Monseñor Rolando Álvarez, el preso 92 de la dictadura en Nicaragua
Daniel Ortega intenta desprestigiar a monseñor Rolando Álvarez por rechazar el destierro, cuando el costo del martirio del religioso recae en su régimen: "Ahora hay más gente admirando su resistencia", dice defensor


- febrero 09, 2023
- 08:52 PM
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Monseñor Álvarez amaneció este viernes en una celda de la cárcel La Modelo en Tipitapa. Fue su castigo por negarse al destierro, explicado con otras palabras por el mismo Daniel Ortega al caer la noche de este 9 de febrero que comenzó con la expulsión del país de 222 presos políticos.
En cadena de radio y televisión, el dictador contó detalles de cómo su mujer Rosario Murillo, a la que ahora llama copresidenta, coordinó con Estados Unidos el plan para enviar en un avión a todos los presos políticos: 228 en la lista original que pasaron a Washington, en la que el obispo de la Diócesis de Matagalpa aparecía en el número 92.
Un Ortega más pausado que en otras comparecencias y rodeado de jefes policiales, militares, los mandos de Gobernación, Fiscalía y Poder Judicial, quiso convencer de que si el obispo sigue siendo su rehén es por su gusto.
Lo calificó de soberbio, de energúmeno, desquiciado y le llamo “obispo terrorista” con lo que adelantó su sentencia en un juicio que, según informó, seguirá su curso. La fecha de inicio está fijada para el miércoles 15 de feberero. “Queda en manos de las autoridades judiciales pues”, dijo y en tono burlesco añadió que también “en manos de las autoridades médicas, para que lo vean porque esta desquiciado”.
“Ortega se equivoca”, dice el defensor de derechos humanos Pablo Cuevas. “El obispo acepta su martirio porque actúa consecuente con lo que predica”, considera el director de la Defensoría Nicaragüense de Derechos Humanos que opera desde el exilio por la misma persecusión política. “Queda claro en su caso que escogió inmolarse por un pueblo que sufre, yo diría como lo hizo Cristo, es un religioso y cumple con sus principios”, añade.
ORTEGA NO DOBLEGÓ AL OBISPO
En su relato sobre “la rebeldía” del obispo al negarse a subir al avión del destierro, el dictador nunca mencionó que el religioso había rechazado dos ofertas para “dejar el país voluntariamente” y escapar de una cárcel segura en Nicaragua.
Monseñor Álvarez se negó las dos veces según han confiado diversas fuentes eclesiáticas a DESPACHO 505. Con la oferta del destierro de este jueves, el jerarca católico suma tres rechazos para seguir una vida en libertad fuera del país.

“El dictador no entiende que la única forma que la dictadura puede deshacerse de él, es que sea el papa Francisco el que le ordene salir o que los mismos dictadores lo suban a un helicóptero a la fuerza y lo dejen abandonado en una frontera a como lo hicieron con el obispo Vega en la década de los 80”, menciona la investigadora Martha Molina.
Molina, quien ha recopilado las agresiones a la Iglesia desde el 2018 y la persecución a los sacerdotes desde que el matrimonio dictatorial les declaró la guerra, insiste en que el obispo Álvarez continúa secuestrado por la dictadura.
“Él continuará enfrentando las torturas psicológicas que acostumbra a practicar la dictadura y enfrentando un proceso antijurídico, ilegal, inhumano y nulo de toda nulidad”, acusa.
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“Queda nítidamente claro que no pudo doblegarlo”, agrega por su parte el defensor Pablo Cuevas. “Monseñor encarna la conciencia y el alma de todo un pueblo que no quiere dejar su país, que no quiere perder su nacionalidad, solo porque otros se creen dueños. Es su derecho y se gana el respeto y el cariño de la gente, por otro lado, los dictadores se ganan más desprecio”.
MONSEÑOR ROLANDO ÁLVAREZ, EL PRESO 92
Ortega contó que el obispo era el número 92 en una lista de 228 presos políticos que iba expulsar, pero se negó. Lo acusó de hacer una rabieta antes de subir al avión. “No quiso”, dijo el dictador desde el Centro de Convenciones Olof Palme en Managua.
“Él quería hablar con los obispos, imagínense, imposible, él no puede cuestionar la decisión del Estado de Nicaragua”, señaló el dictador que no podía disimular su descontento porque su intensión era quitarse la presión de tener tantos prisioneros políticos, tanto así que no pidió nada a cambio, ni siquiera la suspensión de sanciones, aseguró.
Pablo Cuevas considera que fue un error de cálculo del régimen desde que lo secuestró, porque como toda dictadura que persigue a un religioso lo vuelve mártir. "Ahora hay más gente admirando su resistencia".