Daniel Ortega lleva dos apariciones en 103 días y se acerca a otro récord de ausencia

El dictador acumula 44 días de ausencia de la agenda pública. Rosario Murillo habla seis veces por semana y su hijo Laureano Ortega toma cada vez más protagonismo.

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Despacho 505
  • April 12, 2024
  • 01:49 AM

Daniel Ortega, el dictador de Nicaragua, a sus 78 años acumula cada vez ausencias más prolongadas. Este 12 de abril cumple 44 días ausente de la agenda pública. Su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, es quien da la cara — en monólogos sin lugar a preguntas— y su hijo Laureano Ortega cobra cada vez más protagonismo en las actividades gubernamentales.

En 103 días del año, Daniel Ortega ha tenido apenas dos apariciones públicas. La primera, el 21 de febrero, por el 90 aniversario de muerte del general Sandino, y la última, el 28 de febrero para reunirse con el general Nikolay Patrushev, Secretario del Consejo de Seguridad de Rusia.

El dictador acumula este 12 de abril 44 días de ausencia, lo que es su segunda desaparición de la agenda pública más larga desde que llegó al poder hace 17 años (su récord está en 46 días).

De apegarse a su agenda marcada por fechas “obligadas” para el longevo mandatario, este mes podría romper su récord de ausencia si aparece hasta el próximo 30 de abril para el aniversario de muerte de Tomás Borge. Entonces, habrá cumplido 62 días de ausencia pública. Ningún gobernante del mundo desaparece por tanto tiempo y Daniel Ortega no tiene ningún tipo de control de las instituciones, puesto que controla el Poder Legislativo al que, en teoría, le debería rendir cuentas.

ROSARIO MURILLO AL FRENTE

Mientras las apariciones de Daniel Ortega son cada vez más escasas, la vicepresidenta Rosario Murillo acumula este año 72 monólogos, la mayoría en la televisión oficialista donde habla hasta seis veces por semana para informar sobre las actividades de las instituciones del Estado.

Las alocuciones de Rosario Murillo, de 72 años, se transmiten en cadena en la radio, televisión y redes sociales de los medios de comunicación controlados por la dictadura. Todo es una verborrea sin lugar a preguntas y no brinda una sola entrevista. Utiliza sus discursos para atacar a sus opositores y hasta para regañar en directo a sus empleados cuando las cosas no salen como ella quiere.

El guión de la propaganda está hecho para dar siempre voz y protagonismo a Rosario Murillo. Incluso en los actos presididos por Ortega donde el foco se centra en el discurso del dictador —a veces transmitido en cadena nacional de radio y televisión— ella siempre habla después tras bambalinas para dejar su mensaje.

LAUREANO ORTEGA MÁS ACTIVO QUE SU PADRE 

El segundo miembro de la familia presidencial de Nicaragua con más apariciones en la agenda pública, después de Rosario Murillo, es Laureano Ortega Murillo, impuesto por la dictadura como “Asesor Presidencial para la Promoción de Inversiones, Comercio y Cooperación Internacional”.  

Pero no es el único cargo que ostenta. También es el “encargado” de las relaciones con Rusia o China y está facultado para suscribir acuerdos en representación de su padre.

Aunque la Constitución Política de Nicaragua prohíbe nombrar funcionarios públicos hasta el cuarto grado de consanguinidad, todos los hijos e hijas de los Ortega Murillo ocupan cargos en el gobierno. Laureano Ortega, de 41 años, — quien se perfila como sucesor de la dinastía— es quien tiene más exposición mediática.

En lo que va del año, según registros de medios oficialistas, Laureano Ortega ha encabezado 22 actos en solitario.

Ha estado en firmas de acuerdos de cooperación, tuvo un viaje a Rusia como observador para las elecciones de ese país, ha cantado en conciertos líricos, ha recibido en Managua a delegaciones de países aliados, estuvo en la fiesta del año nuevo chino y ha dado dos entrevistas controladas: una en Canal 4 y otra para un medio chino.

Además, ha estado presente en los únicos dos actos encabezados por el dictador Daniel Ortega este año.

DANIEL ORTEGA, DETERIORADO FÍSICA Y MENTALMENTE 

La excentricidad y hermetismo de los dictadores puede ser una estrategia para mantener el control sobre la población, analiza el politólogo Félix Maradiaga. Al alejarse del ojo público, crean una atmósfera de misterio y temor que les permite mantener su autoridad sin cuestionamientos. Además, al limitar su exposición pública, pueden evitar situaciones incómodas o críticas que pongan en duda su legitimidad.

Por otro lado, dice el opositor al régimen, la falta de rendición de cuentas permite a los líderes actuar con total impunidad. Al no tener que dar explicaciones a la ciudadanía ni enfrentar la crítica pública, los dictadores pueden tomar decisiones arbitrarias y beneficiarse de manera personal sin preocuparse por las consecuencias.

“En el caso de dictadores que envejecen en el poder, como Fidel Castro, Stalin, el dictador norcoreano Kim Jong-un y el dictador Daniel Ortega, la falta de transparencia y la ausencia prolongada pueden atribuirse también a razones de salud”, agrega el excarcelado político.  

Sin embargo, en un régimen democrático, la ausencia prolongada de un líder político exigiría una explicación detallada y posiblemente una transferencia temporal del poder, lo cual no ocurre en regímenes dictatoriales. No hay quien les cuestione. 

“En el caso concreto de Daniel Ortega, de casi 80 años, su comportamiento errático y distante puede atribuirse a su deterioro físico y mental. Ortega parece depender cada vez más de un guión preestablecido, ya que cuando se sale de este, tiende a dar respuestas incoherentes o contradictorias. Esto sugiere que, más allá de las estrategias de control y evasión, Ortega está mostrando signos evidentes de fatiga y desgaste en su capacidad para liderar de manera efectiva. Vemos que esos signos de fatiga coinciden con un mayor protagonismo de Laureano Ortega, ya que claramente lo están perfilando como el heredero de la tiranía”, dice Maradiaga.

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