“Todos los salvadoreños quieren emigrar”
Luis López, 30 años. Sicólogo, vive en Murcia, y huyó de su país por los altos niveles de inseguridad.
- November 29, 2019
- 03:00 AM
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Luis López, 30 años. Sicólogo, vive en Murcia, y huyó de su país por los altos niveles de inseguridad.
CARTAGENA - López, un sicólogo de 30 años, tenía un empleo estable en una organización estatal y económicamente se encontraba bien. Su migración no respondió a pobreza sino a la frustración de vivir en un país en que no podía gozar cosas tan sencillas como un paseo en motocicleta o una cena nocturna con compañeros en algún restaurante de su municipio Chalchuapa, en el departamento occidental de Santa Ana, el segundo más importante de El Salvador.
“Terminé la carrera en 2012 y a los pocos años empecé a ejercer mi profesión, me costó un poco estabilizarme y justo cuando tomé la decisión de venirme tenía un trabajo estable con una organización estatal que me daba cierta estabilidad, dentro de lo común para un salvadoreño. Lo que me motivó a venirme, fue el tema de la inseguridad”, cuenta el joven moreno cuya mirada triste divaga cuando recuerda su salida.
Allá en Chalchupa, Luis se sentía como en una prisión, limitado a estar en casa a las 9:00 p.m. como máximo para evitar el riesgo de ser víctima de las pandillas que reinan en ese territorio salvadoreño. “No tenés vida”, agrega.
Luis creció en uno de los municipios más violentos de El Salvador. Sus más de 80,000 habitantes han hecho común despertarse con noticias de extorciones y homicidios. Incluso, por algunos años le llamaron “la ciudad del miedo”, y no es casualidad cuando ahí radican dos de los grupos delincuenciales más temibles de la región centroamericana: la mara MS y la mara 18.
“Mi municipio era uno de los municipios más calientes y peligrosos del país, con mayores índices de violencia y presencia de pandilleros. Lo difícil de ese municipio es que la división de las pandillas está muy estratificado. Todo el centro de la ciudad domina la mara 18, y la mayoría de las colonias, en las afueras, domina la mara MS”, dice Luis, hablando a veces entre pasado y presente, como si una parte de él negara la realidad por el solo hecho de no estar ahí.
Esa división territorial de las maras, ha provocado una tensión demasiado fuerte que ha dejado en fuego cruzado a los ciudadanos comunes y corrientes, al punto que si un poblador de una zona dominada por la mara MS visita territorio de la mara 18 es visto como una amenaza, y las amenazas se esfuman con muerte.
“En El Salvador no se puede vivir tranquilo, las personas me animaban a salir. Nunca alguien me dijo: pensala”.
EL SUEÑO AMERICANO
En El Salvador todos los que aspiran a migrar ponen sus ojos en Estados Unidos, y muy pocos piensan en un viaje que cruce el Atlántico de costa a costa. La mayoría de inmigrantes se aventuran por la vía terrestre hasta territorio norteamericano, sorteando los cárteles mexicanos y las duras medidas migratorias impuestas en los últimos años.
“Al momento de pensar en migrar, uno busca alternativas, uno se pone a pensar con qué recursos contás, qué posibilidades hay. Uno no dice me iré a Japón, uno ve lo que está al alcance, y uno de los factores que influyó es que yo ya tengo familia acá en España”, comenta el joven.
- ¿Nunca te dejaste encantar por el sueño americano?
Nunca me encantó el sueño americano, me dediqué a ver documentales sobre la migración hacia Estados Unidos, y me impactaba ver gente que se fue y no se supo nunca de ellos, si murieron en el desierto o los mataron.
Luis ve descabellado irse “mojado” a Estados Unidos, y cuestiona a quienes optan por esa vía. Lo dice por todos los riesgos que supone. “Siempre critiqué, con mi papá, a la gente que se iba mojado a Estados Unidos. Pensábamos que la solución no era esa, a parte de todos los riesgos que implica eso, ya estando allá vivís para el dinero, y llega un momento en el que no tenés vida”.
Asegura que no busca hacerse rico en España, solo quiere vivir con la tranquilidad y seguridad que no le daba su país. “El sentir es que todos los salvadoreños quieren irse del país. En mi trabajo habían profesionales que han laborado por años ahí, y me decían que irme era lo mejor que podía hacer. En El Salvador no se puede vivir tranquilo, las personas me animaban a salir. Nunca alguien me dijo: pensala”.
Luis no piensa regresar por ahora a El Salvador, y duda que el gobierno de Nayib Bukele pueda cumplir su promesa de campaña de reducir la inseguridad en el país, pues dice que la seguridad es un asunto político, y, por tanto, la oposición impedirá cualquier avance para catalogar la gestión de Bukele como mala.
Mientras su país, y más su municipio, siga en la espiral de violencia, prefiere vivir tranquilo en España, tomar su guitarra todas las noche y ejecutarla mientras escucha el vaivén de las olas del mar Mediterráneo, sin el temor a morir en un fuego cruzado entre pandillas. “Tendrán que pasar 10 o 15 años para que pueda regresar a El Salvador”, lamenta.