Daniel Ortega acusó este viernes a Estados Unidos de conspirar, financiar y reorganizar a “terroristas” y «golpistas» en Nicaragua, para imponer un presidente al servicio de los intereses «imperialistas» en las elecciones generales programadas para noviembre de 2021.
En su discurso dirigido desde la Plaza de Revolución, en Managua, Ortega protestó por la presión internacional y las sanciones de Estados Unidos y Europa para que cumpla con las demandas de restitución de derechos, cese a la represión, liberación de presos políticos y reformas electorales que ofrezcan garantías de transparencia, igualdad y pluralismo político en los comicios del año entrante.
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Ortega manifestó que le interesa mantener buenas relaciones con Estados Unidos, pero demandó «que dejen de andar conspirando, como conspiran en las embajadas los embajadores, buscando como reunir a todos los terroristas, los golpistas, los que sacaron las uñas y asesinaron y quemaron de forma brutal en abril del año 2018″, reafirmando su teoría del «golpe de Estado fallido» del que se declara víctima, pero que fue desestimada por organismos internacionales.
Según el dictador, «los andan alimentando de nuevo y andan buscando como unirlos y ofreciéndoles recursos para que, para que en las próximas elecciones, que tendríamos en el año 2021, entonces ellos puedan poner a un presidente al servicio, arrodillado ante la política imperialista”.
PROTESTA POR SANCIONES
Ortega lanzó la acusación en medio de un extenso discurso, con motivo de la graduación de cadetes del Ejército de Nicaragua, en el que, una vez más, repasó la historia del mundo, de la colonización, y del heroísmo y asesinato a traición de Augusto C. Sandino, para finalmente quejarse por las sanciones y presión internacional de la que es objeto. Dijo que Estados Unidos y potencias europeas imponen «la ley del más fuerte» mediante golpes militares, sin que ellos sean castigados por los “crímenes de lesa humanidad” que supuestamente cometen.
“Han cometido crímenes de lesa humanidad, pero a ellos quién los sanciona, quién los castiga, si son potencia y entonces el mundo se vuelve un mundo donde se impone la ley del más fuerte y no la ley que está establecida en Naciones Unidas”, protestó.
Así mismo, se mostró desafiante ante la presión internacional que exige que Nicaragua retorne al cauce democrático mediante elecciones libres, justas y transparentes: «a cuenta de qué los yanquis, y algunas potencias europeas, se sienten con el derecho de tratarnos como si fuésemos colonia. Los asesinos de Sandino están en el norte, siguen estando en el norte”, insistió.
ELECCIONES Y REFORMAS
Acerca de Estados Unidos, Ortega afirmó que “estamos frente a un país que se ha venido desenmascarando ante el mundo. Quieren dar lecciones de democracia en todas partes del mundo, decidir ellos qué partido debe ganar en todas partes del mundo, que se vean ellos en su propio espejo, ahí están peleándose y acusándose de fraude… Son sin vergüenzas, con qué autoridad andan reclamando en otros países que tiene que haber unas elecciones democráticas”.
Criticó el sistema electoral norteamericano y en tono irónico, sin decir nada concreto sobre la demanda de reformas a la Ley Electoral en el país preguntó: Qué pasaría si aquí nosotros dijéramos que vamos a seguir el ejemplo de los Estados Unidos que es la democracia perfecta y vamos a hacer reformas constitucionales, para establecer un modelo como el de los Estados Unidos. Entonces, la gente va a votar, pero no va a ganar el que tenga más voto, sino que va a ganar el que tenga más voto de los delegados de los diferentes partidos en cada departamento de Nicaragua».
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“Cómo reaccionarían aquí, cómo reaccionarían los europeos, y cómo reaccionarían los mismos yanquis , criticando, diciéndonos que estamos consolidando la dictadura y tiranía en Nicaragua», insistió.
El 7 de noviembre de 2021 en Nicaragua se celebrarán unas elecciones que podrían significar el final de un mandato que entonces tendrá catorce años consecutivos, y posiblemente el fin de 41 años de dominio de la política nicaragüense, pues el país vive su segunda peor crisis de las últimas cuatro décadas, ambas con el exguerrillero en la Presidencia.
Con información de EFE
