El canje de cárcel por destierro que aparenta libertad: Daniel Ortega y su apuesta al "síndrome de Estocolmo" en Nicaragua

El cambio de condición de prisioneros a desterrados no rebaja la gravedad de la "condena" que impone la dictadura para quienes considera figuras incómodas

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  • enero 16, 2024
  • 12:30 AM

El dictador Daniel Ortega impone en Nicaragua la cárcel, el exilio, el despojo de la nacionalidad y el destierro como política de Estado. El pasado domingo dos obispos, quince sacerdotes y dos seminaristas fueron sacados de prisión enviados a Roma.

El cambio de condición de prisioneros a desterrados no rebaja la gravedad de la "condena" que impone la dictadura para quienes considera figuras incómodas. Defensores de derechos humanos, analistas y opositores insisten en este punto, porque temen que la sociedad asuma como un acto liberación lo que en realidad constituye una grave violación a los derechos humanos.

“Es importante señalar, que aunque se encuentran fuera de las cárceles, las personas desterradas han sido víctimas de un acto ilegal y arbitrario, y que esta acción no restablece ninguna de las libertades o derechos políticos que se han perdido en Nicaragua”, dice Olga Valle del organismo Urnas Abiertas. 

Para el exembajador nicaragüense José Dávila la expulsión de los clérigos es un “sacrilegio”, pues pisotea el derecho de los ciudadanos a vivir en su país y venden este acto como un gesto de generosidad. 

“Los sandinistas están creando otra especie de síndrome de Estocolmo, porque el pueblo nicaragüense se ha alegrado de que los obispos salgan de la cárcel, la comunidad internacional se ha aliviado y eso manda, en segundo lugar, al delito de lesa humanidad (porque) expatriar a ciudadano de un país hacia otro es algo inhumano”, recuerda Dávila.

DELITOS DE LESA HUMANIDAD

Para Haydée Castillo, miembro del Espacio de Diálogo y Confluencia, el destierro es una violanción grave a los derechos humanos que el derecho internacional tipofica como delito de lesa humanidad. 

“Nosotros no debemos de naturalizar ni aceptar que cualquier nicaragüense que quiera emitir un juicio, una crítica, estar en desacuerdo con las políticas de cualquier gobierno se le tenga que recetar la muerte, el exilio, el destierro o la cárcel”, protesta Castillo.

Insiste en que el régimen de Nicaragua lo que hizo fue una excarcelación y destierro de los religiosos y no una liberación. 

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El exdiplomático José Dávila cree que la expatriación de religiosos no rebajarán los ataques a la Iglesia católica de Nicaragua: “Temo que venga confiscación hasta de templos” y bienes de la Iglesia católica. 

“El gobierno ve como oposición a la Iglesia solo porque tiene palabra de vida, de justicia, de amor, entendimiento”, añade Dávila.

LA FE ES UNA AMENAZA 

Marcos Carmona, presidente de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH) celebra la excarcelación de los religiosos, pero reconoce que el destierro es una “flagrante violación a los derechos humanos de los religiosos”.

“En el contexto que vive el país, la esperanza y la fe del pueblo es considerada por el sandinismo como una amenaza”, denuncia el presidente de la CPDH.

Carmona menciona que al desterrar a los religiosos, la dictadura viola el derecho a la nacionalidad, a la libertad religiosa, a la libertad de expresión, a la libertad de movilización y de asociación.

“Todos estos actos cometidos contra los sacerdotes son actos lesivos que, indudablemente, los dejan en la desprotección y el irrespeto a su dignidad humana y espiritual, y esto se convierte en crímenes de lesa humanidad por lo cual la dictadura deberá responder, en su momento”, explica el defensor.

TRES DESTIERROS EN MENOS DE UN AÑO

Este es el tercer destierro masivo que realiza el régimen en menos de un año, el primero fue el pasado 9 de febrero del 2023 cuando excarceló y envió a Estados Unidos a 222 presos políticos, incluyendo a religiosos y seminaristas. 

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El segundo fue el 18 de octubre del año pasado cuando anunció que había excarcelado y enviado a Roma a 12 sacerdotes que “por distintas causas fueron procesados”. Y el tercero, se dio el pasado domingo con el destierro de monseñor Rolando Álvarez y monseñor Isidoro Mora, quince sacerdotes y dos seminaristas. 

“Ha existido una práctica sistemática de agredir la libertad religiosa, a través del hostigamiento, detenciones, amenazas y agresiones, debido a que dentro de las iglesias la ciudadanía ha ejecutado actos de resistencia contra la dictadura”, dice Olga Valle.

Recordó que todavía hay más de 100 presos políticos en Nicaragua “y lo más importante es lograr sus liberaciones para evitar que sigan siendo víctimas de tratos crueles, inhumanos y tortura”.

"El destierro es una forma de muerte", afirmó la doctora nicaragüense Anely Pérez Molina, miembro de la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, quien fue excarcelada y expulsada en marzo de 2023 hacia Estados Unidos.

"No podemos acostumbrarnos ni normalizar el destierro", abogó, por su lado, la activista nicaragüense desnacionalizada Haydee Castillo, para quien "el destierro es también un crimen de lesa humanidad".

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