La unidad de la oposición nicaragüense es un barco en una tormenta eterna. La libertad en el exilio — forzada por el destierro a Estados Unidos — de los principales líderes de la oposición no ha logrado ser un aliciente para concretar la unidad. Por el contrario, ha derivado en una feroz campaña de deslegitimación por parte de organizaciones de nicaragüenses asentados en Miami que cuestionan a figuras como Juan Sebastián Chamorro, Félix Maradiaga, Tamara Dávila, y otros más.
Así, de nuevo, la oposición, en su conjunto, protagoniza una crisis ideológica por quiénes deben representar a los nicaragüenses en los diferentes espacios opositores. El obispo Auxiliar de Managua, monseñor Silvio Baéz, ha tenido que salir al paso en un mensaje con tintes de regaño hace dos domingos: “En un momento de tanta polarización en nuestra sociedad, en medio de tantas confrontaciones inútiles entre los mismos que sueñan con un ideal de libertad, es consolador saber qué hay ‘un camino’, que nos puede acercar entre nosotros y encaminarnos a la verdad y a la vida: es Jesús”.
El jerarca católico, exiliado en Estados Unidos, fue más allá en su homilía del 7 de mayo al decirle a los opositores que de poco sirve que se tilden de conservadores o progresistas, de ser de derecha o de izquierda”. Desde 2018, la oposición nicaragüense cada vez que procura la unidad encalla en temas ideológicos: en si se es de izquierda o derecha; sandinista o ex sandinista. “Pareciera que hay un sentido de pureza en algunas personas, entre comillas, de la oposición. La oposición vive una polarización y sesgo que solo beneficia a Daniel Ortega”, dice un analista político que habló bajo anonimato para DESPACHO 505.
CAMPAÑAS DESCRÉDITO, UNA ESTRATEGIA PARA DIVIDIR
Algunos de los opositores incómodos, organizados en grupos de WhatsApp y con fuerte presencia en redes sociales, han emprendido una campaña ideológica que también busca desacreditar a antiguos aliados de Ortega en el siglo pasado, como Dora María Téllez.
Desde los liderazgos reconocidos, y que en su momento integraron la Alianza Cívica y la Unidad Nacional, respaldados por la comunidad internacional, dicen a este medio que trabajan por la unidad y restan importancia a las críticas surgidas en espacios digitales de dichos grupos de nicaragüenses asentados en Miami.
Un exdiplomático nicaragüense considera que quienes están minando cualquier intento de unidad, cometen un error que solo favorece a la dictadura. “Las diferencias ideológicas deben dejarse a un lado para centrar los esfuerzos en el desmontaje de la dictadura y la apertura de espacios democráticos que propicien la negociación y el diálogo para encontrar una solución pacífica a la crisis”, dice.
NARRATIVA DE DESCRÉDITO
La narrativa que emana desde los grupos de oposición de Miami se basa en que no debe haber en los liderazgos ninguna persona que en el pasado haya formado parte de los sandinistas. También hay algunos que, tajantemente, dicen que la disidencia no debe estar integrada por personas progresistas, o claramente de izquierdas. “Ahí hay gente que se define como conservadores, antiaborto, antimatrimonio igualitario, e incluso hay personas que añoran el somocismo”, dice una fuente que ha estado cerca de esas organizaciones.
Otro de los argumentos es que no se debe dialogar con Ortega. Recientemente, Santiago Aburto, una de las personas a las que se señala de manejar la narrativa de descrédito contra los líderes de oposición, planteó en un programa en YouTube que no se debe tener el mínimo acercamiento con Ortega. “¿Quién se va a querer sentar con un comandante de la revolución del 79, criminal, asesino, piñatero, ladrón, torturador. ¿Te vas a sentar con Ortega a negociar?”, expresó en alusión a miembros de la Unión Democrática Renovadora (Unamos) y a la propuesta de diálogo hecha por el hermano del dictador, Humberto Ortega. Aburto no atendió a las llamadas telefónicas.
DESPACHO 505 contactó a Juan Sebastián Chamorro, Félix Maradiaga y Lésther Alemán para conocer sus opiniones sobre estos grupos de oposición. Maradiaga, sin dar nombre, consideró como organizaciones altamente polarizantes a aquellas que han planteado que la oposición a Ortega debe estructurarse sobre polos ideológicos. “Hay grupos que han hecho de sus críticas a la misma oposición, su objetivo fundamental”, dijo el ex aspirante a la Presidencia de la República y exreo político.
INTENTO DE DINAMITAR CONSENSO
Chamorro, por su parte, fue comedido en su respuesta y destaca que existe un “proceso” de unión entre los líderes de oposición de diferentes sectores sociales. Además, menciona que las diferencias también son una esencia de un movimiento democrático. “La unión debe prevalecer frente al enemigo común que es la dictadura. La unión se debe hacer en la diversidad”, agrega el economista y también exaspirante presidencial.
Pero los analistas consultados por DESPACHO 505 ven en las agrupaciones de opositores asentadas en Miami un intento de dinamitar el consenso que existe entre los líderes excarcelados. El principal argumento de algunos integrantes es que las figuras más relevantes entre la oposición en el exilio oxigenaron al régimen con los intentos de diálogo y su postura de que no se aplicaran sanciones como la expulsión de Nicaragua del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y República Dominicana (Dr-Cafta).
El activista Milton González, de la agrupación Tranque de Miami, acusa a los liderazgos de la Alianza Cívica y la Unidad Nacional de haber creado una mancuerna con la dictadura en 2021 al buscar un “espacio político”. “Son organizaciones que piden diálogo y negociación, no son organizaciones que están preocupadas por derrocar a la dictadura sino negociar con ella”, dijo González.
Algunas fuentes cercanas a estas organizaciones, creadas por la diáspora en Miami tras las protestas de 2018, resienten que no les hayan consultado si se debía ir a elecciones en 2021. “Nosotros no necesitamos líderes, ellos ahora necesitan la legitimación del exilio. El exilio histórico no está de acuerdo con esos liderazgos porque todos los liderazgos están relacionados con el MRS (Unamos)”, dice González.
QUIÉNES SON LOS CRÍTICOS DE LOS LIDERAZGOS DE LA OPOSICIÓN
Según un activista, las organizaciones radicadas en Miami están compuestas por nicaragüenses exiliados que salieron del país a finales de 70 y durante los 80, tras el triunfo de la Revolución sandinista. “Son personas que añoran el somocismo y que ven MRS a cualquiera que no piensa como ellos”, comenta una fuente.
Otras personas de la disidencia, opinan que todo este ruido surge de “radicales” que aspiran a que Estados Unidos aplique un bloqueo económico a Nicaragua, obviando el impacto humanitario que una medida como tal tendría en el país.

El líder universitario Léster Alemán resta importancia a los cuestionamientos y dice que desde la Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN) reconocen que el país vive una “dictadura sandinista”. “Yo no comulgo con las personas que intentan revivir el sandinismo y no acepto que tengan esa visión miope”, zanja el joven.
Alemán alega que la unidad de los diversos sectores de la oposición debe darse sobre temas y estrategia y no pugnas ideológicas. En ese sentido, destaca que todas las organizaciones coinciden en que se debe insistir en la presión internacional al régimen y que se abran capítulos de justicia internacional para que se juzguen los crímenes de Ortega.
Sin embargo, un exdiplomático nicaragüense plantea que las voces políticas que están teniendo acceso a los medios son una parte pequeña de esos liderazgos y, lamentablemente, agrega, están presentando una imagen dispersa y un discurso muy difuso. “A pesar de las dificultades objetivas es posible realizar un mayor esfuerzo para coordinar los aspectos señalados. Pero el objetivo principal debe estar centrado en lo interno, que no necesariamente debe ser público”, explica.
Aunque las múltiples fuentes consultadas para este reporte coinciden en minimizar a los grupos que no comulgan con la oposición representada en los exreos políticos, hay quienes advierten de los peligros de los discursos polarizantes en una sociedad ya dividida. “El país entero debe estar volcado en una estrategia común que sea el fin de la dictadura, eso pasa por unir voces diversas, de derecha e izquierda, que crean en la democracia como base del desarrollo”, acuña un experto.