Vivir sin riñones, la historia del rivense Martín Castillo

Martín tiene 35 años y vive sin sus riñones. Las hemodiálisis que le practican en un hospital privado tres veces por semana lo mantienen con vida. La insuficiencia renal gana terreno en Nicaragua y se ubica como la séptima enfermedad crónica que más afecta a la población.

None
default.png
  • October 30, 2020
  • 01:39 AM

Quince días después de iniciar a trabajar como empacador en una zona franca de Rivas en 2005, a Martín Castillo se le inflamaron los pies y presentó intensos dolores de cabeza y abdomen. Tenía 20 años. Un chequeo general en un puesto médico de la empresa arrojó un primer diagnóstico: “tenés problemas con los riñones”, le dijo una doctora.  

“Por mi edad me sorprendí. Creía que eso le daba a las personas que trabajan en el campo con agroquímicos, pero me tocó a mí”, recuerda. 

Los constantes chequeos médicos a los que debió someterse tras el primer diagnóstico eran motivo de ausencia en su trabajo y subsidios que debían ser asumidos por la empresa. Semanas más tarde lo despidieron.  

En 2006 su situación de salud empeoró. Empezaron las fiebres, dolores abdominales, inflamación en diferentes partes del cuerpo, anemia e hipertensión. Acudió a un médico internista de Rivas, quien reconfirmó el primer diagnóstico: se trataba de un “mal funcionamiento de los riñones” y le mandó realizar una biopsia renal.  

En septiembre de 2006 Martín viajó a Costa Rica para realizarse la biopsia. El resultado confirmó que tenía insuficiencia renal, lo que ya había afectado el 50% de sus riñones. 

REPORTAJE: Insuficiencia renal: El drama de morir esperando diálisis en un hospital público

Tras el resultado regresó a Nicaragua con un medicamento que le ayudó a desinflamar el cuerpo y a recuperarse de otras dolencias. Pensó que había superado el problema y en 2007 viajó nuevamente a Costa Rica en busca de trabajo.  

“Yo me fui a buscar trabajo en Costa Rica porque tengo mi esposa y mi hija que mantener, pero al estar allá recaí y regresé en marzo de 2008 a Nicaragua. Me fui al hospital de Rivas y ahí me dicen que mi situación era grave y que me daban un mes de vida”, recuerda. 

Fue trasladado de urgencia al Hospital Antonio Lenín Fonseca de Managua para que le realizaran una diálisis peritoneal. El objetivo era sacar el líquido y las toxinas que se había acumulado en su cuerpo debido al mal funcionamiento de sus riñones. 

“A partir de este momento es que empecé a ver la crueldad de esta enfermedad, porque la diálisis peritoneal es algo muy doloroso y uno tiene que permanecer 24 horas sin moverse con un aparato incrustado alrededor del ombligo, que se encarga de extraer las toxinas y el líquido”, explica. 

“ESTABA RESIGNADO A MORIR EN MI CASA” 

Después de cuatro sesiones de diálisis Martín decidió abandonar el hospital. 

“Era muy doloroso. No lo soportaba y después de cuatro diálisis dije que no seguiría. Estaba resignado a morir en mi casa, pero luego surgió la oportunidad de liberar el líquido de mi cuerpo y las toxinas por medio de hemodiálisis y así estoy desde el 2009”, dice. 

Desde hace 11 años para Martín es imposible orinar por su cuenta. Soñaba con un trasplante de riñón y  para optar a mejores beneficios inició a cotizar al seguro facultativo del INSS con ayuda de su mamá. 

Un familiar cercano estaba dispuesto a donarle un riñón. En una emisora local lo apoyaron con colectas de dinero para cubrir los gastos de la operación que superaban los 11,000 dólares. 

“Pero el especialista al analizar el historial de salud de la donante dijo que no era recomendable. Al final no se pudo”.  

“Sabía que ya no podía trabajar. Mi cuerpo se ha debilitado, no puedo ingerir líquidos en abundancia ni alimentos que contengan potasio y tampoco despegarme de mis medicamentos. En todo este proceso doy gracias a Dios, a mi mamá, mi familia, amigos que me han ayudado, dueños de buses que no me cobran el pasaje cuando voy a Managua para hacerme la hemodiálisis”, comenta. 

Las hemodiálisis se las realizan tres veces por semana en el Hospital Salud Integral de Managua. El procedimiento tarda tres horas y media. Esto le permite eliminar las toxinas del torrente sanguíneo y controlar el nivel de agua que se acumula en su organismo. 

LEA: El suplicio de una madre y sus cuatro hijos enfermos de lupus

Martín Castillo desde su casa en Rivas. Foto: Lesber Quintero / DESPACHO 505.

INSUFICIENCIA RENAL ENTRE LAS PRINCIPALES ENFERMEDADES CRÓNICAS EN NICARAGUA

En Nicaragua, 19,971 personas padecen de insuficiencia renal crónica, según datos del Mapa de Padecimientos de Salud del Minsa. En 2017, 2018 y 2019 esta enfermedad no figuraba en el cuadro de las principales enfermedades crónicas de los nicaragüenses, pero actualmente se ubica en el séptimo puesto.  

Según Castillo, los médicos le explicaron que la insuficiencia renal que padece surgió a raíz de una infección en sus amígdalas que no logró ser controlada en un 100%. 

“La explicación que me dieron es que durante una infección que sufrí en las amígdalas una bacteria descendió hasta los riñones y les ocasionó una glomerulonefritis y luego se me secaron”, explica Castillo. 

FOTOREPORTAJE: Cuando los riñones fallan

El riñón izquierdo se lo extirparon en septiembre del 2018 luego de detectarse una metástasis que puso en riesgo su vida. En enero del 2019 le extirparon el otro riñón. 

“Los médicos no me aseguraban la vida, pero tenía que sacarme los riñones porque además de haber dejado de funcionar desde hace 10 años también presentaban un tumor. Dios me mantendrá con vida por el tiempo que estime conveniente y que lo que me ha quedado es aprender a convivir con la enfermedad con lo que tengo a la mano”, concluye. 

Ayúdanos a romper la censura, necesitamos tu apoyo para seguir informando

Donar

Noticias relacionadas