El pequeño ganadero que soñaba con tener un vivero en su finca
De pequeño miraba ese deseo casi imposible de realizar, porque en una finca siempre hay gallinas, cerdos, vacas, perros que circulan libremente y se comen o dañan las plantas. A los 25 años lo cumplió y ahora diseña jardines para sus clientes.


- junio 15, 2021
- 02:35 AM
- Despacho 505
- Copyright Despacho 505
El día laboral de Miguel Iván Zelaya Castro comienza a las seis de la mañana y termina a las once de la noche. Desde muy temprano organiza y administra uno de sus negocios. Con 25 años de edad se considera un joven multifacético: es copropietario del restaurante “Viveros El Paraiso” y dueño de “Vivero El Shaddai”, ubicados en Santa Cruz, de Pantasma. Además, se dedica al cultivo y comercio de plátano.
Desde muy joven, trabajaba con su familia en las labores del campo. Sin embargo, siempre soñó con tener un jardín en su finca, pero ese deseo era casi imposible de realizar, porque en una finca siempre están las gallinas, cerdos, vacas, el perro, el gato, que circulan libremente y se comen o dañan cualquier jardín.
MÁS HISTORIAS: Productos naturales, la clave del éxito de dos emprendedoras
“La casa y la finca siempre estaban llenas de animales y de pequeño, no tenía cómo hacer un cerco para proteger un jardín. Ya de grande, pude no sólo desear, sino, tener mi propio proyecto”, dice.
Sin embargo, la vida le dio un giro, que lo hizo postergar sus planes. A los 18 años, a Miguel Iván se le reventó un aneurisma en el lado izquierdo del cerebro. Por instantes estuvo a punto de morir. Prácticamente le tomó un año recuperarse. A su lado, estaba su familia. Tuvieron que vender todos sus bienes para costear los gastos de medicina.


Cuando pudo regresar a su casa, cuenta que sentía una mezcla de alegría con dolor profundo por haber perdido todo, económicamente. Pero decidió ponerse a trabajar duramente con su familia para lograr sus metas.
Al sanar decidió trabajar por el sueño de desarrollar una finca agroturística, que, hasta el día de hoy, no deja de producir. “Dios nos dio el doble de lo que habíamos perdido. Le creímos a Dios, a pesar de las circunstancias”, cuenta.
El primer jardín que hizo, se lo dedicó a su mamá. Comenzó a leer y aprender más sobre las plantas y comenzó a reproducirlas de las plantas madre y a publicarlas en las redes sociales. Luego, sus amistades se comunicaban para pedir precio de las plantas.
Otras personas le preguntaron si podía brindar el servicio de instalar el jardín completo en sus casas. Así ha ido progresando económicamente, al punto que le ha hecho muchas mejoras en su vivienda y disfruta de una mejor calidad de vida.
El vivero lo tiene en su casa, con sistema de riego y tres trabajadores cuidan de él, podando, limpiando y llenando bolsas con tierra y plantas.
“Cuando visito una propiedad para instalar un jardín, tomo fotos y valoro la condición del suelo. Si es necesario, levanto cascotes de tierra y aplico fertilizantes. Observo la rotación del sol y conforme a eso, ubico las plantas que son de sol o de sombra. Yo les aseguro a mis clientes que, si una planta no pega o no prospera, se la cambio por otra” dice.
No trabaja con plantas de temporada, porque nacen, crecen, florecen y mueren. Por ese motivo aconseja a sus clientes que escojan plantas que perduren.
En su vivero tiene diferentes especies, tales como anturios, azaleas, caladium, heliconias, rosas camelias, lirios, cuna de moisés, palmeras, cactus, suculentas, entre otras variedades. Si el cliente le pide una planta que él no tenga en el vivero, la consigue.
Dice que aún no está preparado para abrir las puertas y que la gente entre a su finca. Por ese motivo, vende sus plantas y ofrece su servicio de jardinería, por las redes sociales.
Lograr un sueño no es fácil, admite.. En su caso, es un doble propósito, por tener que mantener ambas, sus obligaciones y su condición de salud. Él dice que, si el emprendedor tiene fe y marcha, “Dios lo va a dirigir”. De lo contrario, todo se vuelve difícil.
“Tienen que echarle muchas ganas. A veces, las palabras menos motivadoras vienen de la familia, de tus seres queridos. Lo importante es ver tu proyecto como algo grande. No soltar la idea. Perseverar, no verlo como un compromiso, porque no tenés otra opción. Tenés que echar mano de la tecnología para promover tu producto y aprender más. Esforzarte y trabajar horas extras. Proponerte una meta y visualizar el futuro”, aconseja.
MÁS EN LA SECCIÓN: La emprendedora que se abre camino en el mercado de las mascotas en Nicaragua
Con la crisis socio política que afectó a Nicaragua el año 2018, Miguel Iván cuenta que tuvo cuantiosas pérdidas económicas. En esos días, cuando las carreteras estaban bloqueadas, perdió demasiado con su cosecha de plátano.
“La cosecha del plátano que tenía, no pudo salir porque el cliente no tenía tráfico para llegar. Entonces, en la espera, el plátano se maduró y se perdió”.
Pero Miguel Iván recomienda que, en esos momentos difíciles, hay que poner en práctica la fe. “No enfocarnos en la crisis, sino, creer en Dios y trascender. “Tener fe te ayuda a sobrevivir las adversidades. Dios no es indiferente a nuestro dolor y necesidades”, agrega. Eso, dice, le ha traído éxito.