Ortega y Murillo al papa León XIV: promueva la "concordia y la paz"

Los dictadores nicaragüenses saludaron la elección del nuevo Papa, el gesto, sin embargo, choca con la realidad en Nicaragua, donde la Iglesia católica es perseguida, silenciada y criminalizada

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Despacho 505
  • Managua, Nicaragua
  • mayo 09, 2025
  • 02:07 PM

El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo saludó este jueves la elección del Papa León XIV con un mensaje en el que expresan sus buenas intenciones a pesar de la persecución a la Iglesia de Nicaragua y la crisis diplomática con el Vaticano, marcado por un discurso de odio.

Desde Managua, los codictadores pidieron al nuevo pontífice que promueva “la paz, el encuentro y la concordia” que ellos invocan en su narrativa oficialista. 

En el comunicado, Ortega y Murillo saludan al Pontífece desde una "Nicaragua cristiana, socialista, solidaria, y siempre bendita y libre por su elección como pontífice y suma autoridad de la Iglesia católica en el mundo", siendo el primer acercamiento al nuevo jerarca católico.

En el breve comunicado le expresan su aspiración de que, desde su elevada responsabilidad,contribuya a promover la paz, el diálogo, la concordia y los valores que la familia humana tanto necesita.

Malas relaciones con el Vaticano

Este es la segunda comunicación diplomática del régimen de Nicaragua al Vaticano tras la muerte de Francisco, quien durante su pontificado fue severamente atacado por Daniel Ortega. 

La intolerancia de la dictadura a la postura de la Santa Sede ante los abusos cometidos en Nicarasgua, Ortega ordenó suspender las relaciones diplomáticas con la Santa Sede el 12 de marzo de 2023, la cual se selló con la salida del país del Encargado de Negocios de la Nunciatura, Monseñor Marcel Diouf. Esa medida fue comunicada dos días después de que el papa Francisco calificara de "grosera" a la dictadura instaurada en Nicaragua, en una entrevista al medio argentino Infobae que se dio cuando el régimen mantenía encarcelado al obispo Rolando Álvarez.

Desde 2018, el régimen ha perseguido sistemáticamente a la Iglesia católica por su acompañamiento a las víctimas de represión y su papel en la denuncia de violaciones a los derechos humanos. Más de 10 religiosos han sido encarcelados, incluyendo al obispo Rolando Álvarez, condenado a 26 años de prisión antes de ser desterrado. Decenas han sido expulsados del país, congregaciones religiosas han sido ilegalizadas y sus propiedades, confiscadas por el Estado.

Además, los medios oficialistas y la propia codictadora Murillo han acusado reiteradamente a miembros del clero de “terroristas”, “golpistas” y “demonios con sotana”, alimentando una narrativa de odio contra la Iglesia.

Frente a este contexto, el saludo a León XIV se muestra como una muestra de cinismo político, donde el régimen pide  afuera lo que niega adentro: libertad religiosa, concordia y diálogo. En Nicaragua la Iglesia no puede ni celebrar misa sin riesgo de ser vigilada o criminalizada.

Mientras en Roma se celebra la llegada de un nuevo pontífice, en Nicaragua la Iglesia católica sobrevive bajo asedio. Y aunque el régimen diga saludar desde una patria “cristiana y bendita”, la realidad cotidiana habla más bien de un Estado que ha convertido la fe en sospecha, y la pastoral en delito.

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