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El padre Harving Padilla pide el cese de la represión policial: «No soy político, no soy obispo ni monseñor, soy un padrecito de una iglesia»

Desde el domingo, el padre Harving no había logrado comunicarse con el cardenal Leopoldo Brenes. Le marcó por teléfono, pero su celular lo mantuvo apagado.

El padre Harving Padilla se escucha sereno al otro lado del teléfono. Es el décimo primer día de asedio policial en la parroquia San Juan Bautista, de Masaya, y ha pasado toda la noche despierto, pensando en el alto riesgo que corre de ser llevado a la cárcel. “Estoy bien, pero desvelado, uno no duerme por estar pendiente de lo que pueda suceder”, dice el párraco de 54 años, que espera que la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) adopte una postura más enérgica para defender a los sacerdotes que están bajo asedio.

Desde el domingo, el padre Harving no había logrado comunicarse con el cardenal Leopoldo Brenes. Le marcó por teléfono, pero su celular lo mantuvo apagado; supone que por los oficios religiosos que debía cumplir. “Hoy (lunes) no se ha comunicado conmigo, le llamaré más tarde”, dijo cuando pasaban las 9 de la mañana.

El religioso tiene la expectativa de que la Conferencia Episcopal y la Nunciatura Apostólica «como una voz de la Iglesia puedan realizar algo por las dos personas que estamos (bajo asedio) y por toda la Iglesia”, expresa refiriéndose a la represión que también sufre monseñor Rolándo Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa.

Álvarez, desde la noche del jueves se había refugiado en la iglesia Cristo de Esquipulas, ubicada en Las Colinas, en Managua, y hace unas horas DESPACHO 505 confirmó que logró regresar a su templo.

No obstante, en el caso del padre Harving la presión se mantiene y los intentos de mediación siguen bloqueados. Si bien desconoce las gestiones que se puedieran estar haciendo al más alto nivel, fue informado por el padre Bismark Conde, vicario foráneo del departamento de Masaya, que trató llamar al comisionado Erick Barrantes, jefe de la Policía de la localidad, «pero fue infructuoso porque no le levantó la llamada».

PIDE A LA ONU FIJAR SU ATENCIÓN EN LA IGLESIA DE NICARAGUA

Ante esto, el padre Harving llama a la comunidad internacional, particularmente a la Alta Comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, a que «fijen su mirada en Iglesia de Nicaragua».

«Yo sé que se le han encerrado las puertas a todos los organismos de derechos humanos, pero fijen su mirada en la Iglesia de Nicaragua y en estos dos sacerdotes que estamos injustamente recluidos en una parroquia con un contingente de guardias, innecesario. Es difícil que el poderoso pueda comprender esto, pero si tuvieran a Cristo en su corazón, entenderían que un sacerdote ejerce su ministerio en el púlpito y no en los poderes humanos», enfatizó.

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«Yo no soy político. No soy obispo. No soy monseñor. Yo soy un padrecito de una iglesia, que tengo mi ministerio sacerdotal, que eso me da la dignidad de hijo de Dios y de un hijo predilecto a la virgen María, entonces es decirle a las comunidades de políticas que los sacerdotes no buscamos un puesto en las alas políticas, lo que queremos hacer nosotros con nuestra palabra y con el evangelio es que ellos ejerzan como hijos de Dios un buen servicio público a la comunidad», remarca.

PADRE DENUNCIA MAYOR VIOLENCIA POLICIAL

La angustia del religioso, que desde el pasado 14 de mayo permanece sitiado por la Policía Orteguista dentro del templo que regenta, ha aumentado en las últimas horas, luego que intentaran arrestarlo y le gritaran “desde hijo de P’ y muchas obscenidades”. Confiesa que temía que los agentes aprovecharan la soledad de la madrugada para profanar la iglesia y apresarlo, ya que en los últimos días ha notado un comportamiento más hostil e irrespetuoso de parte de los agentes.

“No podría explicarle mi sentimiento, porque no entiendo esta situación que estoy viviendo, solo sé que he ejercido mi ministerio sacerdotal a la luz de la verdad”, manifiesta el cura originario de Managua, pero que ha dedicado 15 de sus 25 años de sacerdocia a ser guía espiritual de la San Juan Bautista que la Policía ha convertido en su cárcel.

El domingo, el padre abrió las puertas de su templo. Así lo ha hecho los últimos días bajo asedio. La intensión del religioso era recibir a los fieles y celebrar la eucaristía. Sin embargo, la Policía Orteguista bloqueó el acceso y negó a los ciudadanos el derecho a participar en los oficios religiosos.

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