Revelan fotos y detalles inéditos de la operación “Nica Welcome” que sacó de Nicaragua a los 222 presos políticos 

Hubo momentos de tensión a pie de pista entre policías y presos. Fueron llevados al aeropuerto enchachados y con la cabeza gacha. Al día de hoy, no todos han podido reencontrarse con sus familias.

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  • December 15, 2023
  • 08:57 AM

Diez meses después de la delicada y compleja operación “Nica Welcome” que sacó de Nicaragua a 222 presos políticos el pasado 9 de febrero, la Asociación Americana del Servicio Exterior publicó fotos y detalles inéditos de aquel día en que funcionarios estadounidenses se volcaron, al principio sin saberlo, en una de las misiones más completas y satisfactorias de su carrera.  

Un día antes, la noche del 8 de febrero, 10 funcionarios del Servicio Civil y del Servicio Exterior de Estados Unidos salieron de la Estación Naval de Norfolk en un avión financiado por USAID, aterrizarían en Managua, llenarían el avión con 222 presos políticos sacados horas antes de sus celdas y los transportarían a Estados Unidos, todo en cuestión de horas. 

Lance Hegerle, entonces director adjunto para asuntos centroamericanos del Departamento de Estado,se había puesto en contacto de forma críptica, invitando a sus colegas a una misión con los más mínimos detalles: Hablantes de español. Viaje en avión. Pasaporte diplomático. Veinticuatro horas. 

“El plan para liberarlos surgió en cuestión de días, tras largos meses de diplomacia a puerta cerrada”, detalla la Asociación Americana de Servicio Exterior. Se materializó el 29 de enero, cuando el canciller orteguista, Denis Moncada, planteó una pregunta inesperada al entonces embajador de Estados Unidos en Nicaragua, Kevin Sullivan. ¿Aceptaría Estados Unidos a todos los presos políticos de Nicaragua? 

El embajador Sullivan abordó un avión a Washington para reunir la respuesta interinstitucional, confiando a la Encargada de Negocios Carla Fleharty y un pequeño equipo de la embajada para asegurar el acuerdo del régimen sobre la logística, el calendario y la garantía de que solo los prisioneros que consintieran libremente saldrían hacia los Estados Unidos. 

“Las negociaciones con el régimen fueron intermitentes hasta el último minuto, cuando el embajador superó un importante desacuerdo que había amenazado con hacer descarrilar toda la operación. Tras la llamada telefónica, la Operación Nica Welcome estaba en marcha”, detalla la publicación. 

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Mientras el avión volaba de Norfolk a Nicaragua, un equipo de la embajada se reunió en Managua, el Encargado de Negocios Fleharty, el Subjefe de Misión en funciones Ryan Reid, la Oficial de Información Gaby Canavati, la Jefa Consular en funciones Katie Jonas, el Oficial de Seguridad Regional en funciones Will LaChance, y el Agregado de Defensa Teniente Coronel Dennis Rhoan subieron a un todoterreno del parque móvil, cargados con una gran caja de plástico llena de más de 220 pasaportes nicaragüenses recién impresos. En el caso de los presos políticos sin pasaporte previo, el régimen los había sustituido por fotos de su ficha policial. 

El 9 de febrero, el equipo de la embajada se reunió con sus contactos de la Cancillería de Nicaragua en el aeropuerto de Managua pasada la medianoche. Al llegar a la pista, en el lado militar de las instalaciones, había policías vestidos con pasamontañas empuñando armas automáticas. De la oscuridad surgió el rugido de una docena de autobuses de fabricación rusa. Las ventanas estaban cubiertas con mantas o papel, pero los diplomáticos pudieron ver los perfiles de los pasajeros: manos encadenadas, cabezas gachas. 

“Algunos nicaragüenses estaban visiblemente abrumados al elegir la prisión indefinida o un futuro desconocido en Estados Unidos. Una mujer se afligió al darse cuenta de que nunca volvería a ver a su madre moribunda. Un hombre cuya familia le había visitado el día anterior en la cárcel estaba angustiado por dejarlos atrás. Otros se preguntaban cómo se mantendrían”, describe la periodista Kate Applegate, del Servicio Exterior de Estados Unidos. 

En otro momento, las tensiones en la pista aumentaron entre los pasajeros que esperaban y la policía. Un prisionero se paseaba de un lado a otro cerca del avión, intentando decidir si se quedaba o se iba; la policía amenazó con llevárselo, pero finalmente subió al avión. 

EUFORIA A BORDO 

Dentro del avió que los llevaba a la libertad, los 222 presos políticos cantaron el himno nacional. Sonó un coro de cánticos, ensalzando las ciudades de Nicaragua: “¡Viva, Nicaragua Libre!”, “¡Viva Managua!”, “¡Viva Masaya!”, “¡Viva Chinandega!”. 

Con personal del Departamento de Seguridad Nacional y del Departamento de Salud y Servicios Humanos, personal de emergencias de Virginia y del condado de Fairfax, y varias organizaciones no gubernamentales, los excarcelados políticos recibieron atención médica de urgencia, comidas, abrigos de invierno, teléfonos móviles, artículos de aseo, viajes posteriores y reunificaciones extasiadas. Al cabo de seis días, los 222 pasajeros habían partido, embarcándose en nuevas vidas en 25 estados. 

La Asociación Americana del Servicio Exterior reporta que los equipos de la Embajada en Managua y la Embajada en San José están ayudando para reunir a las familias en medio de la intensificación de la represión del régimen. 

El entonces director para Asuntos Centroamericanos, Patrick Ventrell, alabó la respuesta estadounidense. Desde el momento en que el régimen hizo la oferta al embajador Sullivan de liberar a los prisioneros, dijo Ventrell, no hubo dudas sobre cómo responder. “Nuestra única discusión fue qué tamaño de avión y cómo aterrizarlo”, concluyó. 

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