Llegó a Estados Unidos huyendo del Servicio Militar sandinista y se convirtió en maestro universitario, músico y escritor
A pesar de que su vida profesional y familiar está en Estados Unidos, Roberto Carlos Pérez Anhela “regresar con un lápiz y una trompeta" a Nicaragua para compartir lo que sabe


- octubre 29, 2022
- 05:34 AM
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A los 11 años, la vida de Roberto Carlos Pérez cambió para siempre. Su familia decidió emigrar a Estados Unidos huyendo de la guerra de los años 80 y del Servicio Militar Patriótico que obligaba a los varones nicaragüenses de entre 18 y 40 años a enlistarse en el Ejército Popular Sandinista (E.P.S.).
Llegó sin saber inglés, lo que hizo difíciles sus primeros años de escuela en el nuevo país. Sin embargo, con tenacidad, el nicaragüense nacido en Granada hoy es profesor de español, músico y escritor.
A sus 45 años, Roberto Carlos Pérez recuerda con mucho dolor la patria que dejó en 1988. Lo recuerdo como país destruido por una guerra que parecía interminable. “Los muertos se contaban por miles. Las cifras oficiales decían que eran sesenta mil, pero las extraoficiales, y quizás las verdaderas, ofrecían un número espeluznante: cien mil jóvenes y niños muertos en un país entonces poblado por tres millones y medio de habitantes”, lamenta.

Pero su recuerdo más triste es la cacería de jóvenes y niños para llevarlos a los frentes de guerra. “Los sandinistas entraban en los colegios a golpe de culata a llevarse a los muchachos a la guerra. Mi hermano mayor ya había sido reclutado y yo corría peligro. Veía cómo ante los temibles camiones IFA, los estudiantes, niños y adolescentes, saltaban las paredes del colegio para evitar ser llevados al frente de batalla”, relata al explicar el motivo por el que su familia se decidió a emigrar.
SIEMPRE LEYÓ A DARÍO
Hoy como adulto reflexiona sobre la pérdida cultural que significó ese cambio. Reconoce que "enmudeció" por varios años y hasta llegó a perder la gramática del español. Gracias a la literatura volvió a su raíz, dice.
Su destino parecía estar escrito, pues aunque consiguió dominar el inglés, se resistía a olvidar el español y eso lo hizo empezar a leer a Rubén Darío, aunque no lo entendía. Esas lecturas fueron marcando su camino, al igual que el arte.
Estudió Música en Duke Ellington School of the Arts y se licenció en Música Clásica por Howard University, en Washington D.C, pero no renunció a las letras, por lo que en la Universidad de Maryland estudió una maestría en Literatura Medieval y de los Siglos de Oro.
Hoy en día es escritor de cuentos, novelas y ensayos, y se ha propuesto recuperar “la siempre frágil memoria literaria de mi país, pues a través de la literatura uno aprende del pasado y puede evitar, con suerte y con conciencia, cometer los mismos errores que han hecho de Nicaragua tierra de caudillos y dictadores”, comenta.
Fiel a esa premisa, sus obras están impregnadas de la historia de Nicaragua.
“Ahora que hago cuenta de los nueve libros publicados, entre ficción, ensayos y ediciones críticas, comprendo más que nunca que en Nicaragua reinan las pasiones (odio, envidia, saña, ira) y que cuando pase el torbellino que hoy la acecha hay que cantarle una canción de cuna y predicar el amor, la única fuerza capaz de aglutinar a la especie humana”, insiste.
TROMPETISTA Y CANTANTE

Este nicaragüenes considera que ha tenido la suerte de perseverar en una profesión que brinda pocas remuneraciones económicas: la música. Es trompetista y gracias a este arte ha viajado por varias partes del mundo.
También canta y ofrece ese talento a la Iglesia los domingos, ya que estudió la primaria en Nicaragua con los salesianos, además que siente que la música sacra le brinda mucha paz.“Soy profesor de historia y teoría de la música en un conservatorio y enseño español en una universidad. Enseño ambas cosas, ya que estudié música clásica y literatura de la Edad Media y los Siglos de Oro españoles. Siempre he encontrado las respuestas a mis dudas existenciales en la antigüedad”, recalca.
A pesar de que su vida profesional y familiar está en Estados Unidos, Roberto Carlos Pérez asegura que su primer amor es y será siempre Nicaragua, país al que quiere “regresar con un lápiz y una trompeta en la mano para reconstruirla con el humilde conocimiento que he adquirido, a través de la música y la literatura”.