Ortega se encamina a aniquilar la caridad y el liderazgo social de la Iglesia

Los misioneros extranjeros expulsados por el régimen realizaban importantes obras sociales dentro del país. La caridad también está siendo incómoda para Ortega.

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  • abril 13, 2023
  • 06:17 AM

Las hermanas de la congregación Madres Dominicas de la Anunciata tenían cinco décadas trabajando en pro de personas vulnerables de Rivas. Administraban un asilo de ancianos y un colegio, y durante su estancia en ese departamento adquirieron liderazgo y el respeto de los comunitarios. Sin embargo, fueron expulsadas por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, en un episodio que recrudece la guerra contra la Iglesia católica y cuyo objetivo ahora es la caridad.

"Las hermanas dominicas de la Anunciata tenían un gran liderazgo en esa zona de Rivas y en toda la población de Rivas. Muy acogidas, muy queridas, muy amadas por el pueblo por el gran servicio que hacen a los ancianos, como las hermanas de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta, que fueron así expulsadas", explicó a DESPACHO 505 un sacerdote cercano a las religiosas expulsadas.

En 50 años, desde jóvenes hasta ancianas, gestionaron el asilo López Carazo y el colegio Susana López Carazo. Nunca tomaron posiciones partidarias y, por el contrario, se enfocaron en "la política del bien común", dice la fuente que habla de ellas con este medio, bajo condición de anonimato.

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"Si acogen a los ancianos y trabajan por ellos, y les dan de comer, los miman, pues es la política que todo ciudadano tiene que realizar con la sociedad por el bien común", manifestó el sacerdote que ve en la decisión del régimen un intento por aniquilar el liderazgo que la Iglesia católica pueda tener en la sociedad.

"Quieren arrasar con la Iglesia porque saben que la Iglesia no se someterá a los principios dictatoriales de Daniel Ortega y Rosario Murillo. La política del régimen Ortega Murillo es: o estás conmigo o termino contigo", finalizó el religioso. En los últimos meses, el país ha visto cómo la Administración Ortega ha decidido cerrar centros de caridad y expulsar a las religiosas, como las de congregación Madres Dominicas de la Anunciata, que este miércoles fueron recibidas en Costa Rica.

El director del Programa de las Américas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), Ryan C. Berg, señala que en Nicaragua la Iglesia tiene muy buena imagen y es algo que el régimen ve como una amenaza. "Hay una brecha entre la imagen de la Iglesia y la del régimen. Esa brecha le da miedo, aún más porque la iglesia está claramente al lado de la oposición", considera Berg.

Berg alerta de que, si hay más expulsiones contra una institución tan admirada como la Iglesia, "es posible que haya un punto donde el pueblo se movilizará y derrocará este Gobierno". Hasta ahora el régimen mantiene el control del país bajo un Estado policial de facto, por lo que es poco probable alguna expresión de repudio a sus medidas que tienen como foco a la Iglesia.

EXPULSIONES SON DAÑINAS

Aunque antes de 2018 el régimen ya expulsaba a sacerdotes y religiosos católicos — como el caso del misionero italiano capuchino Alberto Boschi, expulsado en enero de 2016— fue a partir de abril de 2018 cuando se han incrementado.

En octubre de 2018, Ortega expulsó a 10 sacerdotes, entre ellos un presbítero español que tenía varios años en el país. Dos años después, en 2020, fueron expulsados los sacerdotes Luis Carrillo, un colombiano con 10 años en el país, y el savadoreño Julio César Melgar. Ambos colaboraban en la Diócesis de Estelí.

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Luego, en febrero de 2021, Ortega negó el ingreso al país a fray José Javier Lemus, de 65 años de edad. Él tenía más de 10 años de servir en Nicaragua. Sin embargo, 2022, fue el año en el que que más expulsiones de misioneros católicos hubo. En julio, el régimen sacó del país a las hermanas misioneras de la Caridad de Santa Teresa de Calcuta, quienes en Granada dirigían un centro de acogida para adolescentes abandonados o maltratados a los que proporcionaban ayuda psicológica y escolarización.

Las religiosas también enseñaban música, teatro, costura y otros oficios para que los jóvenes pudieran integrarse en la sociedad. En Managua, además de crear una residencia de ancianos, desarrollaron un proyecto para estudiantes en situación de riesgo, en su mayoría hijos de trabajadoras de los mercados populares, mientras que en una guardería atendían a niños de familias con pocos recursos, principalmente madres solteras o vendedores ambulantes.

En ese mismo 2022, en septiembre, el régimen expulsó a las hermanas de la congregación de religiosas de La Cruz del Sagrado Corazón de Jesús, que tenían seis años apoyando al monseñor Rolando Álvarez en la Diocésis de Matagalpa. Una más ocurrió recientemente y tuvo como víctima al fraile italiano Damián Muratori y al sacerdote panameño Donaciano Alarcón, quienes pedían la liberación de monseñor Álvarez.

Al respecto, el obispo hondureño José Antonio Canales manifiesta a DESPACHO 505 que las expulsiones de misioneros y sacerdotes extranjeros son dañinas para la labor social y pastoral de la Iglesia católica nicaragüenses, pues se trata de valiosos recursos humanos.

"Esas expulsiones debilitan la presencia sacerdotal en Nicaragua", expresó monseñor Canales, quien considera que el régimen Ortega Murillo quiere eliminar si es posible a la Iglesia porque no apoya sus posturas dictatoriales. "El régimen ha perdido la noción desde hace tiempo de lo que significa la imagen de un país. Por eso es válido que se mantengan las sanciones", expresó Canales, uno de los altos jerarcas católico de Centroamérica más crítico de Ortega.

UNA IGLESIA DEL RÉGIMEN

El analista político Elíseo Núñez también considera que el régimen quiere eliminar a la Iglesia católica, para sustituirla con "una mezcla de tradiciones populares y una dirección espiritual que la aportarían Daniel Ortega y Rosario Murillo".

Núñez va más allá al decir que no descarta que Murillo puede elevar a Ortega al nivel de dios y erigirse como intermediaria entre ese dios y el pueblo. O establecer en Nicaragua un sistema como el de Corea del Norte.

Ortega mantiene una constante guerra con la Iglesia y se demostró en la reciente Semana Santa al impedir cualquier manifestaciones religiosa. No obstante, los católicos se atrincheraron en los templos y celebraron a su forma.

En una ocasión el dictador dijo que "el Dios de los católicos no sirve al pueblo". De ahí se puede explicar por qué la caridad, ejecutada por misioneros católicos, está siendo perseguida.

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