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Yonarqui Martínez: “He vivido en 30 casas diferentes por temor a que me lleven presa” 

Con la suspensión aplicada contra abogados considerados opositores en Nicaragua, Ortega y Murillo “quieren dejar a las víctimas sin defensa”, advierte la defensora de presos políticos.

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  • May 30, 2023
  • 07:27 PM

Defender a las víctimas de la represión en Nicaragua también significa tener que padecerla. Yonarqui Martínez, “la defensora de los presos políticos”, es un claro ejemplo. Después de 17 años litigando en los juzgados del país la Corte Suprema de Justicia de la noche a la mañana, y sin seguir el debido proceso, la suspendió de forma definitiva como abogada y notaria pública.

Pero esa suspensión como abogada litigante es solo el último ataque de una sucesión de hechos que incluye agresiones físicas, amenazas, persecución, campañas de descrédito y hasta fallidos intentos de soborno. 

El pasado 9 de mayo, la Corte Suprema ordenó a Yonarqui Martínez entregar sus títulos profesionales, los protocolos de su trabajo, el sello y carné, pero no lo hizo. “Hacerlo sería legitimarlos”, dice. 

“La orden se tiene que acatar en este momento porque ellos son los que están en el poder, pero el hecho de que no esté litigando más o defendiendo presos políticos en una sala de audiencia, no quiere decir que mi trabajo como defensora va a declinar”, advierte.  

En esta entrevista con DESPACHO 505 hacemos un recorrido sobre su trabajo en estos últimos cinco años defendiendo a las víctimas de la represión orteguista, cómo la crisis ha cambiado su vida y la de su familia y los casos que más le han impactado.  

¿Cómo le hace sentir el hecho de que después de 17 años litigando, por ahora, no podrá volver a un juzgado? 

Con esto que sucedió yo me voy a reinventar, voy a seguir defendiendo derechos porque es algo que me nace. El no asistir al juzgado también va a evitarme más estrés.  

La ilusión, la esperanza, es que Nicaragua sea libre. No podemos desistir de la denuncia y del aporte que damos a diario. 

Esta resolución la sacan de la noche a la mañana y le quitan el derecho a ejercer como abogada y notaria pública. ¿Se siguió el debido proceso? 

Ellos no me pueden quitar mis títulos de la universidad. Se pueden meter, opinar y dar una resolución en cuanto a mi ejercicio, pero no para que yo deje de ser abogada. Soy licenciada en derecho, hice una carrera de cinco años en la UNAN – Managua, cumplí con un pénsum académico, hice mi tesis y eso no me lo pueden quitar.  

La Corte me puede suspender por mi ejercicio, pero esto de que, según ellos es “de por vida” es una sanción que no puede ser definitiva así por así. Es un manoseo a las capacidades de su oficio natural. Llegaron más allá de lo que la ley establece. Yo nunca había tenido ningún tipo de sanción. Esta notificación llegó públicamente, pero yo nunca la vi, nunca llegó a mi casa. Tengo la manera de cómo protegerme porque jamás fui notificada. Tengo derecho a apelar y en este caso, me cerraron todas las vías.  

Yo opté por no mandar mis títulos porque no voy a dar hincapié a una ilegalidad. En algún momento se me van a restituir los derechos que se me han cercenado. De eso estoy segura. No voy a ser partícipe de un circo. Yo puedo ser defensora de derechos humanos sin estar en una sala de juicio. 

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¿Qué crees que es lo que busca el régimen con estas acciones contra los abogados defensores de derechos humanos? 

Desde el 2018 lo que hemos visto es que buscan criminalizar la profesión. En enero de 2019 se me asaltó, me amenazaron con armas de fuego y se dijo que era un robo cuando fueron paramilitares quienes me interceptaron. Jamás se dio con las personas que supuestamente ellos (la Policía) ya tenían localizadas.  

El miedo hacia los defensores no es de ahorita. El implementar miedo, terror, amenazas, llamadas por teléfono, persecución cuando me amenazó en ese momento el comisionado Juan Valle Valle por un juicio que yo le gané, cuando me amenazó el Ejército. Esto (suspenderla de ejercicio) es una materialización de tantas amenazas que se venían dando.  

Lo que quieren ellos es acabar con la denuncia, con la voz. ¿Qué pasa con los demás colegas? No pueden trabajar sin tener represalias porque los jueces no te tratan igual, la labor del defensor dentro de la sala es heroica.  

Nos obstaculizan la función, no nos dan las copias de los expedientes, te cambian la sala para que no llegues y te declaren en indefensión. Prácticamente llegamos a la sala para colaborar con la víctima, llevar información a la familia sobre el estado del preso y para documentar las violaciones del debido proceso. Nuestra voz, nuestras solicitudes no tienen éxito, no dan a lugar. La labor del defensor es amenazada, criminalizada, quieren que las víctimas queden sin defensa. Hay una cantidad de gente que está siendo acusada y no tienen abogados de su confianza. 

Son más de 70 personas llevadas de manera exprés a audiencias con abogado de oficio. Los detienen de noche para que nadie los vea, para que nadie les tome fotos, para que no haya testigos. No quieren dejar entrar a ningún abogado privado.  

¿Qué lectura hace de este nuevo modelo represivo de redadas contra los ciudadanos opositores? 

Es una medida ilegal desde el inicio. Todo lo que viene después, por tanto, es ilegal. Es nulo. Te allanan en una hora que no establece el Código Procesal Penal, te sustraen del juez natural —aunque hayan legislado que los casos de relevancia pueden pasar a Managua—. Están haciendo lo mismo de 2018: en las acusaciones enlistan hasta 20 personas y hacen un relato sin individualizar la participación en el supuesto actuar delictivo del ciudadano.  

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Hay violaciones al debido proceso, son juicios que carecen de legalidad. Algo extraordinario que veo de estas medidas es que tenés que ir a firmar diario y yo ya tengo reportes de personas que fueron despedidas de su trabajo.  

Pero el empleador en estos casos está obligado a dar permiso al trabajador para presentarse a firmar.  

Sí, pero el empleador está aterrorizado de tener a una persona laborando con los ojos del gobierno encima y le puedan cerrar la empresa o el local.  

Hay casos de personas con pequeños negocios, quioscos donde nadie está yendo a comprar por miedo. Son medidas que quieren implantar miedo y obligar a la población a exiliarse. Es un fenómeno que se ha visto. Esto es una tortura psicológica porque tenés al policía en la puerta de tu casa diciéndote que tenés que ir a firmar. Lo peor es que son tan informales que están levantando firmas en libros de actas y libros universitarios. 

No es fácil vivir así. No es cualquier ciudadano que se arriesga a vivir bajo amenaza todo el tiempo. Cada quien tiene derecho a buscar su libertad, mejoría y seguridad.  

En lo personal, ¿cómo ha cambiado su vida desde el 2018? Quién era Yonarqui Martínez antes de defender a presos políticos.  

Yo tenían un trabajo normal de litigante, aunque también tuve otros casos de relevancia mediática. Tenía amistad con algunos jueces, amistades que lamentablemente ya no existen.  Ya no se puede ser amigo de alguien que está violentando derecho y alguien que te ignora, que no puede cambiar, que está apoyando al sistema y por eso no puede ser parte de tu círculo porque te pone en riesgo.  

Después del 2018 vino toda la adrenalina encima. Vinieron las amenazas y un cambio de vida. Estuve más de un año sin tener a mis hijos por seguridad, estaba pasando un divorcio, fue una acumulación de cosas. 

Mi vida cambió y me hice más humana, más empática a pesar del riesgo, el temor, el insomnio. Es ser testigo de torturas y situaciones que te enardecen. Sí tuve miedo de no regresar a mi casa. Salía del juzgado y me perseguían paramilitares, estaba vigilada todo el tiempo y hasta el día de hoy se mantienen grandes cambios en mi vida.  

¿Cómo es tu día a día y cómo esto ha cambiado tu vida personal? 

No tengo contacto mi familia, con mi mamá muy pocas veces. Hay amistades que se han ido y hay gente que desde que estoy defendiendo presos políticos se te aparta porque no quieren que sean vinculadas conmigo. Cambia la vida en todos los ámbitos. En lo profesional la gente te dice ´si contrata a esa abogada, va a perder el caso´. En los casos penales yo llegaba a los distritos y solicitaba informes, estados de detenidos y la Policía me informaba. Cuando públicamente salí defendiendo a presos políticos, no se me brindaba información ni siquiera sobre presos comunes.  

Antes tenía mi casa, no tenía problema en andar de arriba abajo y desde 2018 he vivido en más de 30 casas diferentes en diferentes departamentos por temor a que me lleven presa. Ahora mismo hay una amenaza enorme y también está la parte de no descuidar la salud mental.  

¿En estos cinco años defendiendo a las víctimas de la represión de la dictadura hay algún caso que le haya afectado particularmente? 

Soy madre de adolescentes y en el 2018 tuve que defender a jóvenes a quienes se les quemó con ácidos sus pies. En sus brazos y espaldas tenían señales de cigarrillo encendido para que hablaran y cuando llegué a verlas eran quemaduras que estaban mal curadas. Como madre eso me impactó porque (la tortura) no solo era con ciudadanos mayores de edad, también con niños de 13 años acusados como adultos.  

Cuando se dio la “Operación limpieza” atendí a un grupo de personas en el que había de todo: personas sin dientes, quemaduras que no los presentaban inmediatamente porque estaban muy golpeadas. Recuerdo el caso de don Edwin Altamirano a quien la policía le disparó y lo llevaron a sala de juicio emanando sangre y con una sonda. Era una escena dantesca y los jueces y fiscales estaban como que no pasaba.  

El hecho de conocer a don Justo Rodríguez (excarcelado político) como una persona sana, un campesino fuerte y de pronto le cambiaron la vida a punto de patadas y ahora yace en una cama parapléjico.  

¿En algún momento se planteó dejar de defender a presos políticos después de sufrir tantos ataques? 

Lo que he hecho son pausas y algunas son porque la misma vida en la que me he visto inmersa me ha obligado hacer. Por ejemplo, paré cuando me dio covid. Estuve en recuperación meses sin poder trabajar. Me dio tiempo de pensar las cosas, de tener una pausa y eso me ayudó mucho a recuperar fuerza. 

Cuando me dio covid tenía un estrés laboral acumulado enorme. Después de mi recuperación tomé un par de meses más para descansar. Luego empecé a trabajar de nuevo y creo que las pausas son necesarias, aunque el insomnio y el temor persiste.  

Quienes hemos defendido derecho estamos viendo a la puerta todo el tiempo, en la noche pensás quién andará afuera, dudar hasta de un carro o una moto parqueada, revisar las cámaras...  

Lo que más me duele del 2018 para acá es haber perdido tiempo con mis hijos porque el tiempo no retorna. Duele la situación de los presos políticos que no tienen contacto con sus hijos porque los niños pierden la niñez. El hecho de que en Navidad mi hijo me pidiera poder ir a un parque eso fue impresionante para mí. No podía ir porque tenía miedo de que alguien le hiciera algo, el año pasado mi hija fue perseguida por un policía en un parque. Cuando pensás que no pueden tomar represalias con un niño, ellos vienen y lo hacen. 

¿En algún momento han intentado de parte del régimen sobornarla y que trabajes para ellos? 

Muchas veces y por lo general te ofrecen que des información. Cuando a mí me iban a allanar, es duro decirlo, pero quien le dio información a la policía fue un colega abogado.  

Te intentan contaminar diciéndote que una vez que colabores con ellos no te van a hacer nada, no vas a ir preso y tendrás beneficios por colaborar con la Policía. Es algo ridículo el pensar que nosotros vamos a dar información. Recuerdo que en una ocasión un oficial me dijo en los juzgados que si trabajaba para ellos iban a pagarme, pero se equivocaron porque no previeron la envergadura y los denuncié a todos los que me intentaron sobornar.  

¿Cuánto le ofrecieron? 

Sería mentiroso decir que he llegado a escuchar la cifra. Si te dan una cifra significa que te interesó. En mi caso, desde que se daba la situación puse el stop, el no.  

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