Rentar en Nicaragua: un lujo inaccesible para muchos, una carga para los más pobres

Mientras los salarios apenas alcanzan para sobrevivir, los precios del alquiler siguen subiendo, dejando a miles de personas atrapadas entre la necesidad de vivir dignamente y la angustia de no poder pagar un lugar donde dormir.

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  • mayo 20, 2025
  • 11:17 AM

En Nicaragua, alquilar una vivienda se ha convertido en una de las mayores dificultades para las familias trabajadoras, especialmente para quienes sobreviven del comercio informal o dependen de salarios bajos. El encarecimiento de los alquileres, en contraste con los ingresos estancados, ha convertido la renta de una casa, un apartamento o incluso un cuarto, en un verdadero lujo.

Mirian, una mujer asalariada que vive en la zona central de Managua, paga desde marzo de 2024 un alquiler mensual de 300 dólares por una pequeña casa de dos habitaciones. Su salario no supera los 500 dólares.

“Solo en renta pago $300. Lo que me ayuda un poco es que el papá de mi niña manda para algunos gastos, pero si dependiera solo de mí, ya estaría ahorcándome (asfixiándose económicamente)”, confiesa.

Para Mirian, buscar opciones más baratas ha sido inútil. “He buscado lugares más económicos, pero son apartamentos muy pequeños. Un cuarto con baño y un espacio para la cocina anda por los 200 o 250 dólares”, relata.

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Además, señala que la necesidad de espacio es real: “Honestamente, no puedo estar en un espacio tan pequeño. Mi niña va creciendo, necesita un lugar para hacer tareas, jugar. Y una también necesita un lugar adecuado para descansar después del trabajo”.

Sofía: vivir al día y pagar alquiler diario

En una situación aún más precaria se encuentra Sofía, quien vive junto a su esposo y sus dos hijos, de 5 y 8 años, en un cuarto de 4x4 metros en el barrio Jonathan González de Managua. Paga C$200 diarios (unos $5.45), lo que representa casi 200 dólares al mes.

Ella y su esposo venden artículos varios en un puesto del Mercado Oriental, y cada día es una apuesta a la suerte. “Si no ganamos 400 córdobas diarios, estamos fritos”, explica.

Sofía llegó a Managua en 2017 desde El Jicaral, en el departamento de León, buscando una vida mejor. “Allá tengo mi terrenito, pero no hay trabajo. Lo más duro en Managua es pagar el alquiler, porque ahí se va casi todo el dinero”, lamenta.

Salarios mínimos que no cubren la mitad de la canasta básica

Desde marzo de 2025 rige en el país un nuevo ajuste del salario mínimo, con un aumento del 4% para todos los sectores. Esto representa entre 228 y 512 córdobas adicionales según la actividad económica.

El salario más bajo es el del sector agropecuario, que quedó en 5,950 córdobas (aproximadamente 163 dólares), y el más alto en la construcción y el sistema financiero, con 13,315 córdobas (unos 365 dólares). A pesar del ajuste, estos salarios siguen lejos de cubrir las necesidades básicas.

La canasta básica mensual, según cifras oficiales, cuesta 20,394 córdobas (más de 560 dólares). Eso significa que un trabajador con salario mínimo promedio necesita al menos dos meses y medio de sueldo para cubrir una sola canasta mensual. En el caso del sector agropecuario, se requieren más de tres meses de salario mínimo.

Nicaragua con los salarios más bajo

Según el portal internacional Numbeo, que monitorea el costo de alquilar de viviendas, un apartamento de un dormitorio varía considerablemente en la región: en Ciudad de Guatemala puede superar los 700 dólares, mientras que en San José, Costa Rica, puede alcanzar los 800. En Tegucigalpa, Honduras, el promedio ronda los 281 dólares; en Managua, Nicaragua, se estima en 256 dólares. San Salvador y Ciudad de Panamá presentan los precios más altos, con promedios de 853 y hasta 1,100 dólares, respectivamente.

Aunque Managua aparece como una de las capitales más “baratas” en términos de alquiler, el problema principal radica en la desproporción entre los ingresos reales y el costo de vida. Lo que para otros países podría ser una renta baja, para el nicaragüense promedio es casi inaccesible.

Entre testimonios como los de Mirian y Sofía, se dibuja una realidad cada vez más común: familias que sacrifican alimentación, salud o educación para poder pagar un lugar donde vivir, aunque sea pequeño e incómodo. La falta de programas efectivos de vivienda social y la escasa regulación del mercado de alquiler agravan aún más esta situación.

Mientras el costo de la vida sigue subiendo, y los salarios permanecen estancados, el sueño de tener un techo digno se vuelve cada vez más inalcanzable para miles de nicaragüenses.

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