La historia del "milagroso" sobador granadino de 90 años

Carlos Alberto Guevara Hernández nació en una de las isletas de Granada. En 1952, cuando tenía 20 años, accidentalmente auxilió a un militar herido. Fue así como empezó en lo que llama el oficio de sobar.

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  • June 15, 2023
  • 08:39 AM

Carlos Alberto Guevara Hernández está a punto de cumplir 91 años, pero el poder de sanar que descubrió en sus manos, cuando apenas tenía 20, permanece intacto. Tiene la certeza de que es un don divino, porque de nadie aprendió la técnica que emplea para curar torceduras, luxaciones y dolores musculares.

Lo cuenta con la sencillez del hombre de campo que ha sido y frente al paisaje sereno de las costas del lago de Nicaragua, en el popular balneario El Menco, del municipio de Buenos Aires, en Rivas, hasta donde constatemente llegan personas que confían en sus manos milagrosas: desde una leve torcedora en el tobillo hasta un insoportable dolor de espalda.

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En su casa  no existe un  letrero que anuncie que es sobador, pero todos lo conocen. Con una sonrisa espontánea, cuenta que sin necesidad de hacer publicidad se dio   a conocer como "El sobador del pueblo". Todo es "gracias al don que Dios me regaló ya que con mis manos he logrado curar las dolencias de las personas que me vienen a buscar y así me fui dando a conocer poco a poco", dice en un tono orgulloso.

Para ejercer este oficio, como le dice, que con los años ha ido desapareciendo en Nicaragua, don Alberto únicamente utiliza ungüento. Según el caso, dice que se auxilia de una botella de gaseosa. No requiere más que eso y sus manos.

"Yo primero escucho a la persona que viene con una torcedura o un desgarre  muscular y observo la zona afectada. Después comienzo a realizar mi trabajo con las manos y el ungüento. Si el problema es en el hombro, les coloco una botella de gaseosa debajo de la axila, si es necesario", explica.

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El sobador del pueblo, como le llaman en su zona, nación en una de las 355 isletas del lago Cocibolca.

Para contar sobre el origen de su habilidad para sanar torceduras, dolores musculares y luxaciones se remonta a 1982. Tenía 20 años y se encontraba en el Volcán Mombacho, de Granada, cuando un militar sufrió una caída durante un entrenamiento y él se ofreció a prestarle auxilio.

"El soldado sufrió una zafadura en uno de sus pies y  me ofrecí a sobarlo. Al día  siguiente me llegó a buscar para agradecerme, ya que se había aliviado y así comencé a convertirme en sobador", recuerda.

El exlanzador del beisbol de Primera División, Henry Silva, de 58 años, dice dar fe del poder curativo que tienen las manos de don Alberto. "Jugando beisbol mayor A, se me torció el pie izquierdo y él me curó con tres sobadas. Es una habilidad que le reconocemos acá en El Menco", elogia el deportista.

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Carlos Alberto Guevara y su pareja Bemilda Guadamuz en su casa en El Menco.

Don Alberto sobrevivido a guerras, pandemias y a las extenuantes jornadas agrícolas, pues tuvo que trabajar desde los 15 años. Cumplirá 91 años el próximo 15 de julio y sobre su larga vida, a pesar de la pobreza y el trabajo que ha enfrentado, dice que la clave ha sido no preocuparse y mantenerse ocupado para que los años sean una carga ligera.

"Yo  nací en  julio de 1932 en las isletas de Granada. No tuve la oportunidad de  estudiar y cuando tenía 15 años mi mamá murió, y  tuve que salir a rodar en busca de trabajo en fincas y cafetales", relata el popular sobador.

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Fue en uno de los viajes que realizaba en busca de trabajo que llegó a la comarca San Ramón, ubicada a orillas del río Ochomogo que divide los departamentos de Granada y Rivas, donde conoció a su esposa Bemilda Guadamuz que ahora tiene 80 años, con quién procreó 6 hijos.

A los pocos años de vida en pareja y tras la pérdida prematura de dos de sus hijos, cuenta que decidieron asentarse en la comunidad de El Menco donde mantiene las puertas de casa abiertas para quienes confían en sus manos 'milagrosas'.

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