Incertidumbre y angustia en asilo tras anulación de oenegé que lo administraba. Ancianos ignoran tragedia
Administradora dice que todos los documentos estaban en regla. Se pregunta: ¿Qué pasará con los 39 adultos mayores que viven en el asilo y con los 13 trabajadores?


- marzo 18, 2022
- 11:59 PM
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Juan Diego tiene 72 años y por estos días se estaría celebrando una misa por sus seis meses de fallecido. Era su última voluntad: quería una misa de tres meses y una de seis. Estaba postrado en una cama, en un cuarto al fondo de una vivienda de personas piadosas en Juigalpa. Sufría desnutrición severa y hablaba poco o casi nada. Hoy camina en un andarivel, come sus tres tiempos y habla más. No sabe si esa vida digna que le dan en el Asilo Sor María Romero, ubicado en residencial Las Colinas, continuará, tras la anulación de la personería jurídica con que operaba la casa de caridad.
María Lourdes Chacón, directora administrativa del asilo, dice que ninguna autoridad le ha notificado nada hasta el cierre de este reporte, pero está angustiada. Cree que es grave lo que viene y teme que cierren el local. “¿Qué pasará con los ancianos que están aquí?”, se pregunta. “¿Y con el personal? Hay gente que este trabajo es el sostén de su familia”, comenta a DESPACHO 505.
Con ella, son 13 las personas que laboran tiempo completo en el hogar de ancianos, cinco de los cuales son enfermeras, dos guardas de seguridad, una en limpieza y una en el área de lavandería, una en la cocina, una asistente en la administración y un conductor.
“TODO ESTA EN REGLA”, DICE ADMINISTRADORA
Chacón asegura que tiene claro lo que ha pasado, lo que no sabe es porqué. Explica que la última vez que le recibieron documentación en el Ministerio de Gobernación fue a comienzos de 2018. Después de ese año, la institución dejó de recibir documentos y entregarles solvencias.
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“No sabemos lo que pasa, pero todo estaba en regla, listo para explicar lo que aquí hacemos que no es más que ayudar a personas de la tercera edad, que sufren abandono”, argumenta. “No somos políticos, solo una institución de ayuda humanitaria”, agrega.
Contó que el día que el asilo rescató a don Juan Diego, ella estaba ahí. Fue en septiembre del año pasado. “Nos ha costado recuperarlo, pero está sano, come y habla un poco más que antes”, dice. Chacón está clara que ninguno de los 39 ancianos que viven en el local tienen idea del limbo legal en el que se encuentra su albergue y menos del futuro incierto que los rodea. “Ellos deben vivir y nuestro trabajo aquí es cuidarlos”, dice la administradora.
DONANTES ERAN CADA VEZ MENOS
Mario no recuerda el día y mes que nació. Pero cuando el asilo lo rescató de la calle donde deambulaba dijo que tenía 78 años. Estaba muy seguro que vino al mundo en 1944, pero nada más. Cuando el enfermero le preguntó sobre la familia, él respondía cosas sin sentido.
Mario estaba muy enfermo también, con poco peso y descuidado. Caminaba con dificultad. Pasaron dos días del mes de enero buscándolo. Una mujer llamó al asilo para reportar lo mal que se encontraba. Don Mario tiene hoy otro semblante, su mente sigue igual de perdida por la edad, pero se declara contento. Vive en el asilo que el régimen ordenó desaparecer con sus votos en la Asamblea Nacional.
Reportes periodísticos pasados le acuñan al asilo el “pecado original” de la corrupción, pues fue construido durante la administración de Arnoldo Alemán como una obra pública, pero creció como institución privada en manos de su esposa María Fernanda Flores, hoy presa política del régimen.
María Lourdes Chacón fue contratada para administrar el lugar hace unos cuatros años y recuerda que el asilo pasaba penurias a su llegada. Fue inaugurado en junio de 2004, pero rápidamente se vio en apuros por su origen. En los todavía años de brillo de los Alemán-Flores, se dijo que la obra terminada en enero de ese año costó 12 millones 904 mil 634 córdobas con 19 centavos. Duró pocos meses abierto y cerró.
El asilo reabrió sus puertas en 2014, pero igual pasó dificultades. Varias administraciones después intentaron sacarlo a flote, hasta que Chacón con el apoyo de privados y el personal que tiene, apostó por levantarlo hasta donde se encuentra hoy.
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Contó la administradora que otro de los peores momentos vividos allá, aparte del que pasan hoy, fue cuando llegó la pandemia al país. Muchos “padrinos de ancianos” dejaron de enviar fondos. “Creímos que íbamos a cerrar, hubo días que no teníamos para dar de comer y muchos del personal hasta dimos de lo que teníamos en casa, fue duro y sigue siendo porque los donantes son cada vez menos”, lamenta.
UNA GRAN FAMILIA
María Lourdes dice que lo que hay en el asilo es una gran familia. Se declara apolítica, y reitera su angustia por el futuro de los ancianos y el personal que labora en el local. “Hay preocupación, mucha aflicción”, comenta.
“Aquí cada fondo que entró se utilizó correctamente, porque hay muchas necesidades, son personas que requieren cuido, paciencia y es lo que ha hecho esta familia hasta el día de hoy”, dijo.