Las heridas de la represión en Masaya, tres años después de la Operación Limpieza

Dos sobrevivientes de la masacre recuerdan la brutal represión por parte de fuerzas policiales y parapoliciales. Ese día fueron asesinados seis opositores y centenas más tuvieron que exiliarse para proteger sus vidas.

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  • julio 17, 2021
  • 02:03 AM
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Las heridas de la represión en Masaya, tres años después de la Operación Limpieza

Dos sobrevivientes de la masacre recuerdan la brutal represión por parte de fuerzas policiales y parapoliciales. Ese día fueron asesinados seis opositores y centenas más tuvieron que exiliarse para proteger sus vidas.

Por DESPACHO 505

MASAYA — A las seis de la mañana, del 17 de julio de 2018, la ciudad de Masaya, estaba casi en escombros. El eco de las detonaciones de armas de guerra retumbaba mientras centenas de agentes de la Policía Orteguista y paramilitares se abrían paso entre las barricadas construidas por los opositores de Ortega para proteger de la represión.

 Ese día quedó registrado como uno de los más sangrientos de las historia, solo comparado con la ofensiva que lanzó dictador Anastasio Somoza entre 1979 y 1970. Cuarenta años despues, Daniel Ortega ordenó “limpiar Monimbó a como sea”, tras tres meses de protestas por la libertad, la justicia y la democracia.

La operación fue ejecutaba fielmente por el entonces jefe de la Policía de esta ciudad, comisionado Ramón Avellán. La ciudad era un caos, hubo redadas, allanamiento de moradas, asesinatos, y exilio. Monimbó, el barrio indígena  fue el más golpeado.

Hoy solo algunos testimonios quedan de ese fatídico día. A las siete de la mañana monseñor Silvio Báez, entonces obispo Auxiliar de Managua escribió un tuit: “¡Atacan Monimbó! Las balas están llegando hasta la parroquia María Magdalena en donde está refugiado el sacerdote. ¡Que Daniel Ortega detenga la masacre! ¡A la gente les ruego salven sus vidas!”.

Alejandro Moraga, era uno de los jóvenes que se mantenía entre las trincheras con el tubo de un mortero humeante todavía, mientras su mirada estaba inquieta ante la inminente llegada de las fuerzas progubernamentales a Monimbó. Fue uno de muchos que lograron esquivar a la muerte saliendo por las veredas de la laguna de Masaya junto a un grupo de amigos para salvaguardar sus vidas.

Actualmente está refugiado en Costa Rica, trabajando en una mueblería en donde encontró una forma de ganarse la vida, y desde ahí recuerda ese día:         

“Nosotros estábamos por el parque de Magdalena, mientras los paramilitares entraban por los distintos puntos de Masaya con armamento pesado. Te puedo asegurar que eran armas de guerra, por lo que no tuvimos otra opción que replegarnos por unas calles de tierra de ese barrio, seguimos caminando hasta llegar al sector de Nandayuri, y luego nos lanzamos por un barranco, y en el kilómetro 36 de la carretera a Catarina, ya estaba ocupado por los paramilitares”, recuerda Moraga.

Un estudio de Bellingcat publicado en Holanda en 2019 reveló que el armamento utilizado, la vestimenta, la combinación entre fuerzas paramilitares y policiales, así como los medios de transporte y comunicación usados durante la toma de Masaya fueron parte de una ataque de guerra contra manifestante. 

El documento  “Análisis del arsenal paramilitar de Nicaragua”, elaborado por el investigador Giancarlo Fiorella“, señala que esas fuerzas incluían un contingente de paramilitares que se registraron alzando una bandera del FSLN en una plaza para marcar su victoria.

Caída la noche el grupo de jóvenes de Masaya, lograron llegar a la meseta de Los Pueblos donde algunos comunitarios les dieron refugio temporal. A los días, decidieron que la mejor opción era el exilio en Costa Rica. El muchacho logró pisar suelo costarricense el 29 de julio de 2018, por monte, arriesgando su vida, y desde entonces sigue demandando libertad para su país y la garantía de regresar.

En Monimbó los magazínes eran vaciados por las fuerzas parapoliciales y los policías que venían custodiando las palas mecánicas que botaban las barricadas, mientras los pobladores se tiraban al piso ante la histeria de niños y mujeres. En algunas trincheras, pobladores seguían resistiendo a punta de morteros, por el camino viejo a Niquinohomo, yendo por Monimbó, las ambulancias pasaban a alta velocidad con encapuchados heridos que eran atendidos en el hospital regional de Jinotepe, según reportes ciudadanos.

Montoya, es un monimboseño que así es conocido en su barrio y que junto a otros jóvenes recorrían con precaución los últimos puntos por donde todavía no entraban las fuerzas paramilitares. 

“Por esas calles había una desolación, nosotros avanzamos de la iglesia Magdalena hacia arriba, luego comenzamos a ganar territorio y nos comenzamos a mover hacia la zona conocida como el Arenal ahí en Monimbó, y comenzó más fuerte la represión. Nosotros solo teníamos morteros pequeños y los morteros que pesan una libra, y unas cuantas bombas artesanales que con eso los mantuvimos replegados”, recuerda Montoya.   

Represión orteguista en Monimbó, Masaya.
Represión orteguista en Monimbó, Masaya.

Las ráfagas cada vez eran más cercanas y constantes, hasta que el grupo de muchachos se replegó a la trinchera de “los bueyes”. En ese punto se reencontraron con otros pobladores, pero ya no tenían pólvora, por lo que optaron seguir una zona conocida como “Los ranas”.

Ahí Montoya recibió dos impactos de bala en uno en el costado y el otro en brazo izquierdo, por lo que cayó emanando sangre y aturdido. “De pronto siento que Yader Mercado, a quien asesinaron horas después, me saca de la zona de conflicto, me carga y me lleva a un improvisado puesto médico, luego me llevaron donde una enfermera y un medico amigo de mi familia, me curó sin anestesia y me realizó varias puntadas. Poco a poco mis heridas fueron cicatrizando, a los días busqué como irme de Masaya, me fui por monte, y en la zona de Nandayuri (Monimbó) ahí me encontré a cienes de hermanos escondidos, por lo que opté irme por otra zona. A los tres meses me sanaron las heridas mientras me mantenía refugiado en un lugar de Nicaragua”, recuerda.

Diez meses después Montoya logró salir en el vehículo de unos amigos hacia la frontera Sur, en donde pudieron burlar los retenes, haciéndose pasar como trabajadores de la construcción. En una zona cerca del puesto fronterizo logró ser pasado por un coyote, y estando en suelo tico sintió un gran alivio, y comenzar una nueva vida.

Sus primeros meses pasó muchas dificultades con los trabajos y poder pagar sus necesidades básicas. En tanto en Monimbó todo había acabado ese día de la Operación Limpieza. Por la tarde, Masaya lucía en escombros, mientras unas palas mecánicas quitaban los adoquines de las pocas barricadas levantadas.

La orden de la pareja presidencial fue cumplida a cabalidad. El saldo de los monimboseños fue de seis muertos: Yader Mercado, Bayardo Jarquin, Edgardo Namendy, Josué Rafael Palacios Aguilera, de 33 años, Erick Antonio Jiménez López y el jinotegano Jameson Meza, de 34 años, además de varios heridos, exiliados y detenidos. 

Los paramilitares llegaron hasta la emblemática placita de Monimbó en camionetas 4x4,  donde arrancaron la bandera de azul y blanco de Nicaragua, para colocar la roja y negra del partido de Gobierno, mientras posaban para la foto, agitando sus armas y gritando al unisono: “¡Viva el comandante Daniel Ortega!”.    

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