Duelo y resistencia en el exilio por el retorno que no llegó

Nicaragüenses en el exilio viven este 7 de noviembre entre sentimientos de duelo por el retorno que no lograron, y rabia por el dolor de ver la Patria secuestrada por la dictadura que los tiene a miles de kilómetros de los suyos.

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  • November 06, 2021
  • 11:57 PM

Este 7 noviembre un sentimiento de duelo invade a una gran mayoría de los exiliados nicaragüenses que provocó la represión de abril de 2018. Con esa fecha muchos como Luis Blandón y Roxana Praslin se movieron por trochas oscuras para salir de por pasos irregulares del país, cuando se vieron en riesgo de muerte o cárcel.

Roxana y Luis se refugiaron en España y este día lo vivirán desde Madrid, la capital de España. No se conocen, pero a ambos irán al encuentro de otros compatriotas para manifestarse contra la reelección de Daniel Ortega y Murillo, armados de coraje y nostalgia por el retorno que llegó.

Desde México, los expresos políticos Hamilton Javier Sánchez y Xander Montiel, recientemente forzados a huir de Nicaragua por la ola de arrestos desatada por el régimen, reciben este siete de noviembre sin ninguna esperanza de retorno y con la decepción de ver "perdido el sacrificio" de la multitud que se le rebeló a Ortega.

Este domingo, los nicaragüenses en el exterior -exiliados y diáspora- se han convocado a las plazas de más de 20 países de Estados Unidos, Centroamérica y Europa para manifestarse por quienes en Nicaragua no pueden.

LUIS BLANDÓN, MADRID

Luis Blandón debía amanecer este domingo en Nicaragua. El 19 de noviembre de 2018 cuando salió por tierra del país, huyendo sin haber cometido un delito y temiendo por su vida, lo hizo con la certeza de un pronto retorno que, en el peor de los escenarios, tenía como fecha tope el día las elecciones generales.

Después de participar en la rebelión ciudadana más multitudinaria registrada en la historia reciente de Nicaragua, no pensó que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo “iba para largo”, dice desde Madrid, la capital de España donde en unos días cumplirá tres años refugiado.

Luis, de 29 años, no ha dejado de alzar su voz contra la dictadura desde España, un país que se ha convertido en polo de la resistencia nicaragüense exiliada en Europa. Sin embargo, no oculta la desilusión que le embarga el rumbo que han tomado las cosas y el hecho de ver a ocho mil kilómetros un proceso del que pendían sus esperanzas de volver y retomar la vida que dejó en pausa.  

“Pensé que iba asistir a un proceso electoral con garantías mínimas para salir de la dictadura y votar libremente por el candidato de la oposición, y elegir a diputados que empujarían la recuperación de la institucionalidad en los poderes del Estado”, comparte el joven que es parte de la nueva generación de líderes de Unamos.

“Las elecciones para mí significan una esperanza de cambio por la vía democrática, yo tenía las ganas de trabajar en una campaña electoral que entusiasmara a la gente, y que pudiéramos elegir a nuestros representantes”, dice.

Cuenta que desde que no se lograron reformas a Ley Electoral recomendadas por la Organización de Estados Americanos (OEA), ni hubo una recomposición del cuadro de magistrados del Consejo Supremo Electoral (CSE), en el mes de mayo, tuvo claro que Daniel Ortega había cerrado la vía electoral como una salida para resolver la crisis en el país.  “Y cuando secuestró a los principales líderes opositores sabía que estas elecciones iban haber una farsa”, agrega.

“Yo creo que esto nos obliga a replantearnos la manera de resistencia ciudadana desde el exilio y encontrar nuevas formas de luchas”, plantea este joven que hoy asiste a la Plaza Jacinto Benavente de Madrid, donde la comunidad nicaragüense se convoca para denunciar la “farsa electoral” en Nicaragua y pedir a los gobiernos de Europa el desconocimiento de los resultados.

“Pienso en el regreso, cuando existan condiciones de respeto a los derechos humanos y que no tenga miedo a mi integridad física”, revela.

ROXANA PRASLIN, TUDELA, NAVARRA

“Los primeros días, solo pensaba en regresarme, por las noches soñaba con amanecer en mi cama y con mis hijos, los primeros 6 meses fueron los más difíciles de mi vida: en un país lejano y sin permiso de trabajo, pasando frío por mi ropa liviana, me dije ‘la bebo o la derramo’. Roxana Praslin encarna a los miles de nicaragüenses que de un día a otro dejaron bienes y familia para ponerse a salvo de la represión, y que llegaron “a la nada” a países donde creyeron estarían de paso.

En Chinandega dejó a sus hijos y la empresa turística que tanto le apasionaba. Era el 23 de enero de 2019 uno de los meses más duros de la temporada invernal en el norte de España, donde se refugió.

“Ni dos veces lo pensé, tuve la esperanza y sobre todo la fe que este 7 de noviembre, estaría en mi patria y en mi junta receptora de voto, votando por el cambio. No me quedaba duda que sería el fin de la dictadura”, recuerda.

Confiesa que ha sentido tristeza; preocupación, miedo, enojo, desesperanza, decepción. “Es como un duelo, todos los estados de frustración me han atacado”.

Roxana este domingo está también en Madrid, viajó tres horas en tren desde Tarragona, en Cataluña, para sumarse a la expresión de rechazo a la “farsa electoral” que saldrá desde la capital española este 7 de noviembre. “Ya mis planes de retorno cambiaron a raíz de que nos dimos cuenta que no había garantías para unas elecciones libres y transparentes”, dice aunque no cierra por completo la idea de regresar al calor de su Chinandega natal, "cuando Nicaragua sea libre y el dictador se vaya".

HAMILTON SÁNCHEZ, MÉXICO

El día que el expreso político Hamilton Javier Sánchez dejó Nicaragua en la madrugada del 30 de junio de este año. Llevaba 300 córdobas en su bolsillo y solo alistó un cambio de ropa. “Me fui llorando sin mis 4 hijos, con rumbo a un mundo desconocido, porque nunca antes había salido del país, pero el exilio era la única alternativa  para resguardar mi vida”, relata.

En 2018, Hamilton terminó en prisión por protestar contra el régimen y recuperó su libertad al año siguiente bajo la cuestionada Ley de Amnistía mandada a aprobar por Daniel Ortega.

Él es parte de la nueva ola de opositores forzados al exilio por la persecución que activó la dictadura para silenciar en prisión a los ciudadanos incómodos. En su contra ya había una orden de captura y prefirió "salir a suerte" que volver a la cárcel.

Relata que esta dolorosa etapa de su vida es similar a la que han vivido más 130,000 nicaragüenses que han salido al exilio desde las protestas del 2018  y que  desde diferentes partes del mundo este 7 de noviembre conformarán una gran trinchera contra la farsa electoral.

“Nosotros con las protestas cívicas  del 2018, desenmascaramos (a Daniel Ortega) y dejamos en evidencia que es un  dictador,  un violador de derechos humanos, un asesino que le ha cambiado la vida a más de 130, 000 nicaragüenses que se han visto obligados a salir  al exilio ¿pero no sé qué más pruebas espera la comunidad internacional para actuar de manera concreta?",  se pregunta dejando en evidencia la angustia que le provoca no ver señales de un cambio que le permita hacer planes de regreso para estar con los suyos.

Cuenta que en Chinandega trabajaba en un ingenio azucarero, pero que en los 4 meses que tiene de estar en México no ha podido encontrar un trabajo por carecer de documentos migratorios.   

“Aquí sigo llorando al ver a madres exigidero justicia, otras la  libertad para sus hijos encarcelados injustamente por la dictadura y, aunque el exilio me ha dejado dolor, impotencia, tristeza, también me ha inyectado ganas de seguir luchando por mis hijos y continuar  alzando  mi voz para pedir  libertad, justicia y democracia para  mi país”, expresa.

“Los partidos zancudos (colaboracionistas del FSLN) que actúan como oposición tampoco abonan en nada, más bien ayudan a hundir más al precipicio al país y  mientras Ortega este ahí no vamos a regresar, pero confiamos que la comunidad internacional actuará con contundencia y que los que defendemos la democracia dejaremos de seguirnos criticando y señalando sin fundamentos para unirnos con un solo objetivo: sacar al dictador y regresar  a un país con justicia democracia y libertad”, señala.

Cree que la Ley Renacer representa una buena oportunidad “para que la comunidad internacional  empiece a actuar antes que siguen encarcelando, matando y confiscando a más nicaragüenses”, agrega.

XANDER MONTIEL, MÉXICO

El abogado Alexander del Socorro Pérez es también parte de la nueva ola de exiliados nicaragüenses que, a diferencia de quienes salieron en 2018, no albergan esperanza de retornar. Conocido por los opositores como Xander Montiel, llegó México a finales de agosto junto con su esposa para resguardar sus vidas.

“Yo nunca había albergado la idea de salir del país porque mi esposa y yo somos profesionales y teníamos una vida laboral activa en nuestro departamento, con planes juntos. Nuestra meta era vivir  paz, pero con la dictadura de Ortega no es posible vivir tranquilo y la única opción que tenía para poner a salvo mi vida era salir de Nicaragua”, manifestó.

Xander es originario de Rivas y fue parte de los más de 800 nicaragüenses encarcelados en 2018 por sumarse a las protestas antigubernamentales. Fue excarcelado en el 2019 bajo la amnistía de Ortega.

“No sé por cuanto tiempo permaneceré fuera de mi país. Quizás regrese cuando el régimen caiga o se dé un cambio de gobierno”, comparte vía telefónica desde México.

Coincide en que la aprobación de la Ley Renacer, "es un estímulo para nosotros y la expectativa  de los exiliados  que estamos en México es que ahora Estados Unidos, en coordinación con Canadá,  la Unión Europea y  países democráticos de Latinoamérica puedan implementar una ola de acciones contundentes contra el  régimen y se les obligue a liberar de una vez por todas a los presos políticos”.

 A la vez considera   que la comunidad internacional debe desconocer desde ya la farsa electoral del domingo y exigir que se realicen    elecciones creíbles, transparentes y  confiables que  cumplan   con los estaderas mínimos que se exigen  a  nivel internacional. elató que su esperanza de terminar con la dictadura por la vía de las elecciones  era  “cuando  estábamos  tratando de organizar a nivel nacional una oposición que surgió  del pueblo en abril del 2018  sin ningún vínculo de partidos colaboracionistas del régimen, pero que  esa posibilidad se esfumó de su mente cuando la comunidad internacional, le dio largas a Ortega lo cual según sus palabras le permitió  reformar la ley electoral a su favor y aprobar leyes  represivas   como la Ley de Agentes Extranjeros, la de  cadena perpetua   y ciberdelitos.

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