La resistencia del profesor Álvaro Gómez

La dictadura asesinó a su hijo en abril de 2018 durante la Insurrección Cívica. A tres años, sigue firme en su demanda de justicia, aunque eso signifique sufrir asedio constante por parte de la Policía Orteguista.

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  • abril 28, 2021
  • 04:43 AM

MASAYA — Minutos después de brindar una entrevista, una patrulla de la Policía Orteguista se apostó en las afueras de la casa del profesor Álvaro Gómez (50 años), el padre del joven del mismo nombre asesinado por una certera bala en el pecho, la tarde el 21 de abril, en Monimbó, Masaya. 

El año pasado, este maestro de Física regresó del exilio en Costa Rica, donde se refugió de la represión y encarcelamiento de la dictadura de Daniel Ortega. Pese al estado policial de facto, siguió demandando justicia para su hijo asesinado a los 23 años de edad. 

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En Masaya, las patrullas de la Policía Orteguista no han cesado de asediar al histórico barrio de Monimbó, en especial su casa. Álvaro Gómez, quedó lisiado en una de sus piernas tras ir a la guerra para defender al gobierno revolucionario de Ortega en la década de los 80.

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En esta ciudad Gómez es un profesor de referencia. Desde su humilde casa comenta que el mes de abril lo ha marcado doblemente: El 18 de abril de 1987 perdió su pierna derecha durante un combate contra la Contra en las montañas de Nicaragua, y  el 21 de abril de 2018 asesinaron a su hijo Álvaro Gómez Montalván de 23 años por oponerse a la  dictadura orteguista.

Esta paradoja de la vida solo le ha traído malos recuerdos. Su casa en Las Cuatro Esquinas, de Monimbó, está entre la lista de opositores asediados por el régimen. 

“Toda mi vida ha sido de sacrificio y de lucha, el sandinismo no me dio nada de dedo, todo me lo he ganado con mucho sacrificio. Incluso cuando estaba el Gobierno de Arnoldo Alemán, me costó ingresar al sistema educativo porque si no tenías pata (influencias) no te daban trabajo, sin embargo a mí me costó y lo que me valió mucho fue mi currículum. A partir de ese Gobierno en 1996 yo comienzo a dar clases hasta el 2018 que fue lo del estallido social en Nicaragua”, recuerda.

El profesor Gómez formó a decenas de jóvenes que cuando mataron a su hijo y lo despidieron de su trabajo, muchos de ellos llegaron a apoyarlo económicamente o con paquetes alimenticios: “Eso fue lo que me sostuvo cuando estaban instalados los tranques aquí en Monimbó. Ellos reconocieron mi labor, tanto académica, como social, porque después de las clases tomaba unos cinco minutos para concientizar a los chavalos sobre la formación social y moral que debe de tener un individuo para conducirse por esta vida”.

Recuerda que muchos de los jóvenes de la década de los ochenta, que pertenecían a la Juventud Sandinista (JS) y desertaron de los combates en las montañas,  actualmente se muestran como grandes sandinistas que hasta concejales han sido en Masaya. “A mí nadie me puede hablar de revolución, estos sandinistas de ahora no tienen ninguna moral, muchos en aquellos años hasta no fueron a pelear en las montañas. Yo hasta fui voluntario al Servicio Militar Patriótico (SMP) cuando apenas tenía 17 años, era casi un niño, y ahora así me paga el Gobierno asediando mi casa, hasta que mataron a mi hijo”, reclama.

Si hay algo de lo que se siente orgullo es que como profesional no tuvo que pelear por un puesto público, de hecho recuerda que una vez le dijeron: “Deberías de pedir ser el director del Instituto Central de Masaya, a vos te cuesta la causa”, sin embargo respondió que no porque “si yo voy a ser director es para ver las necesidades de los maestros, y no para seguir directrices partidarias, porque no soy borrego”.

La vida del profesor Gómez dio un giro brusco la mañana del 21 de abril de 2018 — cuando las protestas en esta ciudad arreciaron contra el régimen de Daniel Ortega — al enterarse de que su hijo fue asesinado de un balazo en el pecho mientras estaba cerca de una barricada. Le dijeron que lo fuera a retirar al hospital Humberto Alvarado de Masaya. No hubo dictamen forense para saber exactamente las causas de la muerte del muchacho. Se lo entregaron semi-desnudo, sin sus pertenencias como billetera y celular, y visiblemente lacerado por varias partes de su cuerpo. No hubo más que llevárselo a casa y darle cristiana sepultura al día siguiente, en un funeral apoteósico debido al desborde de población de Monimbó consternada y furiosa.

En medio de una ciudad casi en escombros, pasaron el ataúd encima de las barricadas para llegar hasta el camposanto de este barrio. En esos días, después de una marcha y desde el atrio de la iglesia San Sebastián de Monimbó, Gómez acusó a la pareja presidencial de Nicaragua del asesinato de su hijo y de los jóvenes que iban cayendo poco a poco a nivel nacional. 

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A tres años de la pérdida física de su hijo, asegura que su lucha sigue intacta y que no descansará hasta que haya justicia para los caídos “a pesar de las piedras duras que esto implica”. El pasado 21 de abril durante la misa de aniversario, oficiada por el padre Edwin Román en la iglesia San Miguel de esta ciudad, la Policía y las turbas orteguistas se apostaron frente a la iglesia para asediar el oficio religioso, al punto de no dejar salir a los acompañantes de la familia doliente a depositar una ofrendas floral en la esquina donde cayó abatido su hijo.

Por estos estos días la ciudad de Masaya ha estado convulsionada por el asedio policial y la humilde casa del docente opositor no es la excepción. Aún así, dice, resistirá hasta que los responsables del asesinato de su hijo paguen por el crimen.

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