Obet Ramírez, el carpintero desbordado por la demanda de ataúdes
En una semana debe fabricar 50 cajas funerarias. Eso no lo alegra.


- mayo 24, 2020
- 09:18 AM
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En una semana debe fabricar 50 cajas funerarias. Eso no lo alegra.
MANAGUA — La carpintería de Obet Ramírez ha multiplicado por tres la producción de cajas funerarias.
La pandemia de coronavirus ha implicado más trabajo para este jefe de una marquetería de la capital, que refleja la magnitud de la emergencia que vive el país.
El pasado 1 de mayo, Ramírez recibió una llamada a las 2:00 a.m. que respondió aún soñoliento. Un cliente necesitaba sus servicios funerarios, exactamente una caja donde meterían a un cadáver, que luego había que trasladar a un cementerio de la capital.
— ¿Murió de Covid-19?, preguntó el carpintero de 34 años tras enterarse que el cuerpo se encontraba en el hospital Alemán Nicaragüense.
— ¡No!, le respondió la persona con un tono alterado. “Fue en un accidente”, agregó.
Ramírez, preocupado y poco convencido, llamó a su equipo, integrado por tres personas más. Se puso su traje especial antivirus y montó la caja a la camioneta, y partieron hacia el hospital.
Al llegar, se percató del protocolo que estaba aplicando el personal de salud: El fallecido estaba envuelto en una bolsa negra.
“Este pobre murió de coronavirus”, pensó. Es por eso que les dijo a sus compañeros que debían tener mucho cuidado.
Ramírez, con toda su experiencia en elaboración de cajas, preparación de cuerpos y funerales, por primera vez en su vida sintió miedo.
“Sentí miedo porque los familiares no me dijeron la verdad, incluso, escuchamos a otros decir que el hombre había fallecido de un infarto, había mucho secretismo, nosotros podemos asegurar que ese hombre murió de ese malvado virus, menos mal estamos tomando medidas a nivel general, de l o contrario hubiésemos corrido un gran riesgo”, relató.
Después de ese momento, cansado y triste llegó a la funeraria donde también funciona un taller. Todos se bañaron, para descontaminarse y continuaron con su rutina diaria de elaboración de ataúdes.
Para la semana siguiente al 1 de mayo, debía entregar más de 50 cajas sencillas.
A Ramírez, el olor a madera le mejora el ánimo. Pero no olvidará ese día de mayo: “Fue horrible, y desde ese momento, no hemos parado de ver cadáveres en bolsas negras”.
En el taller de carpintería, Ramírez se encarga de supervisar que el proceso para armar el ataúd se cumpla estrictamente. El sitio es bullicioso, pero cada trabajador se concentra en su función.
Mientras unos cortan maderas, otros arman y clavan los ataúdes.
Aunque este carpintero siempre ha vivido de hacer cajas, el triple de la producción derivada por la pandemia, no lo alegra. Sufre al pensar que él y su equipo se exponen todo el tiempo.
"Duele, realmente duele todo lo que está pasando, somos seres humanos y nunca nos vamos a acostumbrar al sufrimiento de la gente, mientras yo estoy pintando, miles de cosas pasan por mi cabeza, nunca asimilaré como la vida se va de un momento a otro, pienso en mi familia en mis hijos y mis lágrimas recorren mis mejillas, antes de la pandemia, todo era más superficial", narra.
"Siempre será impactante enterrar a alguien que muere por Covid-19, no nos vamos a acostumbrar, todos aquí llevamos años elaborando ataúdes, lo vemos como un trabajo más, pero jamás una muerte ha sido motivo de alegría, porque jamás se sabe si los próximos seremos nosotros", refirió este carpintero padre de tres hijos.
Su miedo es contagiarse y perjudicar a su familia.