Represión de Ortega hundió más la democracia de Nicaragua
El país se ubica a la par de regímenes autoritarios de Venezuela y Cuba. Nicaragua retrocedió en 2019 en los indicadores de libertades civiles, pluralismo electoral y participación política.


- enero 23, 2020
- 06:15 AM
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El país se ubica a la par de regímenes autoritarios de Venezuela y Cuba. Nicaragua retrocedió en 2019 en los indicadores de libertades civiles, pluralismo electoral y participación política.
Daniel Ortega y Rosario Murillo han hecho retroceder los indicadores democráticos, al punto que Nicaragua se compara con regímenes dictatoriales de África. El Índice de Democracia de la Unidad de Inteligencia 2019 de la revista The Economist destaca que el país desde hace tres años es uno de los tres “regímenes autoritarios” en la región, junto a Cuba y Venezuela, ocupando el puesto 122 entre 167 países valorados.
La publicación titulada “Un año de reveses democráticos y protestas populares” muestra ese retroceso a través de la medición de cinco categorías: Proceso electoral y pluralismo; el funcionamiento de gobierno; participación política; cultura política; y libertades civiles. Ortega, lejos de hacer avanzar al país, ha mandado al traste los logros en materia democrática alcanzados después de 1990, cuando fue derrotado en las urnas por Violeta Barrios de Chamorro.
Los analistas políticos concuerdan que el pacto entre Arnoldo Alemán y Daniel Ortega en 199 fue clave en los procesos políticos siguientes en el país
“El creciente uso de prácticas autoritarias en Venezuela, Nicaragua y Bolivia representan gran parte del reciente deterioro democrático regional”, expone la institución de Reino Unido. Nicaragua alcanzó puntajes similares a los Angola, Mozambique, que viven bajo la opresión. La escala de medición de la Unidad de Inteligencia es de 0 (más bajo) a 10 (más alto). Estos son tres golpes con el que el orteguismo socavó la democracia en Nicaragua, y pasó a ser un régimen autoritario.
LIBERTADES CIVILES
A nivel general, el puntaje de las libertades cayó de 6.35 en 2008 a 5.74 en 2019, pero la más grande caída se registró en América Latina, según The Economist. Nicaragua es un reflejo de lo que se vive en la región. Expertos en derechos humanos han señalado que las libertades están secuestradas por el régimen de Daniel Ortega, favoreciendo a sus partidarios.

Nicaragua, en promedio, de los cinco indicadores alcanzó 3.55 en 2019, mientras que en 2018 tenía 3.63. Hubo un retroceso. Estas cifras son una muestra de la represión que se vive en las calles del país, donde prevalece el hostigamiento, el asedio y la persecución contra ciudadanos que piensan diferente al partido FSLN, y no tienen posibilidades de expresarse.
Los opositores nicaragüenses no puede protestar. Las huelgas de hambre son hostigadas y asediadas, aunque se realicen en templos católicos. No se puede enarbolar la bandera de Nicaragua en la vía pública, y la población no habla abiertamente de la situación sociopolítica del país con cualquiera, ya que siempre existe el riesgo que pueda denunciarlo con la Policía Orteguista, acusándolo de “golpista”.
PROCESO ELECTORAL Y PLURALISMO
La segunda categoría de peor desempeño en la última década ha sido esta. El puntaje se deterioró en 0.10 en 2019 en comparación con 2018, tras años continuos de disminución, advierte The Economist. “El puntaje global promedio para esta categoría ha caído de 6.07 en 2008 a 5.80 en 2019”.
Los analistas políticos concuerdan que el pacto entre Arnoldo Alemán y Daniel Ortega en 199 fue clave en los procesos políticos siguientes en el país. En Nicaragua existen 18 partidos políticos con personerías jurídicas; sin embargo, ninguno de ellos representa una verdadera oposición para el régimen orteguista, ni tampoco son protagonistas de una variedad de opciones políticas. La mayoría se ha convertido en aliados del FSLN.
Con la llegada al poder en 2007, Ortega empezó a controlar los poderes del Estado, incluyendo el Consejo Supremo Electoral y la Corte Suprema de Justicia. Una de las sentencias más cuestionadas en el país ha sido la que le otorgó vía libre para que participar en los comicios electorales de 2011, para el período 2012-2016, pese a que la Carta Magna prohibía la reelección consecutiva. Así ha estado por tres períodos seguidos.
El año pasado democracias tan sólidas como la chilena se vieron sacudidas por demandas de la población, canalizadas a través de protestas masivas.
La actual oposición, que busca conformar una gran Coalición Nacional, ha publicado sus propuestas de reformas electorales que no van más allá de un proceso apegado a Derecho, como sucede en cualquier país del mundo, pero es Ortega quien tiene la última palabra. Él maneja la institucionalidad del país a su antojo. Este año se espera que la Asamblea Nacional, de mayoría orteguista, discuta una reforma electoral.
FUNCIONAMIENTO DE GOBIERNO
De acuerdo con The Economist, esta categoría es la de menor puntaje en el Índice de Democracia, con un promedio global de 4.81 en 2019, por debajo de 5.00 en 2008. América Latina se ubica en 5.40. Nicaragua obtuvo 2.86 en esta categoría. El Índice explica que el rendimiento bajo del mundo ante este indicador se relaciona con temas de transparencia, responsabilidad y corrupción.
Como si se tratara de una radiografía de la región, la publicación internacional señala que “las fallas del gobierno en estas áreas -las antes mencionadas- ayudan a explicar el aumento de la protesta política y disturbios sociales en las regiones en desarrollo en 2019”. El año pasado democracias tan sólidas como la chilena se vieron sacudidas por demandas de la población, canalizadas a través de protestas masivas.
Nicaragua había antecedido ese terremoto de demandas sociales que agitó a la región latinoamericana en 2019 con el estallido social de abril de 2018. La crisis sociopolítica del país inició precisamente, por decisiones unilaterales sobre una reforma a la Seguridad Social que obligaba, entre otras cosas, a los pensionados a dar el 5 por ciento de su jubilación al sistema. Ortega respondió con represión y es el responsable de la muerte de 328 personas, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).