Cardenal de Honduras, cercano colaborador del Papa, califica de "guerra callada" los ataques contra la Iglesia de Nicaragua

El cardenal de Honduras Oscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, se refirió este domingo a la ola de ataques contra la Iglesia de Nicaragua por parte de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Es una "guerra callada", sostuvo.

Las agresiones abiertas contra la Igleisia Católica en Nicaragua iniciaron en 2018 cuando los religiosos abrieron los templos y repicaron las campanas para dar refugio y alertar a los ciudadanos que eran reprimidos con por paramilitares y policías que tenían la orden de exterminar las protestas cívicas que estallaron a mediados de abril de ese año y que dejaron más de 300 muertes, miles de exiliados y presos políticos.

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En los últimos meses, el aparato represor escaló el nivel de violencia y pasó de las agresiones verbales, el asedio e intimidación al destierro, represión institucional, encerronas policiales y juicios políticos contra los sacerdotes.

Una de las acciones más extremas es la retención policial que desde hace doce días sufre monseñor Rolando Álvarez, obispo de la diócesis de Matagalpa, quien junto a cinco sacerdotes, tres seminaristas, y dos laicos permanece "retenido" en la Curia Episcopal de esa ciudad. Al jerarca católico la Policía le abrió una "investigacion" porque supuestamente lidera a grupos violentos para desestabilizar el país.

“Esa guerra callada que están haciendo para perseguir a Jesús en su Iglesia, en la hermana nación de Nicaragua; ese no es el fuego que Jesús ha venido a traer”, señaló durante la misa dominical del 14 de agosto el jerarca hondureño, quien se dice es uno de los más cercanos colaboradores del Papa Francisco, miembro del consejo de cardenales que lo asesora.

UN SACERDOTE DETENIDO

El pronunciamiento del purpurado ocurrió mientras en Nicaragua, ese mismo domingo, la dictadura desplegó a fuerzas especiales para secuestrar e intimidar a sacerdotes de El Tuma, Rancho Grande y Mulukukú cuando intentaban viajar a Matagalpa para participar de actividades religiosas.

El caso más grave es el del sacerdote Óscar Benavides, secuestrado por agentes especiales de la Policía Orteguista en Mulukukú la noche del domingo. “Desconocemos las causas o motivos de su detención y esperamos que las autoridades nos mantengan informados”, dijo la Diócesis de Siuna en un comunicado.

El padre Benavides, a cargo la parroquia el Espíritu Santo, fue detenido cuando salía a oficiar una misa en otra parroquia. Hasta este lunes se desconoce su paradero, pues la Policía Orteguista, convertida en brazo represor de la dictadura, no informan el motivo de su detención.

Benavidez es el tercer sacerdote detenido en lo que va del año en Nicaragua, y el noveno que se encuentra bajo custodia policial, incluyento al obispo Álvarez y otros cinco sacerdotes que están encerrados desde el pasado día 4 en la Curia de la Diócesis de Matagalpa (norte).

DOS SACERDOTES "SIN PERMISO" PARA SALIR DE SU MUNICIPIO

Siuna fue la primera diócesis que brindó su apoyo público a Álvarez, a quien la Policía Nacional acusa de intentar "organizar grupos violentos", aunque hasta ahora no ha ofrecido pruebas.

Antes del secuestro se conoció que la Policía Orteguista impidió que el padre Fernando Calero Rodríguez de Rancho Grande, Matagalpa saliera del municipio cuando se dirigía a la misa dominical matutina en la Catedral de Matagalpa. 

El otro ataque lo vivió el sacerdote Erick Díaz, párroco de la iglesia San José Obrero, en El Tuma, Matagalpa. El religioso fue retenido por patrullas policiales en la carretera y devuelto a la localidad junto a todos los que se dirigían a la fiesta mariana en la Catedral de Matagalpa.

Foto: Vatican News