Dictadura se olvida de la diplomacia en una ofensiva carta a la canciller de España


- junio 27, 2021
- 02:03 AM
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Managua ha elevado la tensión con Madrid al enviar una carta de protesta a la canciller española Arancha González Laya en la que un desmedido ataque se defiende de las “ofensivas” declaraciones de la jefa de la diplomacia de ese país europeo que en días atrás rechazó la acusación de Daniel Ortega de interferir en asuntos de Nicaragua, en la que además le reclamó “no utilizar excusas” para tapar las violaciones de derechos humanos y los ataques a la oposición.
“Managua critica a España por su falta de diplomacia, pero es el régimen quien está olvidando cómo se maneja la diplomacia. España puede usar su influencia en Europa para pujar por sanciones contra el régimen”, dijo un exdiplomático consultado por DESPACHO 505. Otro experto en relaciones internacionales advierte que España puede llamar a su embajadora en Managua, María del Mar Fernández Palacios Carmona, o bien el régimen decide abruptamente expulsarla, lo que llevaría al país a una crisis diplomática con el Gobierno de Pedro Sánchez.
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Ortega responsabilizó el jueves pasado a las embajadas de Estados Unidos, España y otros países europeos de “intromisión” en sus asuntos internos y de promover una candidatura presidencial única de la oposición para las elecciones del próximo noviembre.
Tras las declaraciones del dictador, González Laya también reiteró el llamamiento para que “libere a los presos políticos, su plena participación en el proceso electoral y el respeto a los derechos y libertades de los políticos, de la prensa, de los empresarios y de la sociedad civil en general”.
Al respecto, Moncada preguntó por qué “no ponen ustedes en su augusto Reino una pizca de esa democracia que a otros exigen, liberando a sus presos políticos, abriendo cauces a las luchas y demandas de independencia, y aplicando normas civilizadas a quienes tienen derecho a luchar por sus creencias, sin que eso signifique absurdas persecuciones, exilios o injusta prisión, como la sufrida por líderes catalanes recientemente indultados, con estrictas condiciones de no repetición”.
“A ellos les han sido violentados sus derechos humanos durante tres años, y esos derechos humanos se siguen violentando al inhabilitarlos de hecho para ejercer funciones públicas… Eso es democracia”, agregó.
“Sus insultos, ofensas e improcedentes amenazas sólo muestran debilidad, de carácter y de argumentación, evidentes en la ausencia del lenguaje y las prácticas obligadas de la diplomacia”, prosiguió.
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La carta firmada por Moncada también ataca a la representante de la legación de Madrid en Managua al decir que están “constatando que su embajadora en Nicaragua es apenas un pálido reflejo de una política injerencista, intromisora, mal educada, malcriada, caprichosa, desvitalizada y servil, de sometimiento y seguidismo al ‘yankee’ invasor”.
“Qué triste, penoso y desventurado papel, señora González. ¿Pedirán perdón algún día por toda su indecente inclemencia…? Luchamos contra los imperialistas de la tierra, enemigos de la humanidad”, dijo.
“La señora canciller del Reino de España ha hecho en estos días ofensivas declaraciones sobre Nicaragua y sobre el presidente de Nicaragua, recordándonos el cinismo y la desvergüenza de tantas tropelías y crímenes atroces cometidos por la Corona Española durante la brutal conquista de las sagradas tierras nuestroamericanas”, escribió el ministro de Exteriores Denis Moncada.
“Mostrando una ignorancia atrevida, y una ferocidad impropia para la diplomacia, la señora González se dirige al presidente de un pueblo libre y soberano con voz de alguacil, sin percatarse en su perorata delirante de trasnochada mandamás que llevamos siglos sin dominio español, además de nunca haber reconocido bondad alguna en esos furibundos crímenes hispánicos, crímenes de lesa humanidad”, continuó.
En la carta, Moncada sostuvo que la dictadura ha denunciado, “y denunciamos, la barbarie y la aniquilación genocida de nuestros pueblos originarios, el codicioso saqueo de nuestros recursos naturales, el avasallamiento de nuestras lenguas y culturas, así como la salvaje implantación, o imposición, de símbolos que no nos pertenecen”.
“Y la denunciamos a usted hoy, como expresión del desconocimiento tosco e irrespetuoso que produce cierta pretensión, burda y ridícula de superioridad, que usted misma se atribuye y exhibe”, prosiguió el canciller.