La historia de Carlos Marconis, el migrante nicaragüense quemado vivo presuntamente por un cartel mexicano

Salió de Chinandega el 20 de abril de este año con poca ropa y muchos planes. Le prometió a sus dos hijos que nada les faltaría si llegaba a Estados Unidos.

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  • noviembre 10, 2022
  • 07:46 AM

En el barrio La Florida, de Chinandega, nadie puede creer cómo terminaron los sueños de Carlos Marconis Antón Catín. Leticia, su hermana, no para de preguntarse ¿por qué tanta saña en su contra?

“¿Por qué fueron tan inhumanos con él?”, reitera más dolida que airada. Dice a DESPACHO 505 que su madre ni siquiera pueda hablar, le tiemblan las manos y llora desconsoladamente. No puede creer que el cuarto de sus hijos, el que siempre la acompañaba cuando vendían ambulante dentro y fuera de la ciudad, ya no viva más.

La atormenta más saber que lo mataron. Lo que saben es que a Carlos lo quemaron vivo en la localidad de Chahuites, Oaxaca en México y después le dispararon. Lo ejecutaron y quienes les informaron lo sucedido acuñan su asesinato a un cartel de la zona.

Extraoficialmente se conoce que Carlos Marconis Antón, en su afán por cruzar hacia Estados Unidos pasó por territorios en disputa entre los carteles mexicanos, lo que motivó que creyeran que pertenecía a un bando o a otro.

PIDIÓ UNA FOTO DE SUS HIJOS

“El nos llamó el sábado (5 de noviembre) y nos dijo que iba intentar cruzar”, relató Leticia. Se le oía emocionado. “Estaba optimista, pensaba que todo le iba a salir bien”.

Pidió que le mandaran una foto actual de sus hijos que “imprimiría y pondría en una retratera cuando en Estados Unidos tuviera su primer apartamento”.

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“Él tenía muchos sueños, era muy optimista, nunca se dejó vencer por la adversidad. Fue un luchador mi hermano”, dice su hermana.  Carlos Marconis ya había sido devuelto la primera vez a Guatemala cuando intentó llegar en una caravana de migrantes. Este era su segundo intento y tanto él como su familia, pensaron que sería el definitivo.

Carlos Marconis salió de su natal Chinandega el 20 de abril de este año con poca ropa y muchos planes. Le prometió a sus dos hijos, aún pequeños, que nada les faltaría si llegaba a Estados Unidos. A su madre, doña Mercedes Concepción, que no volvería a las ventas  ambulantes porque él le mandaría dinero.  

“El era un buen hijo, trabajador. Lo que quiero es que me ayuden a traerlo, quiero verlo y enterrarlo, saber donde descansa”, dice la madre llorando. Fue a ella que le avisaron de una funeraria en México que debía corroborar si el cuerpo quemado era el de su hijo. Lo reconoció por los tatuajes en una de sus piernas.

VIVIÓ EN GUATEMALA Y MÉXICO

Carlos Marconi tenía dos hijos aun menores y estaba separado de la madre. Este noviembre cumplía siete meses que empezó la travesía. Lo hizo sin “Coyote” a falta de dinero. Vivió en Guatemala por un tiempo y ahí vendió de todo: café con pan y hasta granos básicos para sobrevivir.

Ahorraba para ir a México y de ahí, al destino final. En México también vivió y allá trabajó en construcción. “Siempre con la idea puesta en cruzar”, dijo su hermana Leticia.

Antes de salir de Nicaragua, Carlos Marconis vendía junto a su madre discos compactos, reproductores de música, audífonos y accesorios de teléfonos. “Las ventas cayeron el año pasado y no se ganaba ni para comer, por eso decidió que eso no daba para más y que había que salir. Le dijo a mi mamá que se iría. Ellos eran bien pegados, mi mamá no quiso, pero él dijo que lo haría por ella y por sus hijos”, cuenta su hermana Leticia.

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Carlos Marconis le hablaba a su familia al menos una vez por semana. Le contaba a su mamá cómo iban las cosas y siempre mantuvo comunicación con sus hijos, según cuenta la familia. Les expresó su temor por la vida en México, pero tenía la esperanza que no tardaría.

LA LUCHA POR LA REPATRIACIÓN

Esta familia lucha por ahora por lograr la repatriación de Carlos Marconis. “No tenemos los recursos”, dice la madre. “Ojalá y alguien puede ayudar, es duro todo esto”.

Leticia dice que han tocado puertas, “se hacen gestiones, pero no tenemos nada todavía”. Les dijeron que debían reunir cinco mil dólares para el traslado. “Yo les pido ayuda para traerlo a su tierra, quiero ver a mi muchachito por última vez ”, suplica la madre.    

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