿Qué puedo tomar para tal cosa?’, o simplemente piden cualquier medicamento. Yo les digo que no soy doctor, porque es un riesgo recetar así por así, pero ellos hasta suplican para que les venda algo que les ayude según la situación que presentan”, refiere el farmacéutico.

Explica que consciente sobre lo contraproducente que es la automedicación, suele recomendar fármacos que no sean de venta restringida, ya que no puede dejar de vender. “Da pesar ver a la gente que te suplica que les recetés algo, porque no tienen para pagar una consulta médica. En Nicaragua, siempre la gente se ha automedicado, pero yo siento que después del Covid esto ha incrementado, ya sea porque les da miedo ir a los hospitales o porque, simplemente, no confían en la atención que reciben”, apunta.

La automedicación es un problema de salud pública y el mal uso de la tecnología para consultas sobre problemas de salud es un fenómeno que incremente el riesgo en sociedades donde esta mala práctica no es controlada. El Observatorio del Comportamiento de la Automedicación, de la Organización Panamericana de la Salud, advierte los riesgos, que van desde los efectos adversos para la salud de quienes la practican hasta el desarrollo de resistencia a los antibióticos.

EL FACTOR POBREZA

Doña Mariana es una mujer de 62 años que depende de una pensión por viudez que equivale a 2.350 córdobas mensuales. No tiene derecho a atención médica ni a medicinas en el Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, por lo que asegura que tiene que automedicarse.

“Soy paciente crónica, padezco hipertensión y antes iba al programa que hay en el centro de salud, pero cuando vino la pandemia dejé de ir por miedo y, además, no vale la pena perder toda la mañana si nunca hay medicamentos. Mis pastillas no las dan ahí, pero además son médicos generales los que atienden, la mayoría son estudiantes, así que, si les decía de mis dolencias y ni caso me hacían”, comenta la señora.

Doña Mariana confiesa que ha aprendido a auxiliarse del internet para buscar alivio a sus dolencias. Asegura que ahí busca los medicamentos que pueden caerle bien, según los síntomas que introduce en el buscador.

“Antes la consulta con el internista me costaba 500 pesos, así que si me sentía mal iba, pero ahora son 25 dólares, casi la mitad de mi pensioncita y si pago consulta no puedo comprar las pastillas, así que me meto a internet y ahí voy leyendo qué me puede caer bien. Se me había hecho una llaga en el pie, busqué una crema en internet y me cayó bien”, prosigue.

“Yo sé que no todo lo que uno encuentra es verdadero, pero yo siempre me fijo bien”, refiere.

RIESGOS DE LA AUTOMEDICACIÓN

El doctor Alejandro Lagos reconoce que la automedicación “es una cuestión cultural frecuente, y ahora hasta se ve como una oportunidad” debido a la situación económica, pero advierte que el riesgo que se corre es alto, porque se consumen fármacos inadecuados o que pueden resultar peligrosos.

“Hay medicamentos que podríamos llamar comunes, que la gente compra porque tienen fama de ser buenos para x o y enfermedad, pero nadie sabe si son alérgicos a alguno de sus componentes y de esa forma se ponen en riesgo”, comparte el médico especialista.

En el caso de los niños, asegura que la automedicación es aún más complicada y riesgosa. “Por ejemplo, cuando notan que un niño está cansado, por insuficiencia respiratoria y tiene fiebre, le dan Panadol verde o antigripal, este medicamento contiene fenilefrina que cierra los bronquios, porque es un vasoconstrictor y ponen en riesgo al niño”, explica.

El abuso de antibióticos es otro factor de riesgo, porque el uso de estos medicamentos frecuentemente provoca resistencia a ellos y será mucho más difícil tratar una infección a futuro.

“La automedicación no es recomendable, lo ideal es ir al médico. Es importante que la gente sepa que pueden poner en riesgo la vida, muchos a los que un medicamento les cayó bien se dedican a recomendarlo”, enfatiza el especialista.

La OPS apunta que entre los medicamentos más empleados sin control están antibióticos como los macrólidos (Azitromicina) y fluoroquinolonas (Ciprofloxacina). Al respecto, las Sociedades Científicas han alertado sobre el impacto del uso indiscriminado de estas moléculas en la resistencia antimicrobiana, además, que mal utilizados pueden ocasionar efectos secundarios como arritmia cardiaca.

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