La Policía Orteguista ha comenzado a girar citatorias a pobladores de Matagalpa que manifestaron solidaridad con monseñor Rolando Álvarez, retenido desde el jueves dentro de la Curia Espiscopal y contra quien la dictadura abrio una «investigación» por incitación al odio y supuestamente alentar a grupos violentos.
DESPACHO 505 confirmó dos casos de ciudadanos que fueron requeridos por la Policía Orteguista para una «entrevista» sobre una causa que no se especifica en el documento, pero que aseguran está relacionado al proceso que se lleva contra el obispo de Matagalpa.
Una de las jóvenes denunció la arbitrariedad en redes sociales y pidió oa la población que en caso de ser secuestrada griten su nombre, para exigir libertad.
El documento indica que deben presentarse en la delegación policial ante la comisionada Yolanda Navarrete Amador.
Otra de las citadas fue Magda Alonso, quien dio a conocer en su cuenta en Twitter que fue llamada a declarar. Desconozco el motivo, me presentaré en este momento, ruego a todos sus oraciones. Fe hermanos, Dios nos bendice», apuntó.
Alonso debe de presentarse ante la comisionada Yolanda Navarrete Amador, «con el objetivo de entrevista en caso que se investiga».
El viernes la Policía oficializó que abrió una «investigación» contra monseñor Àlvarez y que no le permitirá salir de la Curia, pese a que no existe ninguna medida cautelar ni proceso penar formal que justifique esa medida.
La teoría policial apunta a que bajo el auspicio de las altas autoridades de la Iglesia Católica, la Diócesis de Matagalpa, tutelada por monseñor Rolando Álvarez Lagos «prevaliéndose de su condición de líderes religiosos, utilizando medios de comunicación y redes sociales, están intentando organizar grupos violentos, incitándolos a ejecutar actos de odio en contra de la población, provocando un ambiente de zozobra y desorden, alterando la paz».
Los medios de comunicación de la Diócesis fueron cerrados el lunes por orden de Telcor que alegó vencimiento de licencia. Fue en el operativo de cierre y asalto policial a las estaciones de radios católicas que escaló la tensión en el departamento, luego que antimotines armados atacaran a los feligreses que salieron para intentar impedir el saqueo institucional.
En la misma nota, la Policía informa que estableció “medidas de protección a la población, para que estos hechos no se vuelvan a repetir” por lo que impone, sin sustento legal, la retención del obispo dentro de la Curia Episcopal.
“Asimismo, ha iniciado un proceso de investigación, con la finalidad de determinar la responsabilidad penal de las personas involucradas en la comisión de estos actos delictivos, de los cuales se ha informado al Ministerio Público y al Poder Judicial”, se lee en el documento.
MURILLO HABÍA ADELANTADO INVESTIGACIÓN
Previo a la declaración de la Policía, la sancionada Rosario Murillo, dijo a través de medios oficiales, sin mencionar al obispo, que «provocar, hacer ostentación de impunidad es un delito sobre todo cuando lo que se provoca es discordia, desenfrenos, no estamos para eso».
Murillo afirmó que los símbolos sagrados del catolicismo habían sido «manipulados», resaltó que «generar descrédito hacia esas instituciones que merecen respeto también es un delito», y se refirió a los supuestos crímenes de odio, que desde 2021 están penados con cadena perpetua en Nicaragua.
«Recordémonos todos que el odio es un crimen, que todo crimen es un delito, y un delito que debe investigarse, y luego también desde las instituciones respectivas tomar las medidas pertinentes», anotó Murillo, esposa de Ortega.
El obispo ha presentado a los agentes policiales a Jesús Sacramentado, ha intentado abrazarlos y les ha dedicado canciones religiosas y otras como el «Himno de la Alegría» y «Yo solo quiero un millón de amigos» del brasileño Roberto Carlos.
En una misa oficiada desde su encierro Álvarez oró «también por quienes nos tienen retenidos».
«Seguimos pidiéndole al Señor que les bendiga sus vidas, sus matrimonios, sus familias, sus trabajos, que el Señor les bendiga sus alimentos, sus pasos», remarcó.
Las relaciones entre los sandinistas y la Iglesia católica de Nicaragua han estado marcadas por roces y desconfianzas en los últimos 43 años.
