Daniel Ortega y Rosario Murillo encabezan la lista de los criminales confesos de la “Operación Limpieza” 

El fallecido Edén Pastora, el propagandista William Grigsby y el “Chino Enoc” también son parte de una lista de personas que han admitido con orgullo sus crímenes.

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  • July 12, 2023
  • 04:55 AM

Elizabeth Velásquez no puede estar cerca de una camioneta tipo Hilux. Siente que le oprimen el pecho, se pone nerviosa y llora. “Me causan terror”, dice. Han pasado cinco años desde que supo que de una camioneta de esas se bajó un paramilitar encapuchado del régimen y le disparó a su hijo sin piedad, en una calle de Diriamba. Era un 8 de julio de 2018, pero ella el tiempo no ha pasado.

“No se olvida”, dice a DESPACHO 505. “Duele y mucho, da rabia”, agrega impotente. Velásquez es la madre de Josué Israel Mojica Velásquez, uno de los jóvenes asesinados en esa terrible acción militar y paramilitar que dejó muertos por todas las calles del país. Suele preguntarse, ahora en el exilio forzado en el que vive, cómo es posible que pese a que los criminales han confesado los asesinatos, estos siguen impunes. “Es una barbaridad”, reclama.

En Nicaragua nadie olvida la confesión que hizo el dictador Daniel Ortega en una entrevista que la CNN transmitió el 31 julio a las 5:18 minutos de la tarde en la que justificó a sus fanáticos armados en momentos en que desangraba a todo el país.  “Es el pueblo defendiéndose”, le dijo al periodista Andrés Oppenheimer. Ortega se percató de su grave error, pero ya era tarde. “Pero yo no se si eso es un montaje”, quiso enderezar visiblemente incómodo y atrapado en su mismo juego.

Lo que siguió solo lo hundió más. Oppenheimer le mostró imágenes de policías con armamento pesado, los distintivos que también compartían con los paramilitares y las consignas alusivas al partido Frente Sandinista.

No podía negarlo más y recurrió a otra débil defensa: "hay una campaña mediática". Olvidó que él mismo había ordenado sacar del aire a las televisoras independientes y le declaró la guerra a los periodistas para que no trasmitieran las manifestaciones y las acciones criminales con las que respondía a las protestas.

MURILLO, LA VOCERA Y UNA LÍRICA QUE RESULTÓ CRIMINAL

Una fuente cercana al partido que ahora vive en el exilio contó que más tarde Rosario Murillo se arrepentiría de que Ortega solo hablara con la prensa extranjera para intentar convencer de otra narrativa distinta a la que pasaba en el país.

La fuente dijo que el dictador, un político que prefiere las sombras y los rincones a los reflectores y las cámaras, le recriminó a Murillo por los resultados: 21 países condenaron sus acciones violentas. “Es que esa fue una idea de ella y claro una muy torpe”, acusó.

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Cuando Elizabeth Velásquez ve esa entrevista de Ortega siente que su estómago se comprime y una sangre caliente la recorre toda. Más que dolor le causa ira. “Excede el cinismo”, señala. Pero Ortega no ha sido el único confeso de aquellos operativos criminales que en tan solo 43 días enlutaron a todo el país y dejó al menos 47 muertos de los 278 que había acumulado el régimen hasta el 18 de julio de ese año, según un informe a esa fecha del Mecanismo Especial de Seguimiento para Nicaragua (Meseni), de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Rosario Murillo, la vocera del régimen. Cortesía.

Como si no bastara, Murillo sumó otra confesión casi escalofriante: les llamó a los paramilitares “héroes de la paz”. “Todos esos compañeros ofrendaron sus vidas para liberar a nuestro pueblo”, señaló al año siguiente de aquellas masacres. A Murillo, el Departamento de Estado de Estados Unidos la señaló de ser la responsable de ordenar las matanzas y la sancionó por eso.   

En abril del 2018, durante las protestas que pusieron en jaque al régimen, ella tomó las acciones que muchos creen que Ortega se dio tiempo para pensar. En al menos cuatro correos electrónicos que envió a su militancia y en los que llamaba a la unidad sandinista para enfrentar la amenaza, Murillo también convocó a movilizarse contra la rebelión cívica en nombre de la jefatura nacional del partido Frente Sandinista.

Los secretarios políticos recibieron instrucciones de Rosario Murillo en una reunión convocada de emergencia en el auditorio del Parque Japonés, el 19 de abril de 2018. Las cuatro comunicaciones escritas en el contexto de aquel encuentro se tradujeron en el “vamos con todo” que después su militancia confirmó al agregarle: “no dejaremos que nos roben la revolución”.

“Ese ´vamos con todo´ fue la frase que mutiló por completo la Constitución Política y todas las leyes del país. Fue el comienzo de una anarquía criminal”, señala al respecto la abogada Martha Molina, investigadora en temas de corrupción y defensora de derechos humanos.

La “Operación Limpieza” se encargó de “violar todos los derechos de los ciudadanos y también de cosificar al ser humano, algo propio de los Estados criminales, como el de Nicaragua en estos momentos”, criticó.

LA CONFESIÓN DEL CHINO ENOC: "ERAMOS 1,300 ARMADOS"  

El contenido de los informes que el Meseni hizo público en los días de la “Operación Limpieza” de Ortega y Murillo, no pareciera hablar del país “bonito y feliz” del que habla Rosario Murillo todos los días a mediodía en monólogos en el que informa avances que nadie puede corroborar, menos contradecir porque ha aniquilado medios de comunicación independientes.

El régimen confiscó y cerró canales de televisión, asaltó periódicos y arrebató frecuencias de radio para evitar que se siguieran registrando sus desmanes. Y claro, secuestró a periodistas, algunos fueron desterrados, uno sigue en prisión y dos viven la incertidumbre de una casa por cárcel mientras sigue un proceso en su contra en la que ni siquiera saben el nombre de su abogado defensor, impuesto por el mismo régimen.

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El Meseni pudo “constatar en el terreno la intensificación de la represión y los operativos desplegados en todo el país por agentes de la Policía Nacional y grupos parapoliciales con el objetivo de desmantelar los tranques ubicados en diferentes ciudades”.

El Chino Enoc
El "Chino Enoc" fue apresado y desterrado por el régimen que defendía. Cortesía

Agregan que documentaron “el despliegue de operativos en contra de la población de diferentes ciudades con las que se mantenía una diálogo para alcanzar próximamente una disolución espontánea y pacífica de tranques como Diriá y Diriomo, en Granada; Niquinohomo, Catarina, La Concepción y Monimbó, en Masaya; Lóvago, en Chontales, entre otras”, dice el informe.

“A ellos nos les ha importado matar niños, adolescentes y ancianos para quedarse en el poder”, señala el defensor de derechos humanos Pablo Cuevas.

A Cuevas, que en el exilio dirige la Defensoría Nicaragüense de Derechos Humanos, le tocó vivir muy de cerca las consecuencias de aquellos sangrientos operativos. Acompañó a varios familiares a reconocer el cuerpo de hijos, padres y hermanos al Instituto de Medicina Legal, como lo hizo con doña Fátima Vivas, madre del inspector de la policía Faber Antonio López Vivas, asesinado el 8 de julio en el contexto de las masacres .

López Vivas desertaría por estar en desacuerdo con las matanzas contra la gente, pero fue descubierto por los fanáticos y le dieron muerte. A Fátima Vivas le informaron que su hijo murió de un disparo “enemigo”, pero no explicaron porqué su cuerpo presentaba rastros de crueles torturas. Su madre acusó al régimen del asesinato y mantiene hasta la fecha que la bala que le arrebató la vida, fue disparada por un gatillero del orteguismo.

Marlon Sáenz, conocido en la militancia del orteguismo como “Chino Enoc” es otro de los confesos de las operaciones paramilitares ordenadas por la dictadura en junio y julio de 2018.

El 31 enero de 2020, en uno de sus tantas transmisiones en redes sociales en la que atacaba a Rosario Murillo por despreciar a la militancia histórica del sandinismo, reveló que 1,300 efectivos utilizó el régimen para la "Operación Limpieza". Un buena parte eran viejos guerrilleros que se convirtieron en criminales y otra parte era un grupo de jóvenes trasgresores de barrios marginados reclutados a precio 200 córdobas el día y tres tiempos de comida. El trabajo era matar.

LA TERTULIA SANGRIENTA DE EDÉN PASTORA

La “Operación Limpieza” que desató el orteguismo inició el 12 de junio de 2018 en los barrios orientales de Managua. El doctor Cuevas recuerda que patrullas policiales encabezaron caravanas de camionetas Hilux cargadas de hombres armados que usaban capuchas para cubrirse el rostro.  

Edén Pastora
Edén Pastora y el dictador Daniel Ortega. Cortesía

Los encapuchados que mostraron habilidades de entrenamiento militar llegaban a barrios y ciudades vestidos de camisa de un color diferente cada vez como un distintivo para evitar matarse entre si, usaban AK-47, fusiles Dragunov y armas cortas. Generalmente atacaban al amanecer para sorprender a los ciudadanos que permanecían en las barricadas o tranques, unos 180 puntos de resistencia según llegó a documentar el Grupo Interdisciplinario de Expertos Internacionales (GIEI), también de la CIDH.

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Fue una guerra inesperada y desigual. Nadie esperó que el sandinismo llegara a tanto, como nadie esperó tampoco que los ciudadanos opositores pudieran hacerle frente a ataques tan violentos y despiadados con morteros y piedras frente al armamento pesado que el régimen les permitió a los perpetradores.

“Para mi susto y terror, me encontré más de una vez con la caravanas de la muerte que parecían ir a la guerra, hombres armados que tenían la misión de hacer desistir a sangre y fuego a la gente que reclamaba justicia y libertad en Nicaragua”, recuerda el defensor Pablo Cuevas. “Fue un actuar criminal y todo está documentado”, advierte.

Cuevas cree que la justicia llegará más temprano que tarde. Lo que no se sabe, es si todos podrán ir prisión. Edén Pastora Gómez, el exguerrillero sandinista y antisandinista después y orteguista hasta sus últimos días que finalizaron el 16  junio de 2020 a los 83 años, señaló a Ortega como el que dio la orden para las matanzas en una entrevista a un propagandista orteguista.

A Eden Pastora le bastaron 21 segundos para confesar la culpa, asumir los crímenes y dar el nombre del actor intelectual: Daniel Ortega. “El comandante (Ortega) nos dijo, vuelen pija y candela a todos esos hijuep… entonces el comandante nos dice a quitar los tranques y tan, tan, tan..se quitaron”, dijo entre risas Pastora, que pareció olvidar las muertes que ocasionó esa orden; 20 en Carazo y 11 en Masaya por mencionar dos zonas del país que más sufrieron.

“La impunidad con que han actuado causa horror”, dice Cuevas que recuerda que el fallecido exguerrillero contó entre carcajadas los asesinatos, mientras decenas de madres lloraban las pérdidas.

“Buscar a mi hijo entre esa gente encapuchada fue duro”, recuerda Velásquez. Su hijo tendría 25 años, los habría cumplido el 19 de junio pasado y podría estar en su último año de universidad a donde dijo que iría apoyado en una beca de fútbol que tenía también planeado ganar. “Era delantero, era bueno. Yo nunca me perdí un juego desde que lo llevé a una cancha por primera vez”, contó la madre.

GRISBY: “SOMOS NOSOTROS, LOS SANDINISTAS”  

Cuatro días después de la confesión de Pastora, le tocó a otro personaje del régimen asumir los asesinatos. El propagandista William Grigsby, otrora detractor del dictador y quien antes vociferó contra el dominio de Murillo en el Frente Sandinista. Dijo convertido ahora al orteguismo y desde los micrófonos de radio La Primerísima que el régimen “estaba preparado” para la defensa armada.

En una apología grave de otro delito hoy en la impunidad, Grigsby afirmó que su partido estaba listo para atacar si la policía se veía  “sobrepasada por los actos”. En su intervención llegó a admitir lo que sus jefes políticos han querido negar en cuanta tarima internacional les han concedid: la acción paramilitar en el país.

William Grigsby.
William Grigsby, propagandista de la dictadura. FOTO DE ARCHIVO

“No son paramilitares”, dijo. “Somos los sandinistas armados”, remató. “Por pendejos no nos van a agarrar y experiencia tenemos, y lo queremos decir con toda claridad, después no digan los paramilitares, no hermano, somos los sandinistas armados y ¿qué?”, desafió.

Cuatro años más tarde el Grupo de Expertos sobre Derechos Humanos en Nicaragua de las Naciones Unidas que investiga lo ocurrido en Nicaragua en 2018, concluyó que el aparato gubernamental y las instituciones dirigidas por Ortega perpetraron graves violaciones a los derechos humanos que incluso pueden calificarse como crímenes de lesa humanidad

“Lo que estos confesos han olvidado es que estos crímenes no prescriben y siempre serán perseguibles. Se han documentado y cada declaración que dieron son parte de ese insumo”, advierte el defensor Cuevas. “Yo no voy a renunciar hasta que haya justicia,  los responsables de la muerte de mi hijo deben ser castigados”, dijo Velásquez.

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Ortega y Murillo lideran un régimen calificado como una de las dictaduras más crueles de América Latina, según expertos internacionales. La Organización de Estados Americanos (OEA) lo considera ilegítimo y más de 20 países le siguen demandando democracia, rendición de cuentas en materia de derechos humanos y el cese de una represión que aun mantiene.

El vamos con todo´ de la "Operación Limpieza" no quedó inmóvil después de ser ordenado Rosario Murllo, sino que ha sido progresivo hasta nuestros días.

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